Archivos para junio, 2015
Chocolate y calor
Publicado: 30 junio, 2015 en Histéricas, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, música, Ultrajant
No tengo elegancia alguna y no me cuesta esfuerzo alguno alardear de que disfruto más que un cerdo en una charca a pesar del calor y del comentario sarcástico de la camarera del frío que hace, asquerosa… Le he pedido tres sobres extras de azúcar y hemos pactado tácitamente una mutua antipatía eterna.
La última flecha
Publicado: 29 junio, 2015 en ReflexionesEtiquetas:amor, carga, cazador, presa, Reflexiones
Nació con una determinada cantidad de amor que se encuentra en algún punto del cuerpo, tal vez en los brazos. Porque se tensan, se desesperan por abrazar. Buscan en el aire lo que desea.
Es un arco en tensión. Una flecha que tiembla esperando ser disparada.
El amor tiene que estar en sus brazos porque le duelen ya, porque es una fuerza vectorial directa al alma desde otra alma. Es demasiado metafísico y la razón se cansa.
Y la munición se gasta.
Flechas que se rompen y yemas de dedos que lucen heridas.
Lo desea, busca algún motivo, alguna situación que lo dispense de esa pesada carga, de esa continua tensión. Está seguro de que se puede vivir sin amor. El amor debería ser voluntario, nadie debería nacer cargado con él.
Y sus brazos son enormes, le dieron demasiado amor, demasiadas flechas.
Es injusto.
Es bueno relajarse, hay seres humanos que deben o deberían haber estado siempre solos; pero no lo han conseguido, no lo consiguen porque la humanidad es un vertedero de amores que siempre salpica a quien pasa cerca.
Y fracasan en la búsqueda de la soledad.
En lo profundo del bosque no hay nada que amar, solo se admira y se teme la vastedad de la naturaleza.
La naturaleza te toma.
Todo animal que camina bajo los árboles, bajo el sol del desierto o en la arena de una playa, es presa o es cazador. La naturaleza no distingue pensamientos, solo escucha los cuerpos: si están cansados, si están sanos, si la temperatura corporal es idónea. Y la naturaleza te lleva adonde te mereces.
Alguien debe poner las cosas en su lugar.
Tensa el arco y lleva la última flecha hasta el ojo, apunta sin demasiada convicción. Debería haber muerto antes. Le dieron poca vida y demasiado amor. Eso ocurre con el azúcar en el café, las cafeterías no son generosas.
Poca vida para tanto tiempo, el planeta se mueve a velocidad geológica y la vida corre a velocidad lumínica. No da tiempo a nada. En las esperas murieron los dinosaurios.
Él también está a punto de ser extinguido, es necesario liberarse de cualquier carga, la última etapa es dura para ir tan cargado.
Dispara no sabe adónde y no pasa absolutamente nada. Salvo que una urraca ha salido de entre la maleza causando estruendo, asustada.
Se le escapa la risa, parece que el pájaro blasfema.
Ya no es necesario el arco ni el carcaj.
Y caminar es sorprendentemente ligero.
El cigarro a la boca, las manos en los bolsillos, es hora de relajarse.
No ha sido un buen día para la urraca. Otra risa.
Dan ganas de silbar.
Y silba.
El oso hambriento lo observa desde la espesura, los pájaros no trinan, los insectos parecen contenerse, la naturaleza le dice al animal que su presa es demasiado lenta, es una buena opción de menú para hoy.
Una pregunta estúpida
Publicado: 29 junio, 2015 en Amor cabrón, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, música, Ultrajant
El calor. El ardor que evapora el humor.
Que seca la piel y los labios haciendo dolorosas las caricias, dolorosos los besos.
El calor que agota y envilece las ideas.
– ¿Los esquimales son pues, seres angelicales?
El frío que congela el alma y las emociones haciéndolas quebradizas.
El hielo que entumece el cariño y los abrazos caen rotos antes de llegar.
La carne cruda entre dientes negros…
– ¿Otra estúpida pregunta más?
La verdad a bocajarro
Publicado: 28 junio, 2015 en Amor cabrón, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, música, Ultrajant
Existes para que tu ropa sea arrancada, para arañar tus muslos buscando tu coño, para embestirte sin cuidado, para usarte sin piedad.
No sé si es amor, pero metértela es lo único que puedo expresar ahora.
La verdad es brutal y por esa idiosincrasia suya, se descontrola en mi pensamiento y mi boca la materializa.
Es tu responsabilidad, también es una sinceridad.
Nadie debería preguntar por la verdad si espera decoro.
Sin resacones, sin sorpresas
Publicado: 28 junio, 2015 en Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, música, Ultrajant
Te levantas, sientes el nuevo día y te ríes de que sea nuevo, da la impresión de que se han equivocado con la programación y la han repetido: el mismo calor, la misma tos, las mismas legañas que pinchan al frotarse los ojos que tengo que arrancar con la punta de la navaja….
Así que escribo y le pongo fecha a este día, eso me da paz.
Y me doy cuenta de que hoy toca morir, lo anoté ayer. Por lo visto sentí una fuerte punzada en el hombro izquierdo, vomité y escupí algo de sangre con una tos seca. Alguien que conocí murió de forma parecida, tengo mis razones.
Bueno, al final, alguna novedad. Hubiera preferido más dinero para hoy.
Nunca es tarde para el dinero.
Enciendo el HI-FI y Battiato canta del animal que lleva dentro y estoy de acuerdo.
Así que devoro un bocadillo de tortilla de atún y escupo un poco más de sangre y vomito y no puedo levantar el hombro por lo mucho que duele y tengo un frío del carajo.
Mi erección no tiene sentido; pero ahí está. Es un asco ser tan hombre.
Anoto en el diario: la estoy palmando, para que nadie piense que la muerte me cogió por sorpresa, y no limpio la ceniza del cigarro que ha caído ni las manchitas de sangre que he salpicado.
El animal que llevo dentro y yo agradecemos la soledad. Sería insoportable tener a alguien cerca que te dijera: esa sangre y esa palidez no es normal. Ve al médico.
No me apetece morir en una sala de espera o ingresado. Me deprime que me conecten a un goteo, y duele. No me relajo con una aguja en la vena.
Los dedos de los pies se han amoratado, así que es eso: un coágulo se ha instalado en los pulmones.
Hoy no habrá paseo, las escaleras son un precipicio insalvable.
Coloco en el reproductor Resacón en Las Vegas 2, me gusta el inicio, cuando al despertar no se acuerdan de lo que pasó ayer, no saben donde están. Me río mucho durante ese antológico despertar de cabezas rapadas, tatuajes y resacas de visión difusa.
Y también me abandono al llanto, porque mi vida no fue así, no fue inesperada.
Y entre risas arrancadas, algún esputo de roja espuma y las humillantes lágrimas; sé que no veré el final.
Los animales de granja son sacrificados antes de que sufran demasiado. Mi ganadero siempre ha sido un tanto desidioso.
Me hubiera gustado ver cuando el chino salta enloquecido del congelador.
Tanta vida
Publicado: 27 junio, 2015 en Conclusiones, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, música, Ultrajant
Hay tanta vida ahí que avergüenza la poca que hay en mí.
Soy una mierda.
Yo quiero morir ahí, arrastrarme entre toda esa vida y encontrar una sombra donde dejar que el corazón se detenga.
Es la catedral de la vida misma. No es que quiera más, no quiero un segundo más de vida de la que sé que me queda; es que esa vida profunda, alta, espesa, hermosa, me dice que vaya, que ya no hay nada ahí donde me parieron, que vuelva allá donde siempre debería haber estado.
Es cruel y es hermoso el rumor de las hojas que llaman a descanso, a muerte.
Si creyera en algo, rezaría por tener fuerzas cuando llegue el momento para morir ahí.
Si supiera cuando, acamparía unas horas antes, y moriría sin que nadie lo supiera.
Anónimo y oculto.
Y un petirrojo animándome a cerrar los ojos.
Es preciosa la muerte.
Hermosa…
Las tres leyes de la cursilería (versión 2.9 para pc y mac)
Publicado: 27 junio, 2015 en Citas, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, música, Ultrajant
He quemado un bosque.
He pagado con el sudor de mi frente tres abortos en Londres.
He escrito tantos mensajes obscenos por guasap a hermosas mujeres que podría hacer un libro y La Divina Comedia está al lado de la divina barbacoa de carbón del jardín.
¿Y bien?
Estoy esperando mi premio.
Está bien, reconozco que no es exactamente como la ñoñería esa dice (la de la reproducción, la agricultura y la literatura); pero me he esforzado.
El árbol no sabía dónde coño plantarlo y no se me da bien la botánica, ni puta idea.
Me dijeron que una mierda iban a publicar lo que había escrito.
Y ni mis mujeres ni yo, teníamos dinero en aquel entonces para mantener un niño.
La vida me ha llevado por otros derroteros, pero dado el esfuerzo que he realizado, espero admiración y mi premio, coño.
No jodas que un tío que copia y pega, que copula sin cuidado y además es un labriego que planta cosas y se limpia el culo con ortigas, va a ser más admirado y va a tener premio por todas esas vulgaridades.
Esto parece el festival de la canción de Eurovisión, que compiten a ver quien se lleva el premio a la peor canción.
Estoy esperando…
Planeta Amor
Publicado: 27 junio, 2015 en Amor cabrón, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, música, Ultrajant
El amor no ocupa espacio, no ocupa tiempo.
Es sencillo, mi vida: él es nuestra tierra y nuestra vida. Somos sus habitantes, no hay nada que conquistar. Fuimos dulcemente sometidos.
¿Lo sientes a tu alrededor? Abrázame, bésame. Tenemos todo el tiempo, todo el espacio.
Quemamos los pasaportes de Tierra Triste, no volveremos allá donde el espacio nos aplasta y el tiempo desgasta.
Qué difícil es llegar a ocupar el día en las cosas que te gustan.
En instantes relajados, libres y solitarios cuando deben serlo.
Hay que pagar un precio: oírse uno mismo. Y no siempre hay valor para ello, porque no podemos creernos nuestras propias mentiras. Nos mostramos a nosotros mismos sin ninguna piedad.
No he conocido a nadie que se muestre a sí mismo. No he conocido humanos valientes. Solo humanos que hablan y hablan y hablan…
A veces he besado labios ardientes y temblorosos. He empujado el placer entre muslos preciosos y vientres convulsos. Pechos erizados y anhelantes de una baba cuasi feroz.
Y ha estado bien, no hay queja.
Hay momentos que apetece bailar. No soy sufí, pero podría entender a los derviches giratorios.
No busco acercarme a Dios, no busco acercarme ni a mí mismo. A veces me muevo descoordinadamente al son de una música para salir, para ser expulsado fuera de mi propia órbita y aparecer en el espacio.
La fuerza centrífuga es precisamente la que eludo. Soy más de la centrípeta, no es por gusto.
Es necesidad.
Solo pretendo alejarme de aquí, del fracaso. Fracaso no es la opinión de nadie, se alcanza el fracaso solo cuando lo reconoces, cuando lloras y sientes la intensa necesidad de abandonarte a un ritmo que te obligue a olvidar tu existencia por unos segundos.
Lo que dure un vómito.
Cambiar de lugar.
Cambiar de piel.
Cambiar de sangre.
O vaciarse.
Suena el telégrafo inicial de Radioactivity de Kraftwerk. Y siento que es una llamada de socorro que me recorre todas las fibras nerviosas. Y mi cabeza se mueve al ritmo de las pulsaciones en un sí repetitivo que es más epilepsia que danza.
Doy una vuelta completa y la sangre que brota por los cortes del pecho, del cuello, de los antebrazos y los muslos, crea salpicaduras en muebles y en paredes; pero no es trágico, solo es pop.
Trágica es la vida. Trágico es estar aquí, reconocerse fracasado. Cuando no has conseguido alejarte de la miseria, la miseria te fagocita. Es un acose y derribo que puede durar toda la vida o hasta que uno se cansa.
Alzo los brazos y la sangre baja hasta mis axilas y de ahí recorre el torso por las costillas.
Es fácil restañar las heridas, pero es más fácil bailar o agitarse, la sangre es un buen elemento decorativo.
No son cortes dolorosos, son cortes grandes y con buen caballo el dolor es un dimensión extraña y lejana. La heroína, es mi heroína. Son tajos que no han tocado un tendón, pero hay tantos que la sangre no sabe por donde salir más deprisa.
No sabe cual será el próximo paso de baile. O de descontrol, las cosas hay que llamarlas de alguna forma para entenderse. Ser preciso es una habilidad que pierde importancia cada día más en un mundo impreciso.
El equipo HIFI parece la tabla de un carnicero, no parece metal cromado su carcasa. Es un gran trozo de res sangrante. Se ha transformado en algo orgánico.
Cada convulsión me reafirma en que por una vez, lo que hago está bien. Me lleva donde quiero y la muerte se contorsiona conmigo. Va vestida como yo, tiene el color de mis ojos, es hombre. Soy yo mismo, no hay sorpresa y bailo frente a ella, porque es la única que sonríe con franqueza y un punto triste que me conmueve.
La navaja luce ensangrentada en el suelo, parece herida de tanta sangre que la cubre, la he pisado y la punta se ha clavado en la planta del pie y ahora el suelo se convierte en una mancha roja de Rorscharch sin más significado que mi propia muerte.
La música sigue su cadencioso ritmo apocalíptico y la sangre me baña el cuerpo. Siento algo de frío, algo de mareo. Y una esperanzadora irrealidad.
La jeringuilla está descorazonadoramente vacía, me apetece otro jaco. No hay tiempo.
Y salgo de mí como un derviche blanco con el faldón girando veloz y ensangrentado. Ensangrentado yo, ensangrentado lo que me rodea. Soy una mancha entre manchas.
Soy consecuencia, ya no actúo, ya no provoco, no creo. Solo soy un resultado.
Era necesario, cuando todo lo que haces te deja en el mismo lugar, es que algo huele a podrido en Dinamarca y es mejor salir por la puerta de emergencia antes de enloquecer o perder el valor.
El paquete de tabaco parece el de las películas que toman los dedos de los soldados después de hurgarse la herida por donde salen las vísceras.
No es solo el color, la sangre tiene un brillo y una textura inconfundibles. Y no hay nada tan cálido como ella aunque esté frío. Pareciera que vive fuera o dentro de las venas. Que cuando se derrama, se hace cuerpo sólido, parece crecer.
La sangre es un monstruo que busca salir para expandirse.
Quiere salir porque está harta de fracasos, de días de insoportables monotonías. De un trabajo que se repite día a día, el viaje en el metro es la primera fractura de la mente.
Se niega estar ahí, en un vagón, con todos los demás. Es un insulto, una afrenta a ser libre, a ser especial, a ser único.
Es la canallada más baja que podrían haberme hecho.
Es agónico convivir con quien no quieres. Un error no debería pagarse tanto tiempo, hay gente que vive con sus errores como muestras de orgullo, yo prefiero mi vergüenza a su indignidad, aunque me joda. Hociquean como cerdos entre su propia basura pensando que son excelsos.
Si no puedes matarlos a todos, huye de ellos, dice mi sabiduría.
Son demasiados, no puedo matar a tantos, no tengo tiempo. Aunque naciera mil veces, no podía eliminar ni una milésima parte todas las vidas basura que hay.
Soy el fracaso de los dioses o los seres extraterrestres que crearon semejante mierda que es la humanidad.
Si no estás contento vete.
Eso hago, coño.
Y te metes tus sentencias en el culo.
El suelo es una gelatina resbaladiza, caigo y me río aunque me he golpeado una ceja y ahora mana abundante sangre por mi rostro.
Prácticamente estoy llorando sangre.
Y me río cuando los altavoces repiten cadenciosamente: Raa-diooo-acti-vityyyyy.
El gato maúlla con miedo, me alza la patita, su pelaje blanco está salpicado de sangre. Y constantemente se está limpiando.
Perdona que te deje solo, amigo. Cómo lo siento.
Levanto una pierna y doy un giro torpe, ebrio, sobre el otro pie creando un círculo imperfecto de sangre, aunque podría ser perfecto, pero la sangre con la sangre se confunde, es difícil distinguirlo.
Normalmente no hago las cosas bien, desconfío de mí mismo.
Vomito, porque estoy realmente mareado.
El cigarrillo se apaga en un charco de sangre y parece que deja ir su alma con una voluta de humo rápida. Casi fulgurante, como si tuviera prisa en dejar este lugar.
El gato se ha levantado sobre sus cuartos traseros y con las dos patitas delanteras parece llamarme, es una monada…
Los derviches no vomitan, seguro que no lo hacen bien. Deberías vomitar cuando trasciendes, es como un escape de la atmósfera a un millón de G.
Ya me encuentro en otro lugar. El rojo no es sangre, es solo color, decoración.
Está vacío, sigo bailando, pero sin música, hasta mi respiración ha perdido acústica.
Y el rojo se convierte en blanco y al blanco se lo come una viñeta negra.