España es un país pobre pero muy festivo.
No nos gusta dar un palo al agua, somos alérgicos de una forma congénita al trabajo, pero somos muy espirituales y divertidos.
Borrachos todos: cuando en Brasil acaban los carnavales, veníos a España, la fiesta continúa. Y todos los días del año.
Coño, alguien se tira un pedo y se monta una fiesta.
El subdesarrollo económico e industrial siempre trae consigo algunas otras distracciones.