Archivos para marzo, 2021

Es que no se enteran de una mierda.
Yo los veo cada día; a los cobardes caminar, correr e ir en bici con bozal por la montaña y el campo.
Es una sociedad tan decadente y por tanto tan cobarde, que se han aferrado a las consignas de sus amos fascistas y se han calzado en tropel y sin escrúpulo alguno el bozal en el hocico con absoluta ignorancia del coste de salud que conlleva. Todo, absolutamente todo el mundo, camina con el culo prieto y corrigiendo neuróticamente la posición del bozal en su hocico. Es vergonzosa la cobardía, pero yo no puedo parar de reír.
El virus no se ha hecho más fuerte, los cagones y cagonas que no se quitan en todo el día su bozal, han empobrecido su sistema inmunológico y debilitado los pulmones al respirar continuamente su propio aire viciado y pobre a través de ese bozal.
Y por otra parte, han dejado de suministrar a los pulmones el grado de humedad necesario y los antibióticos, vitaminas y anticuerpos de los que está formado el aire respirable. Porque deberían saber todos los niños en el colegio y los idiotas de sus padres, que el aire no está formado solo por gases, imbéciles.
Si les hubieran dicho que colgándose de la nariz un trozo de excremento, evitarían el coronavirus, llevarían mierda columpiándose de sus narices muy dignos ellos, como muy dignos y seguros se sienten con su perfil de perro enmascarillado.
Cuando pasen los años, otras gentes ajenas a esto, se preguntarán como pudo ser la chusma tan imbécil; de la misma forma que ahora tenemos claro y una demostración en vivo, de como un subnormal como Hitler pudo ser democráticamente elegido presidente.
Y por ello, el nuevo y normal fascismo español del coronavirus, debería ser juzgado por genocidio, si no fuera porque todos los países se han globalizado (no hay jueces honestos si alguna vez los hubo) para imponer la dictadura del miedo, la estafa, la ruina y la sumisión haciendo débil y cobarde a una población que, durante años se han preocupado además, de hacerla absolutamente ignorante y de una cobardía que podría ser incluso, supersticiosa.

En este momento y lugar obtienes dos buenos trofeos si no eres indecentemente cobarde: la libertad y la soledad.
Si ejerces aunque sea un mínimo de libertad en estos tiempos de la cobardía institucionalizada y adoctrinada por el fascismo impuesto por el coronavirus, te ganas la soledad con una facilidad que nunca hubieras imaginado.
Porque desde el mismo momento en que ejerces tu libertad, te quedas solo. Es algo que no admite discusión alguna.
Te encuentras rogando que por favor, la enfermedad continúe hasta que te mueras. La soledad sí que es bendición.
La libertad te da un aire exclusivo que provoca recelo y envidia en los cabestros y sus pastores, y una valentía que provoca incluso, el odio. Es lo que te lleva directo y veloz a la soledad.
Es lógico que se me ponga dura la polla en esos momentos de revelación.
En definitiva, ejercer la libertad en tiempos de cobardía y sus llantos te hace épico.
Hay momentos en los que tienes que ir a comprar tabaco y no queda más remedio que meterte el bozal en el hocico; pero dura poco.
Nada es perfecto, qué mierda…

Los franceses no son como los españoles o pobladores de la península ibérica, no les gusta que se les robe su libertad. Esta es la razón de lucir el ejército y no la mierdosa mentira de realizar maniobras militares ante una hipotética guerra contra otro país.
El presidente gabacho saca al ejército para avisar a los franceses: “Vosotros, hijos de puta, os vais a meter en vuestra puta casa cuando yo diga. Y llevaréis la puta mascarilla hasta enfermar y debilitaros al nivel que yo diga u os mato a todos, hijos de puta”.
Quien quiera entender otro mensaje melifluo o edificante de mierda, o creer la noticia tal como se lee, es que de verdad necesita un dictador para que le enseñe lo que debe pensar y lo que debe decir. Y sobre todo, que le diga cuando debe ir a dormir o meterse en su casa.
España y su nuevo y normal caudillo del coronavirus hace lo mismo; pero como es infinitamente más pobre, ha vuelto a sacar los serenos franquistas para perpetuar sus noches oscuras de prisión y la mascarilla para enfermar, debilitar y acobardar a los españoles crédulos, y ante todo mansos añorantes del franquismo, su “seguridad”, su semana santa ortodoxa y su represión analfabeta.
Toda la mentira completa de la noticia en: https://www.lavanguardia.com/internacional/20210330/6616738/fuerzas-armadas-francesas-preparan-guerra-alta-intensidad.html

Se acabó, si no tienes un blog no podrás ejercitar la literatura con las palabras que elijas sin castrar tu obra.
Todas las redes sociales, con especial hincapié en tuiter y feisbuc son las guardianas del nuevo fascismo que ha surgido como una infección paralela con el coronavirus (en caso de no haber sido el coronavirus la herramienta para robar cualquier asomo de libertad individual). Toda palabra que consideren malsonante sea en el contexto que sea (no importa si es literatura de ficción, humor o ensayo) será censurada.
Las redes sociales se han colocado en primera fila para acabar con cualquier libertad de expresión y juzgan qué palabra les gusta y cual no.
Me parece bien, es su puta casa. Yo en mi casa hago lo que me sale de la polla. Así que a la mierda con los “me gusta”. Mientras tenga humor servirán las “suciales” redes para llenar mi espacio con los enlaces de lo que publico en mis blogs; cosa que más pronto que tarde, me aburrirá.
Cualquiera con un nivel medio de capacidad lectora sabe que el fascismo se apoya en una ignorancia y una espantosa falta de creatividad e imaginación. El fascista no tiene de esas cosas. Es simplemente un imbécil (sea comunista o capitalista) envidioso que odia el arte o el ingenio que otros pueden tener.
A ver si va a resultar ahora, que el cochino Franco era un premio nobel de mierda; cuando su innombrable libro debería estar en los cagaderos de los burdeles para limpiarse el culo con sus hojas en caso de emergencia, como en tiempos franquistas se usaban los listines telefónicos en los bares.
Las redes sociales han regulado su nivel de expresión, al nivel de la ignorancia de sus usuarios, promoviendo y acelerando la castración intelectual; tal y como ha ocurrido con el cine, que lo han convertido en un espectáculo siempre para adultos menores de cinco años mentales. Afortunadamente aún quedan Netflix y Amazon Video creando cosas serias para adultos formados. No sé cuánto durará; pero mientras tanto, mis respetos para estas dos compañías.
El cine murió antes que la literatura, porque era más visual y enganchaba a mayor número de cabestros. Leer es algo más marginal si pretendes algo bueno. Porque catedrales del mar, pilares de la tierra, crepúsculos, sinsajos, potteres, etc… No es literatura, es adoctrinamiento puro para conducir a los borregos a la ignorancia más elemental. Se trata de manuales de superación tipo: “Consiga ser un perfecto mediocre en 15 días”.
Nadie me puede prohibir escribir “maricón”, “puta”, “follar”, “tortillera” o cualquier otra lindeza que se me ocurra. Si existen las palabras, las uso y si no, las invento.
El lenguaje es lo más sagrado de la comunicación, cualquier censura sobre el mismo, es el mortífero veneno contra la imaginación, la creatividad y por supuesto, la más esencial libertad: la de expresión.
Los arribistas políticos, jueces, policías, militares, editoriales, cadenas televisivas y plataformas sociales en internet, se han erigido en los máximos censores de las palabras.
En las dictaduras fascistas o comunistas de siglos pasados se quemaban y prohibían libros. Los nuevos fascismos van directamente a por las palabras.
Y la RAE, dando entrada a ridículas nuevas voces y regulando los parámetros ortográficos a la ignorancia imperante, se ha constituido en la gran puta de todos los censores.
Que descanse en paz la literatura, el arte y la historia. Ha llegado la extinción de la inteligencia, la intelectualidad y la libertad creadora; pero ante todo, ha desaparecido todo asomo de ética y honestidad. Todo se ha prostituido a la cobardía y al servilismo de un rebaño de tarados mentales en plena fase de muerte por decadencia.
La cobardía rige el nivel de expresión y los fascismos del oscurantismo (actual ignorancia) son los que plasman el sello de “Censurado” en cada palabra.
Si alguien hoy quisiera escribir y publicar una novela como La Naranja Mecánica o realizar un corto como Un Perro Andaluz (“perro” no se permitiría, ni siquiera en Francia donde se realizó), serían obras censuradas y masacradas por las redes sociales, los ministerios de inCultura, los políticos, las editoriales, los curas, los militares, los policías, los alcaldes y los ignorantes profesores de escuela.
En serio, el cine murió hace una década y ya no puedes comprar un solo libro que tenga la categoría mínima para no ofender tu inteligencia.

Iconoclasta

Y además, están excavando en Jerusalén para encontrar un evangelio apócrifo que hable de la peligrosidad del coronavirus y la obligación de los cabestros a triplicar el número de bozales que llevan el hocico y ofrecer sus futuras pensiones para el bien y gloria del nuevo régimen normal y fascista español del coronavirus.
Los caciques autonómicos dan gracias a Dios elevando también sus manos repletas de billetes al cielo gritando ¡Hosanna, Hossana! (estribillo del reguetón fascista español).

¿No es precioso que un conocido actor sea detenido por la Gloriosa Guardia Civil del Nuevo y Normal Gobierno Fascista Español?
Y tan oportuno y edificante como Jesucristo fabricando panes a toda hostia de velocidad para unos cuantos muertos de hambre.
Si es que los fascismos no destacan por su ingenio, y mucho menos por su sutilidad e ironía.
Y es que los cabestros políticos que están cobrando impunemente más que nadie, no es por una cuestión de valía, es cuestión de suerte. A todos los tontos se les aparece la virgen de la misma forma que al conocido actor se le aparece oportunamente un batallón de guardia civiles ferozmente armados para que pague por su maldad contra el régimen español.
Qué puta mierda de cerebros.

Siento vergüenza ajena, incluso se me pone dura por ello.
No entiendo como pueden escribir esas mentiras infantiles y luego no suicidarse por una imbecilidad mórbida.

Tras unos años de remodelación, el vertedero que es España y sus taifas, tan afanosamente excavado por Franco, vuelve a operar a pleno rendimiento para Europa y el norte de África.
Los cerdos del nuevo y normal fascismo español querían más y ahora ya casi lo han conseguido todo. Es tan triste como repugnante.

¿Hasta cuánto tiempo aguantarán las reses sorbiendo su propio aire pobre y viciado respirando a través del bozal?
Aguantarán hasta morir envenenados de si mismos.
No hay nada que indique de que el bozal los incomode. Tienen una absoluta, leal y ciega fe de que el bozal les está salvando la vida.
Esa fe que les llevará a dejarse marcar el lomo con un hierro al rojo vivo como vacas, para seguir bajo la protección del fascismo o democracia del coronavirus.
Otra cosa muy cómica, es cuando una rata corretea por la calle con el bozal bajo la papada y está próxima a cruzarse con otra; con gesto mezquino se colocará el bozal en el hocico haciendo alarde de una cobardía e indignidad que a mí me avergonzaría.
Son tiempos difíciles y no por una epidemia de gripe que han creado, si no por la ofensiva faz de la miseria humana que ha dejado al descubierto la gripe. Tal vez, algunos también usen el bozal para ocultar su mísera cobardía.
Pasear hoy día por las calles del fascismo y su enfermedad, es igual que caminar bajo una lluvia de excrementos.
Es de libro de jardín de infancia: la cobardía de un dirigente político baja hacia las capas sociales aumentando exponencialmente; y así se encuentra que la clase votante u obrera (la más baja de las clases o castas sociales), es veinte veces más cobarde que su presidente o caudillo.
Si a ello le sumamos un analfabetismo intelectual y una decadente indolencia, nos encontramos ante el perfecto e inagotable alimento para grandes felinos, orcas y tiburones y otros depredadores que sí se merecen seguir viviendo en el planeta.

Ya no me queda más que ser tu nocturnidad.
La luz no me permite ser la piel que te cubre.
No me queda más remedio que ser un aire que te ama cuando el mundo cierra los ojos, cuando cierras tus ojos.
Deambulo por los campos oscuros conjurándome a mí mismo. Elaborando un amarre nocturno con flores lilas que he recogido con los últimos rayos del sol en una esquina del horizonte y ramas de zarzamoras erizadas de púas para protegerlas de la maldad del día que me condena a vivir sin ti. No es perfecto, porque algunos pétalos se han manchado de sangre; pero les da un aire de hermosa tragedia.
A mí no me duele y a ellas tampoco, no hay ningún mal en ello. Nadie me puede llamar vampiro por unas gotas caídas al azar de la desesperación.
Seré un siseo sensual y nocturno en tus labios, en tu oído; un frescor en tus muslos.
Lo que la luz me quita, se lo robaré en la oscuridad.
Tengo mis recursos amatorios.
No será fácil que alguien o algo evite que llegue a ti.
No será tan fácil, amor.
En la oscuridad de todas las noches, me convierto en una sombra más, en un invisible que una noche por fin, el amarre desesperado convertirá en aliento nocturno en tu boca.
Dicen que los encantamientos no existen, si ese es el caso, deberán llamarlos de alguna forma que permita su existencia; porque no conseguirán encontrar mi cadáver, ni en los días ni en las noches, cuando mi conjuro me lleve a ti y me deslice siendo niebla por tus pechos, como oscuramente camino frente a las negras montañas nocturnas con el universo negando la posibilidad de cualquier magia.
Cuando ocurra, no me confundas con un murciélago ¿eh?
Si no te arranco una sonrisa es que soy un mierda, cielo.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.