Archivos para May, 2021

Al nuevo y normal gobierno fascista español, a sus caciques, les encanta de forma insana y parafílica clausurar todo, cerrar locales y playas exhibiendo su ansia de poder y su fascismo rayano en el sectarismo más puritano. Digo yo, que se les debe poner dura y las bragas empapadas al ejercer su recio fascismo de la cobardía y el timo al cabestro.
Disfrutan más que un cerdo en una charca con sus decretos fascistas y sus cierres déspotas.

¡Qué asco!
Ya puede llover, haya terremoto, huracán, manifestación de maricas, tortilleras y transformers, que no haya nadie cerca de ellos en medio kilómetro a la redonda, incluso que la bofia esté muerta; que no se quitan el bozal del hocico ni para comerle la polla al marido o el coño a la parienta.
Que la obediencia servil es pura cobardía, lo supe ya de muy pequeño cuando mis compañeros obedecían y yo fumaba porque me salía de mis cojones a los doce años. En lo único que me he equivocado, ingenuo de mí; es en calcular a la baja la desmesurada densidad demográfica de los ejemplares de cabestros serviles.
Hay un buen y humanitario remedio para la agonía de los serviles. Cientos de películas no pueden estar equivocadas: el tiro de gracia. El que se les da a los caballos cuando se rompen una pata y no cesan de relinchar provocando jaqueca porque sufren asaz.
Yo puedo cooperar humildemente comprando las graciosas balas, ya que dispongo siempre de una módica cantidad de euros para dedicar a caridad o beneficencia.
Y conste en acta (que para eso cobra una pasta el cabrón del notario) que un bozal que debilita y enferma al cabestro portador, es mucho más cruel, no tienes más que oírlos respirar y hablar.
Además que oculta la belleza de las tías buenas. Uno se cansa ya de mirarles siempre las tetas y la entrepierna, a ver si hay suerte y llevan el pantalón tan ajustado como mi profesora en los años 70, que lo llevaba harto metido en el coño. Ahora llevan mallas, cosa que da esperanza conejil; pero bueno, si no puedes imaginar sus labios haciéndote una mamada, es una mierda también.
Salir a pasear en tiempos fascistas coronavirianos es asistir continuamente y sin esperanza de escape, a un certamen canino.
Tanto de lo mismo (bozal y mezquindad) es vomitivo (emético para los más habilidosos con el idioma).
Y ciertamente dan miedo, con ese fanatismo servil parecen talmente una secta de davidianos o cosas de esas que el FBI tiene a bien exterminar de cuando en cuando. Hay sectas que se suicidan colectivamente y eso también mola, que se quemen en grupo; de la misma forma que la leyenda urbana cuenta que de tiempo en tiempo,los lemings se lanzan por los barrancos noruegos al mar en un suicidio colectivo por el bien del ecosistema; como si no hubieran comido yerba de la risa.
Es horrible el asunto de la reencarnación: ¿no hay renovación? ¿corremos algunos pocos el riesgo de encontrarnos a muchísimos de los mismos subnormales en otras vidas con otras formas?
La misma imbecilidad repetida hasta el infinito. Es pura desolación imaginarlo.
Si al menos el imbécil se reencarnara en una mosca, te saldría gratis matarlo.
¿O tal vez al tener un grado de disminución deben reencarnarse por pelotas y no tener así el paraíso lleno de tarados? Si fuera así, ya mismo le beso los huevos al cristo en la cruz. Yo a follar en paraíso y los tarados a reencarnarse en mierda de pato o lo que quiera que tengan suerte de ser.
No… Es demasiado complicado, un buen tiro de gracia y a evolucionar como toda especie decente, coño. Es lo mejor, creedme.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

Claro que no, hay que montar un despacho con cuatro ordenadores, dos secretarias y el bedel para vacunar a una res. Y luego la gestión de la carta verde veterinaria, o como graciosamente lo llaman los europeos: pasaporte covid.
El nuevo y normal fascismo español del coronavirus va a tener que cuadriplicar la nómina de funcionarios a costa de los millones de parados, unos pocos trabajadores y pensionistas que deberán regalar al régimen fascista nuevo y normal, el noventa por ciento de lo que cobran para vacunar a todos los cabestros españoles.
Muchos de los vacunados se van a morir de hambre.
Margaritas a los cerdos.

O es una verdad o una mentira de la prensa del fascismo español para poder seguir cortando libertad con total impunidad, encarcelando a la gente y obligándola a respirar mierda a través del bozal.
Si es verdad, la vacuna se la pueden pinchar en el blanco de los ojos los enfermeros, los médicos, el caudillo, sus caciques y sus ministros. Que la disfruten, so putas.
¿Para qué cojones sirve una vacuna que no vacuna?
¿De verdad que políticos, prensa y sanitarios son tan subnormales? A ver si Hitler iba a tener razón con practicar la eugenesia en algunos grupos sociales, sobre todo los privilegiados de mierda.
Es que me dan unos disgustos… Ser inteligente es lo menos relajante que te puede ocurrir en estos tiempos de estafas y coronavirus decretados.

La fotografía en blanco y negro es una bella metafísica de la mediocridad. Una gama de grisentería que hace de los colores más apagados un misterio y a los más radiantes roba su protagonismo y vanidad.
Tal vez el blanco y negro, además de su facilidad para revelar por cualquier aficionado en los tiempos anteriores a la foto digital; tiene su encanto en que es una visión extraña del mundo, más simple; pero hace de las texturas las grandes actrices estelares. Lo viejo se hace atávico y a falta de color, más digno al convertir lo decrépito en antigüedad. El pelaje más intenso, más espeso, o más ralo si así se da el caso. Las plantas ostentan con orgullo de músculo las venas de clorofila en sus hojas y la cicatriz heroica de algún hongo.
El blanco y negro se centra en la intimidad. El color en la espectacularidad y la realidad sin piedad: es nuestra visión diaria.
Desafortunadamente (afortunadamente para nuestra supervivencia) no podemos ver en escala de grises.
El color crea polémica, una batalla de tonos que el cerebro humano debe descifrar debidamente. Lo gris relaja con su uniformidad y los simples claroscuros.
Ambas técnicas son la metáfora de la sociedad y su riqueza y miseria: puesto que no hay suficiente riqueza (color) para todos, es mejor repartir la pobreza (lo gris) dulcificándola con un poco de romanticismo. No puede hacer daño.
Es una mirada cínica al apasionante mundo de la fotografía, desmitifica los grises y le otorga su crudeza al color. Las cosas como son, por mucho que nos apasione el blanco y negro, es demasiada simplificación; como para perder el rumbo.
Las razones para elegir entre el color y la gris monocromía, cuadran con la humana esencia que ha formado una sociedad banal e infantilizada que solo satisface a los lelos: realidad o cuento.
Y me gusta la grisentería en la fotografía, me lleva a evadirme. Siempre digo que demasiado color me da dolor de cabeza. Bien, cuando fotografías y obtienes lo que has visto simplificado a una gama de grises, puedes pensar que has visitado un lugar extraño para variar. Todos quedamos perfectos en blanco y negro cuando no hay un color que pueda salir marchito.
Técnicamente la dificultad radica en el color, la idónea temperatura de la luz, el contraste mayor o menor de tonalidades, la sombras son más duras e insalvables, requiere más precisión y ser muy selectivo con lo que se pretende destacar.
Si dominas el color, dominas la técnica fotográfica.
El blanco y negro, requiere más la elección del sujeto: que sea interesante. Porque a la mediocridad de lo gris, no puedes añadir algo más gris todavía.
Es más relajante y da un respiro de tanta realidad pura y dura. Una pacífica y amable grisentería para todos los públicos.
El color no perdona y la sangre es sangre, como la carne abierta y la carne en descomposición, como las escleróticas vidriadas en rojo. O las uñas blanco amarillento de aferrarse con fuerza a un clavo ardiendo para salvarnos del hastío y se nos escapa de los dedos.
Todo puede tener su encanto y su canibalismo.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

Ya lo digo yo, que se pueden ir metiendo su democracia de mierda junto con sus putas leyes y decretos por el bullate, por el ojete, por el ojo del culo; que les encanta meterse cosas.
Las serpientes no solo no se envenenan entre sí, sino que se apoyan cosa mala.
Así el cerdo protege al cerdo (ambos ricos, poderosos y sobre todo políticos).
Y el cerdo aplasta al pobre o ciudadano.
Que para eso existen las leyes, para proteger al cerdo y sus intereses y hundir al inocente de cualquier delito. Al ciudadano.
No seré al único que alguna vez la puta democracia le embargó el jornal, por en tiempo de crisis, no poder pagar los autónomos. Sin putos indultos de mierda, so hijoputas.
Los indultos solo son para puercos y entre puercos.
Que un mal ébola los mate a todos, a los que están fuera y dentro, que caguen sangre; esta es mi voluntad.

Está bien, no puede ser más cara la tontería que viajar a La Luna o soñar con llegar vivos a Marte.
Son cosas que pueden hacer con el dinero que no se destina a la pobreza, banalidades propias de quienes más que trabajar, cobran por pasarlo lo mejor posible con el mínimo esfuerzo.
Ciertamente, donde nació el arribista y lameculos de reyes, el tal Colón, me importa lo mismo que el rabo de la vaca si está limpio, sucio o si sigue o no pegado a su culo.

Un par de críos de entre seis o siete años jugaban en la acera, frente un parque infantil del barrio. Llevaban el bozal bajo la barbilla. Cuando estaba suficientemente cerca, a punto de rebasarlos, dejaron de perseguirse, se situaron en el parque dejando la acera libre y ajustaron sus bozales a sus hocicos casi en posición de firmes. Me miraban detenidamente a ver si hacía yo lo mismo. Y una mierda.
Pero sí que sentí cierta pena por no llevar en esos momentos unos snacks de gato, de los que le doy al mío porque me sale de la polla en cualquier momento.
Les hubiera tirado unos cuantos al suelo como premio a su buen adiestramiento.

Encima de estar extinguidos, los dinosaurios tienen que soportar que les metan cosas en sus fosilizadas tripas.
Más que pasión por los dinosaurios, se trata de una auténtica fobia que pretende extinguir lo que ya está extinto. En España no hay inteligencia, pero tienen voluntad por hacer las cosas, independientemente de si saben o no hacerlas y si las hacen bien o mal.
Como el nuevo fascismo chino español ha censurado los toros porque tiene que ver con el valor y la determinación (cosas absolutamente prohibidas en la nueva, normal y fascista España), hay que joder a los pobres dinosaurios rellenándolos de cosas tóxicas y otras podredumbres.