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En algún lugar del Madrid de principios del siglo XX:

“Vamos -dijo Roberto-, no está aquí ninguna de las que busco. ¿Te has fijado? -añadió-. ¡Qué pocas caras humanas hay entre los hombres! En estos miserables no se lee más que la suspicacia, la ruindad, la mala intención, como en los ricos no se advierte más que la solemnidad, la gravedad, la pedantería. Es curioso, ¿verdad? Todos los gatos tienen cara de gatos, todos los bueyes tienen cara de bueyes; en cambio, la mayoría de los hombres no tienen cara de hombres.”

La busca, novela de 1904 de Pío Baroja.

Lo mismo si le pegas con un bate en la boca.
Y luego lávate bien, son infecciosos cosa mala.

La fantasía de los humanos-bestias como licántropos, sirenas, medusas, esfinges, arpías, sátiros, centauros, vampiros, etc…; en el imaginario humano adulto está íntimamente ligada con el sexo.
Imaginar, soñar o reflexionar cómo sería el acto sexual con estos seres fantásticos o mitológicos de características humanas y por otra parte la bestialidad y violencia implícitas en el acto sexual, excita escrupulosa y secretamente la libido de muchas gentes.
El sexo brutal, doloroso y peligroso, absolutamente desinhibido; en las mentes adultas supera el miedo al desgarramiento de la carne, de los huesos y los órganos. Porque en los sueños no hay límites, no debería haberlos; de lo contrario sería una patológica castración que haría de la humanidad una manada de focas esperando que las orcas las devoren en la playa donde dormitan. Apáticas, desidiosas, incapaces…
El acto sexual con estos humanos-bestias lleva implícita una sumisión o posesión masoquista de la que mucha gente no se atreve a hablar, exteriorizar y mucho menos proponer; pero avergonzados imaginan y sueñan con sufrir o provocar el dolor.
El hombre lobo arañando sus pezones, penetrándola con un pene oscuro y velludo que la golpea profundamente hasta el intestino, empalándola…
La vagina redundantemente húmeda de la sirena, sus gritos enloquecedores al penetrarla, equiparable al riesgo de follar con una mantis.
Los vampiros subyugando con hipnosis a hombres y mujeres. Un acto sexual por aspiración de la sangre y el alma. La penetración de los colmillos en la carne como el acto íntimo donde ¿quién necesita un pene o una vagina para subir al cielo orgásmico? Y el gran premio: vivir como ellos eternamente.
La bestia solo hace lo que debe, para lo que nació, comer y follar.
No es el miedo a tales bestias, no en los adultos lo que les apasiona. Es la esperanza de un sexo irracional y brutal que rompa los límites marcados con alambradas de espinos morales a su libertad y pensamiento.
En los adultos mediocres es un deseo oculto y vergonzoso, inevitablemente excitante. Porque han degradado el sexo a un mero trámite biológico y social: certificar que follan ante la sociedad y una mujer preñada que lo demuestra.
Un sexo triste, meramente funcional, que no se atreve a rebasar las normas establecidas; ante las bestias humanas que leen o miran o sueñan, son arrastrados a elaborar las fantasías más voluptuosas y violentas hasta humedecerse y excitarse.
Nunca han follado con los ojos vendados, atados, amordazados o fantaseando con juguetes, texturas, viscosidades o insultos susurrados con un follar brusco.
Se excita ante el vampiro que le muerde las areolas dolorosamente, pensando que nunca ha tenido una mano en el coño que la masturbara, que chapoteara entre sus muslos mientras conduce reprimiendo el gemido y manteniendo una estresante y paranoica atención a la marcha del vehículo.
Ser gozados, violados, poseídos en los momentos más improbables… No, los mediocres no usan de la fantasía en su follar estandarizado de ciudadano integrado.
Son pura asepsia emocional e imaginativa. Pura incapacidad para gozar como de verdad desean, con esa faceta animal que les ha sido extirpada en escuelas, universidades y trabajo. Atenuada con drogas que esconden sus humillantes incapacidades.
No son necesarios psicólogos o sociólogos para explicar lo obvio. Solo basta nacer absolutamente desinhibido y prestar la suficiente atención para retener los datos que formarán las conclusiones.
Los que sueñan escondidamente mortificados con sus monstruos sangrientos, son los grandes frustrados sexuales, aunque no lo sepan y ante la película ignoran con embarazoso rubor sus genitales removiéndose ocultos entre calzones y bragas como fieras enjauladas, ahogados en sus propios fluidos y fantasías siempre retenidas en el oscurantismo sexual ya ancestral.
Ante una vida mediocre y esclava, cancerígenamente mediocre; sólo las potentes fantasías sexuales de placer, violencia y posesión sexuales, pueden soslayar durante unos minutos esa vida deprimente de los nacidos en una cautividad que la humanidad, a lo largo de milenios ha cultivado con apatía, conformismo, cobardía, obediencia y estupidez.

Grandes escritores (¿o famosos simplemente?) han creado personajes inolvidables que en el imaginario de la humanidad, se han convertido en los más diversos paradigmas de la ética, la mezquindad y el crimen.
Y maldita la gracia en algunos casos.
Aquí tenemos a Uriah Heep, la personificación de la envidia, la codicia y el arribismo y su mezquindad, en la novela David Copperfield de Charles Dickens,1850. Y su actualización a 2023, el Caudillo Español.
Sinceramente, prefiero una actualización de Barbarella y su potencial masturbatorio.
Las dos versiones de Uriah Heep son deprimentes; pero la actual, además, es de un inquietante, delictivo y sórdido realismo.

La sucia y decadente sociedad global del poscoronavirus o pos-covid-19, ha aprendido en masa a ser tan indigna, rastrera y represora como lo fueron con ella sus amos mesiánicos salvadores durante la pandemia del coronavirus. Que son ni más ni menos, los mismos amados, votados y aclamados líderes políticos de las hipócritas y falsas democracias mierdosas del nazismo, la cobardía, el servilismo y la mansedumbre.
Esta cochina sociedad se ha convertido en la basura humana descrita en la novela Fahrenheit 451 (temperatura a la que arde el papel para más señas) de Ray Bradbury. Donde el trabajo de los bomberos era quemar todos los libros, cuantos encontraran por ellos mismos o por la población cerda que denunciaba a quien sospechara que tuviera uno en su casa o metido en el culo. La quema de libros era una ley, un decreto del estado subnormal.
La repugnante y mezquina civilización o sociedad actual es prácticamente igual en todo el planeta. La realidad supera a la ficción, nunca mejor dicho.
La chusma actual ha aprendido de sus jerarcas que el ciudadano ejemplar tipo, es un puerco censor que lloriquea a sus amos pidiendo más prohibiciones y censuras de todo tipo.
Caminar por el planeta, entre la población humana, es como observar a miles de millones de retrasados mentales dando cabezazos contra las paredes del patio de recreo de una escuela porque no son capaces de ver la puerta para salir, sin el amo que les indique con una vara a donde ir.
Es hora y urge, la extinción masiva de la población humana. Si esta mierda que se lee en la noticia y puedo atisbar en el día a día, se convierte en conductual globalmente, la especie humana debe morir, o se la debe extinguir. Y rápido porque se reproduce a una velocidad ratonil pavorosa.
Es que no solo son dañinas para la inteligencia, la cultura y la ética las actuales sociedades; sino que es indigno, repugnante a la vista y a la ética más concretamente, observar al humano cerdo medio que tanto se da, deambular por las globalizadas calles del planeta, de cualquier país elegido al azar.
La prueba está en que son tan numerosos los puercos como para retirar un libro en una escuela, en este caso la insípida y aburrida biblia que solo hiere la sensibilidad de los analfabetos que no acostumbran a leer más de cuatro o cinco palabras seguidas y además, con dificultad de comprensión. En cualquier libro de necesaria y didáctica historia se narran crónicas parecidas. Por lo cual, también deben ser quemados o retirados ¿no?
Y borrar toda crónica y descripción del genocidio judío que cometieron los alemanes nazis porque también es feo ¿eh, hijos de puta analfabetos?
Estáis jodiendo el valor, la inteligencia y la creatividad, pedazos de mierda.
Debe estallar una gran guerra mundial o un desastre nuclear que reduzca la población humana subnormal a una cuarta parte de la actual. Pongamos unos ¿cinco o seis mil millones de almas? Con especial hincapié exterminador en los países más desarrollados como el que indica la noticia. En el que los cerdos de dos patas hacen el aire irrespirable con su porcina emanación de fluidos y aire viciado que regurgitan sus pulmones decadentes y degenerados.
Se debe llevar a cabo ya, porque la especie humana a día de hoy es demasiado longeva y su reproducción de cariz roedor, augura de igual forma una aniquilación caníbal que tardaría mucho tiempo en ser efectiva.
Por lo tanto, la solución está en que mueran miles de millones de reses humanas de una sola tacada.
De una buena tacada.
Sin agonías ni largos prolegómenos.
Saber que no existirán ya cerdos (o al menos no en tal cantidad) como los de la presente noticia, nos daría en caso de no haber muerto, paz y esperanza de una vida y evolución dignas.
Los libros no son imágenes pornográficas que saltan a la vista, pedazos de mierda, puritanos analfabetos de ano enfermo y herniado de degeneración y obediencia al amo.
Quien censura un libro, censura la imaginación y la creatividad más básica; se caga en el ser humano que gracias a él, los cerdos actuales de dos patas han llegado a vivir tanto tiempo y tan decadentemente.
Hijos de puta censores nazis…
Si la palabra te ofende, clávate palillos chinos en las orejas. Profundamente, imbécil.
Hasta llorar sangre, porque cagarla ya lo haces. Y no te creas que la sangre se debe a que estás de parto, ignorante.
Palurdos analfabetos…

Iconoclasta

No lo puedo negar, a veces tengo suerte. Buena, quiero decir, buena suerte.
Hoy ha sido el mejor día de Sant Jordi (San Jorge) o día del libro que he vivido.
Estoy harto de encontrar sólo literatura de consumo, automatizada, estereotipada, sin alma o simplemente infantil. Lo que las grandes editoriales publican como misioneras de un dogma que han de extender. El dogma de la globalización y el pensamiento insectil, banal y pueril. Fácil y sin sobresaltos, sin inquietud alguna; parábolas de tolerancias e inclusiones artificiosas y doctrinales de corte fascista. Lo que antes se conocía como simple educación y hoy elevan a pretenciosos decretos y preceptos pagano-religiosos. De esos que se convertirán en audiolibros para que aprendas lo que debes y pienses lo que quieren, sin entender siquiera como se escriben las palabras que tragas.
Hace años, desde inicios de los ochenta del siglo pasado, que no consigo encontrar literatura de verdad, limpia de la búsqueda de la fama o el “me gusta” o los refritos histórico-esotéricos. Sin adoctrinamientos para mentes simples.
Liturgias que insultan a la inteligencia.
Así que en una bonita tienda de antigüedades y ojeando en una vintage caja de madera (restaurada al efecto) he encontrado esta edición bilingüe (catalán-castellano) de Jacinto Verdaguer de ¡1909!

Además de mi económico, pequeño y pueril capricho de comprar un libro de ciento catorce años. Al abrirlo me he dado cuenta de que tras más de un siglo, no lo ha leído nadie.
Al llegar a casa, hemos sido mi hijo y yo los primeros en comenzar a leer sus páginas, cortando cuidadosamente con una afilada navaja los pliegues de las páginas aún unidas de cuatro en cuatro.
Me he sentido como un ingenuo y torpe explorador ante un descubrimiento. He vivido una sorprendente y gran odisea.
No está mal para un tullido.
Yo no sé escribir ni quiero, de la piedad y la bondad, de la amabilidad, la ingenuidad y ternura desenfadadas y humildes. De una fe o una aceptación a lo establecido.
Pero me gusta conocer aquellos estilos que jamás podría emplear. E intuir el fascinante proceso de aquellos autores, para construir instantes que contagiarían de su pasión o paz a los lectores.
Así que me fascina Lorca y su cuasi metafísica poesía. Y también me conmueve que escritores como Jacinto Verdaguer, dedicaran una parte de su ilusión a escribir poemas de instantes amables, bellos en su simplicidad. Donde se siente en cada verso el fruto de la experiencia mística de la soledad o recogimiento, y el contacto con la naturaleza.

Hoy ha sido un día bonito. Dos veces bien.
No puede hacer daño.
Y ahora a ver cuanto me cobra la usurera vida por el buen momento.

Iconoclasta

Es hermoso ver a los patos nadar río abajo y arriba. Divagando con vete a saber qué, mientras sus patas funcionan automáticamente, ajenas a su pensamiento. Es divertido observar cómo se dejan llevar indolentemente por la corriente y de repente, cambiar de opinión e ir en contra sin esfuerzo alguno, disfrutando de ser ellos.
Solo les falta fumar.
Reflexionar que son perfectos y hacen justo lo que deben, una línea de pensamiento que surge de una forma natural.
No están obligados a pagar por el pecado original o el de haber nacido y sacrificar fuerza y salud a un dios o un líder por el simple hecho de vivir.
El ser humano en sus sociedades antihigiénicas, antiéticas y criminales debe pagar caro el haber nacido. El ser humano en sus sociedades antihigiénicas, antiéticas y criminales debe pagar caro el haber nacido. No existe en el mundo, salvo los animales de ganadería, otra especie que nazca con pecado original y condenada al tributo o sanción por haber nacido. O deberíamos decir “nazido”, con absoluta propiedad y sin faltar a la realidad.
Ningún ser no humano del planeta puede imaginar ser culpable de vivir. Solo la humanidad tiene la suficiente deficiencia mental para no concebir la vida sin pecado, ni pagar caro con una cadena perpetua a trabajos forzados y humillación el respirar.
Un primer mono humano creó una sociedad donde el nacido es culpable y está condenado hasta la muerte.
No es el gran secreto de la vida precisamente.
No digo nada nuevo, solo me limito a describir mis observaciones de la naturaleza y los hechos evidentes.
En algún momento un humano incapaz e inútil para la caza o subsistir; pero con el don de la envidia y la codicia, decidió vivir a costa de su clan de unos pocos monos. Y la humanidad evolucionó desde ese hijo de puta y de los idiotas que no le aplastaron la cabeza con una roca. Evolucionó endogámicamente desde esos genes que la definirán hasta su extinción.
Y así hasta llegar a este momento, donde un ser humano, yo, debe escribir lo que es obvio para no olvidar ni por un segundo que es descendiente de un cabrón que no tenía la suficiente inteligencia y fuerza para cazar. Y por envidia y ambición lo estropeó todo convirtiendo a todo ser humano recién parido en criminal por vivir. Y claro, a los criminales hay que tratarlos con mano dura y darles unas cáscaras de premio si muestran obediencia.
No hay que olvidar que el humano es esclavo de sí mismo por su intelecto inexistente, ergo también de la envidia y la codicia de los no aptos para la libertad: los gobernantes o líderes que nacieron sin habilidades para sobrevivir y tuvieron que parasitar a los aptos, que llamaron pecadores originales para seguir en el poder con la invención de dioses en forma de triángulo, becerros, toros, corderos, serpientes…
La especie humana es una de esas mutaciones que no debería haber sobrevivido; pero por alguna aleatoriedad supo hacerse parásita en el planeta.
Todo humano es pecador al nacer según dogmas, según políticos o religiosos (no hay nada que los distinga en esta era ya tecnológica).
Según los poderosos (con “j” inicial por favor) para mejor definirlos.
Es una ofensa a la dignidad y la razón que solo afecta a unos pocos seres humanos con una inteligencia eficaz que trabajan sin otra opción para alimentar a los puercos por una mera cuestión de supervivencia, no por respeto o porque se crean culpables de algún pecado original de mierda religiosa. Porque la religión es y era política, no hay diferencia. De ideologías y dogmas se alimenta la actividad insectil de la especie humana en su cobardía, envidia y estupidez.
Por otra parte no hay donde elegir por mucho que conozcan la realidad. Deben hacerlo porque han sido paridos en un mal mundo, en una mala sociedad digna de ser exterminada y erradicar su podredumbre que afea el planeta. Les prohibieron aprender y ejercer su naturaleza, les castraron su posibilidad de vivir libres y por sí mismos apenas nacer.
Que nadie se crea que nací indigno e incapaz como aquel primer mono con ambición por frustración, o de aquellos pobres idiotas que lo obedecieron cuando pudieron matarlo.
Soy consciente de la mierda con la que intentaron cubrir mi pensamiento, mi inteligencia, desde el momento en el que nací.
Afirmo sin duda ni retórica que la vida de cualquier ser humano es más mísera, pobre e indigna que la de cualquier otro animal en el planeta. Y esto, es un hecho, por mucho que quieran aplicar filosofías que solo son pobres sofismas para el consuelo de tantos miles de millones de seres ya, subhumanos. Nacidos con el pecado original y su condena.
(Recuerdo vivamente aquel dibujo del libro de catecismo en el colegio, que indicaba en qué lugar de la cabeza del bebé se encontraba el pecado original.)
Es denigrante la cochina realidad…
Aquel gran error de imbecilidad e incapacidad de hace cientos de miles de años, cuando no mataron al más débil del clan. A aquel primer ambicioso inútil que grabó sobre la genética humana la única y exclusiva mirada que caracteriza desde entonces al ser humano, única en el planeta: la de la envidia. El verdadero y real estigma humano.
No murió lo que debía, es así de simple y trágico.
Una gran desgracia que se hizo una bola gigantesca hacia la degeneración y decadencia de una especie, de las más jóvenes del planeta y que afortunadamente, no tardará mucho en extinguirse dejando espacio a las especies perfectas, libres de los pecadores originales.
Lo importante es que desaparezca la especie humana, no salvar a las abejas.
Ojalá pudiera lavar mi sangre de aquella mierda heredada de los imbéciles.

El nacimiento del primer líder humano.
Grar decidió no salir a cazar con la partida al amanecer. Pensó que mejor era alimentarse de lo que traía el resto de la manada de monos humanos. Si alimentaban a la vieja mona, a él también.
Ya mostraba el brillo de la mirada envidiosa que caracterizaría para siempre a la especie humana. Aquella envidia le daba una inteligencia del engaño y la codicia, que no eran aptas para la supervivencia por sí mismo. Nunca se le dio bien cazar y a menudo era humillado por los cazadores útiles.
Se quedó en el asentamiento a pesar de los gruñidos de reproche del resto del clan.
La vieja hembra a la que Grar envidiaba, apenas podía caminar, su cadera atrofiada y deformada no daba más de sí. Se quedaba al cargo de la vigilancia, para avisar con gritos a la manada en caso de invasión de un clan rival.
Grar y la vieja Bruhr se gruñeron con hostilidad cuando la manada se internó en el bosque.
La vieja mona, con desprecio, lanzó al rostro de Grar un puñado de tierra y hojas. El macho inútil tomó del suelo una gruesa rama y la golpeó hasta matarla.
Hasta que la cabeza se fundió con la tierra.
Con la sangre de la mona se embadurnó el rostro y esperó a que llegara la partida de caza dormido al sol en un claro cercano.
Al atardecer, las cinco hembras y los ocho machos, llegaron al asentamiento con tres torcaces, dos conejos y un jabato.
Gritaron y gruñeron asombrados y furibundos al ver el cadáver de la anciana y el rostro ensangrentado de Grar. El macho alfa, Trun, un tipo pesado y osco, se lanzó con el puñal de sílex hacia el asesino.
Grar había atado a la rama una gruesa piedra. Antes de que el puñal se acercara demasiado, la maza golpeó a Trun que cayó muerto en el acto con un surtidor de sangre manando de la sien.
Acto seguido, Grar se acercó a uno de los monos más jóvenes, no más de diez años; ante la mirada atónita de la manada, le golpeó las tibias y el pequeño cayó al suelo aullando. Siguió golpeándolas hasta hacerlas pulpa. Le arrebató el conejo que aún llevaba en la mano y lo devoró desgarrándolo con dientes y dedos. El resto de la manada, de una forma inaudita, se acobardó. Ningún otro macho o hembra se atrevió a retarlo.
No mató al pequeño. Hizo guardia a su lado para que nadie se acercara a ayudarlo. El crío, con toda probabilidad debía sufrir una trombosis pulmonar por las heridas, cada vez que respiraba tosía débilmente y expulsaba sangre.
Cuando comenzaron a asar el jabato, Grar exigió blandiendo la maza, la mitad del asado.
El pequeño que aún no tenía nombre, fue ignorado en su agonía. Un enjambre de insectos nocturnos cubría sus muñones ensangrentados y las garrapatas se engordaban enganchadas en brazos y nalgas. Lentamente se debilitaron sus gemidos y se convirtieron en rápidos jadeos. En un momento dado intentó coger aire y vomitó una gran bocanada de sangre. Murió por fin poco antes del amanecer.
Y así fue en aquel amanecer, Grar era ya el primer líder político-religioso de un asentamiento humano.
Folló a las hembras y parieron monos muy parecidos a él. El resto de machos, obedeciendo a Grar, no solo debía cazar, sino conseguir nuevas hembras robándolas de otros asentamientos. Antes de llevarlas ante Grar, eran montadas por los raptores en el bosque.
La manada de monos humanos, creía que la agresividad de Grar les protegería de otras tribus rivales.
No era así, Grar no era valiente con quien no conocía. Negoció hembras y crías como esclavos y comida a clanes rivales y se aliaron. Se formaron los cimientos de los gobiernos.
A partir de aquel momento, los individuos serviles y no aptos para la caza y la supervivencia hicieron coro de adulación a los dominantes inútiles, y se convirtieron en hechiceros o en acusadores: jueces religiosos, adivinadores… Toda la parafernalia parasitaria de toda sociedad.
Los crías que nacían, mayoritariamente portaban el gen de la obediencia y el miedo de forma ya irreversible.
Descendemos de aquellos envidiosos y de aquellos cobardes. Y nada ha variado salvo la decoración.
Y que nadie se equivoque, los monos inteligentes y creadores han sido la excepción en estos centenares de miles de años, el resto de monos simplemente usurpó el conocimiento y los descubrimientos de aquellas pocas rarezas con inteligencia inventiva e investigadora que surgieron como anomalías o mutaciones.
En los últimos cinco mil años se perfeccionó y asentó la cobardía y la envidia en el ADN humano gracias a la higiene y el conocimiento de la curación o medicina, que dieron una vida más longeva a la humanidad y por tanto, se produjo una reproducción ratonil de los seres humanos convirtiéndose así en una amenazadora plaga.
Si no hubiera sido por esas pocas mutaciones humanas con inteligencia que prolongaron la vida humana, a día de hoy lo único humano que se encontraría en el planeta estaría grabado en una piedra, sería un fósil.
Más que sufrir el pecado original, la especie humana debería sentir vergüenza de lo que pudo ser y fracasó: un animal digno sin pecados, sin una vida humillada desde el nacimiento mismo.

Iconoclasta

Ocurre que a veces me encuentro desprevenido, indefenso ante el drama de un pasaje literario o una escena cinematográfica.
Con la guardia baja.
Es muy embarazoso cuando el llanto se agolpa al borde mismo de los párpados.
Jamás parpadees.
Cualquier movimiento volcará las lágrimas y costará dios y ayuda de parar.
Da gracias a la soledad, a la intimidad.
De que nadie sepa.
De que nadie vea.
Me siento invadido de lástima hacia esos personajes que sufren aquí y ahora ante mis ojos; las coordenadas del presente y el ánimo: la realidad.
La mía.
Es vergonzoso llorar por tamaña banalidad.
Me siento idiota.
No es por el drama exactamente. Quisiera que existieran los que sufren.
Son buena gente.
Y quedo abandonado, perdido en esas coordenadas ilocalizables en ningún mapa.
Perdido en mi realidad, no los encuentro.
El llanto es por su inexistencia, no han nacido.
Pobres míos…
Que la aflicción se derrame secretamente.

Iconoclasta

Texto

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Estoy super nervioso, expectante e incluso ilusionado ante el momento en el que la RAE, propiedad del Gobierno Penitenciario Fascista Español Homosexual Sanitario, incluya en el diccionario el verbo “aver”. De gran difusión y popularidad en frases como “vamos aver como va la cosa”, “aver si ahi suerte”, “vamos aver lo que está pasando”, y un montón de frases más a elegir.

Al igual que pasa con la malversación y la sedición, se acaban los problemas delictivos o legales ya que automáticamente si quitas el delito del código penal, dejan de existir corruptos y traidores.

De la misma forma, incluir el “aver” evitará la idea de que en la España Nazi Homosexual Sanitaria exista el analfabetismo. Y ahí está la RAE para demostrarlo.

Pronto vamos aver el “aver” en la corrección predictiva y ortográfica del guasap, mesenyer y procesadores de texto. Incluso los hispanoparlantes, se constituirán en el grupo étnico más culto del planeta.

Me muero de ganas por saber como definirá la RAE el verbo “aver”.

Es que no puedo parar de reír emocionado perdido.

¡Aver, aver, aver…!

(El “aver” es uno de los verbos más utilizados hoy día, gracias a internet y guasap se ha extendido como el mosquito tigre)

Es aterrador para la libertad y la inteligencia que en los títulos de los anuncios de películas en la televisión, se censure la palabra “puta” tachando la t y la a con borrones. El fascismo avanza imparable, como el de Franco, como cuando yo iba a aquel puto colegio de recios y severos profesores de mierda.
¿A qué puritano fariseo puede ofender “puta” o cualquier otra palabra? Las palabras existen porque son necesarias, todas; para describir, definir, entender y expresar.
Si tienes miedo a la palabra, eres un mierda, un pobre animal al que sacrificar y evitar el sufrimiento de la inteligencia, del saber y el valor.
Quieren los fascistas puritanos crear de nuevo la oscuridad, el miedo servil y analfabeto a la palabra. Quieren cobardes puritanitos obedientes, de palabras melifluas susurrantes en la mezquindad de sus hogares, de sus establos.
Es la época más oscura que he vivido, mucho más que el franquismo de mi infancia; donde aún no sabía calibrar lo que ocurría en aquella España putrefacta de oscurantismo, torturas y asesinatos.
Malditos nazis meapilas maricones hijos de puta… Tachad esto.
Los Ponzoñosos Señores del Oscurantismo…
Se debe iniciar una guerra mundial de nuevo y que se vacíe el planeta de millones de seres humanos analfabetos, indolentes, censores y mansos con ínfulas de tolerante intelectualidad farisea.
Si una palabra es perseguida y erradicada, incluso como recurso literario, las ideas merecerán pronto la condena de muerte de su autor.
El neonazismo ha surgido con fuerza inusitada y venenosa gracias al terrorismo de los estados que infectaron a su población con el resfriado del coronavirus. Y ha hecho de millones de adultos, niños atemorizados y retrasados mentales
Se debe observar como Google, el omnipresente y poderoso guardián del nuevo nazismo “democrático” trabaja la búsqueda de un título como la novela Memoria de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez.

Si se escribe el inicio del título, Google autocompleta y te lleva, ocultando la palabra “putas” con “p”, a los resultados de la novela de forma automática.
Pero si escribes la palabra “putas”, debes hacer “enter” para obtener resultados, porque como se ve, te viene a decir muy serio él, que la palabra “puta” está prohibida y si quieres buscarla lo hagas tú solito, que él es demasiado nazi:

¿La RAE, ministerios de cultura e igualdad, editoriales y profesores de escuela y universidad van a censurar el título de la novela? ¿Llegarán a un acuerdo nazi para que solo se llame “memoria de mis p tristes”?
¿Cuándo comenzará la cremación de libros como predijo Ray Bradbury en Fahrenheit 451? Ahora solo basta con modificar el archivo informático en pocos minutos. Y por esta razón que teman las librerías de libros de ocasión, esas sí que arderán más pronto que tarde.
La censura del neonazismo “democrático” se extiende como la diarrea de un perro por las aceras de las ciudades y en todos los ámbitos de la población, incluso en la intimidad de las casas.
Vamos a ver como gestiona la censura nazi una corrompida institución cultural prostituida sin rubor al neonazismo “democrático”, la RAE (Real Academia Española), y cómo trata en su diccionario de ideología nazi el término “puta”:

Cuando en el cole, con cuidado de que no nos viera el profesor, buscábamos “puta”, en nuestro diccionario, nos enviaba a buscar “prostituta” o “meretriz”, que se definían como “mujer que comercia con su cuerpo”.
Y ahora veamos que dice un diccionario que no está aún prostituido a la ideología neonazi “democrática” como el diccionario Larousse:

Os deberían enseñar, niñas y niños, que las palabras no se comen a nadie, no son monstruos. Tan solo definen, califican y nombran cosas para comunicarlas con claridad por vía oral y escrita. Y así crear con ellas conceptos que puedas guardar en tu mente con mayor facilidad, el sistema mnemotécnico por antonomasia para la historia y la expresión.
Porque si no existiera la palabra nazismo, no sabríamos como llamar a esos profesores, ministros, presidentes, sacerdotes, padres y madres que os roban y falsifican el conocimiento.
Si os roban una palabra, os roban una idea; por tanto, niñas y niños, escuchad a vuestros profesores, al gobierno y a vuestros padres para no hacerles caso. No les creáis jamás, no aprendáis su basura farisea nazi. Desconfiad de ellos, incluso de vuestros padres, que seguramente ya estarán infectados de la censura del neonazismo que surgió como una lepra en marzo del 2020, cuando los gobiernos nos infectaron de coronavirus, y con ello, a millones de personas de mezquindad, cobardía, indolencia, servidumbre y mansedumbre (apuntadlas en una libreta, porque estas palabras pronto las eliminarán de los diccionarios también).

Recapitulación:
Cuando se prohíbe la palabra, prohíben lo que define. Los gobiernos totalitarios usan esta técnica de condicionamiento de la población, para en este caso decir que la palabra puta está prohibida porque no hay putas. En ninguna gloriosa dictadura existen putas ni corrupción y estamos ante el mejor gobierno del mundo mundial.
La retórica nazi es repugnantemente farisea, de un puritanismo que, ahora sí, hiere de verdad la sensibilidad.
Y el hecho es que las hay, putas y putos a patadas; y están gobernando y decretando, niños, vuestra ignorancia e indefensión; en definitiva, el oscurantismo.

Iconoclasta