Archivos para abril, 2009

Sexo en el Sistema Solar: El Sol

Publicado: 28 abril, 2009 en Humor

El Sol es una enorme estrella caliente, un sitio muy de paso en el que apenas apetece estar más de cuatro o cinco horas.
Se debe ir protegido con un buen traje anti-térmico; sus habitantes están ardiendo todo el día, por lo cual sólo se ven llamas.
Y claro, sólo pueden follar entre ellos.

Tuve que entrar en un sex-shop para estudiar su comportamiento sexual.
Me tenían que transportar en una grúa taxi. Los humanos de unos 80 Kg., pesamos casi dos toneladas en ese inmenso globo de gases y plasma a elevada temperatura que es el Sol.

Pagué una pasta por nada, me colocaron unas gafas de sol con las que apenas podía ver, me metieron en una cabina y tras cerrar la puerta, bajó la persiana metálica que daba a un escenario. Un vidrio manchado con salpicones de mil corridas, y ahumado, era la separación entre el público de otras cabinas y los actores.

Aparecieron dos pelotas de fuego botando contra las paredes y el cristal; de repente se unieron, sonó un silbido irritante que salía de aquella única bola y tras seis segundos de puro aburrimiento en los que no pasó absolutamente nada, se separaron las dos pelotas entre una nube de chispas. Y quedaron quietas cada una en un rincón inflándose y desinflándose rápidamente.
Y subió la persiana.
Me sentí estafado.

En definitiva, los solarianos van quemadísimos y follan sin ningún tipo de refinamiento.

Cuando la grúa me transportaba hacia el exterior, al pasar por la entrada de nuevo, llamé hijo puta al encargado del sex-shop.

Me cobró casi 100 sistemas por esa mierda de espectáculo.
Se notaba que estaba acostumbrado a que lo llamaran esas lindezas y me regaló un llavero que como todo lo de allí, era una bola de fuego chispeante.
Retiré lo de hijo puta y lo llamé ladrón. No me hizo caso y me explicó que el llavero era un pene saltarín que al ponerlo en la palma de la mano daba saltitos para acabar simulando una eyaculación ígnea. Observé la tontería fijamente y no fui capaz de imaginar que hiciera todo aquello que el encargado decía.
Es más, me dio la impresión de que me estaba tomando el pelo.

-Pues te lo metes por el culo.- le dije a modo de despedida.

Me contestó que lo haría delante de mí por 20 sistemas.
Ya en mi nave, a medida que me alejaba del Sol hacia Mercurio, mi humor mejoró y me la casqué por puro vicio y costumbre en el saloncito de la nave.
Nunca más le daría un céntimo de sistema a los solarianos.

 

 

Iconoclasta

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Sexo en el Sistema Solar: La Luna

Publicado: 23 abril, 2009 en Humor

 

LA LUNA

Es el satélite de la Tierra, mi planeta natal. Lo que en la Tierra pesa 1 Kg., en la luna pesa 164 g.
Está llena de cráteres y es molesto y penoso pasear por su superficie.

Las erecciones son allí mucho más ligeras y potentes. No se siente esa presión tan dura que provoca hasta dolor de huevos como ocurre en la Tierra.
Es un poco violento ser turista o extra-selenita y caminar por sus calles porque todos los machos andamos notablemente empalmados. Los machos selenitas nos tienen por unos salidos sin remedio. Las hembras no entienden eso de “salido”.
Las tetas de las selenitas y otras hembras no autóctonas, lucen y se mueven como en ningún otro planeta; y eso no ayuda al problema de la continua erección.

Los selenitas son altos y delgados, albinos en su mayoría. De los sobacos les penden unas largas melenas blancas y en la cabeza, machos y hembras exhiben una cresta rojiza recubierta de un rizado vello negro.
Extrañas gallinas.

A mí me da asco esa excrecencia que tienen en la cabeza, sinceramente; pero no debo ser el único que lo siente porque las putas y chaperos selenitas, llevan siempre la cabeza cubierta con gorras de la Pepsi o el Pizza Hut.

Son ambos sexos muy empalagosos y enamoradizos, es inevitable acabar con una selenita en uno de esos tan cacareados y preciosos cráteres, metiéndole mano en el culo y dándole un beso atornillador que acaba aburriendo al más melindroso y espiritual de los machos del Sistema Solar.
O a la hembra (no puedo evitar pensar como un macho porque no soy nada tolerante conmigo mismo y me cuesta ponerme en situación femenina).
Tienen una lengua larga y rasposa que acaba irritándote las cuerdas vocales una vez se han controlado las náuseas.

¡Ojo con la expresión vamos a echar un polvo! Su alimento los constituyen los minerales del suelo lunar, si les dices eso, te meten un puñado de polvo en la boca a tal velocidad que no tiene uno tiempo de reaccionar. A mí no me pasó; pero un grupo de terráqueos que habían llegado en sus naves tuneadas, borrachos y en busca de sexo fácil y económico (la Luna es una astro de 2ª categoría, un satélite, vamos), pasó una mala experiencia.
El más borracho y bocazas del grupo y recién apeado de la nave, gritó:

-¡Vamos a echar un polvo!

Les metieron a todos tal cantidad de polvo en la boca, que los sanitarios tuvieron que golpearles con un cucharón de madera en la nuca para que se vaciaran de tierra y polvo. Las putas selenitas, mientras tanto sonreían satisfechas de saber tratar a los machos extranjeros.

Son tan espirituales los selenitas que follan por antenas.
De entre los vellos de sus crestas siempre ingrávidas, cuando se excitan, emergen unos apéndices de unos 40 cm., un par por cabeza. Macho y hembra se dan la espalda mirando al aterciopelado espacio y trenzan entre si las antenas. Cuando los dos pares de antenas se han convertido en uno firmemente enlazados y cambian del gris perla al morado, exudan un líquido lechoso que les cae por la cara y recitan con voz melodiosa:

-¡Kindrescas estarticante, congojo!- (Coño que gusto, ya me he corrido).

Pues que queréis que os diga, no lo encuentro tan romántico.

Con los terráqueos, lo que hacen las putas y ninfómanas o simplemente adúlteras, es apresar el pene con las antenas y lo retuercen hasta que al macho se le saltan las lágrimas y en ese momento piensan que ha eyaculado. En realidad nos corremos después, por el placer que uno siente cuando se la liberan.
He visto hombres curtidos llorar como niños y a los segundos siguientes gritar como cochinos al correrse.

Las selenitas son muy populares entre los ambiguos que disfrutan tanto con mujeres como con travestis.

Yo le pedí a una puta una mamada desconociendo las características de su lengua y tuve que gastar tres tubos de medio kilo de cortisona en gel por la irritación que padecí. Eso sí, te dicen muchas veces que te quieren, como las zorras cubanas. Son muy sensibles.

Pero quienes disfrutan verdaderamente del sexo lunar, son las terráqueas. Los machos selenitas las penetran grotescamente con sus antenas y ellas, al no eyacular, gozan durante largo tiempo. Incluso les da un morbo añadido, los machos lloran de pena al no conseguir la eyaculación de la hembra. Y es que si una mujer terráquea paga, aprovecha hasta el último céntimo y se retienen de correrse lo que haga falta; así que el pobre gigoló selenita cobra una mierda por un polvo de dos horas de intenso trabajo y encima marchan con la cabeza cabizbaja al no conseguir que la hembra eyacule. Los he visto tirarse al suelo desesperados por su fracaso y llenarse la boca de polvo y excrementos hasta que les salen por las orejas. Hay una fuerte carga dramática ahí. Deprimente…
Y es que las mujeres terráqueas no se cortan un pelo tampoco.

Visto aquello y tras el doloroso francés, me subí a mi nave y despegué rumbo al Sol.

 

 

Iconoclasta

 

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Yo, El Pensador

Publicado: 21 abril, 2009 en Amor cabrón

El pensador de Auguste Rodin (1840-1917)

Rodin me debió espiar por una ventana hace mil años.

El escultor me vio brillante como el bronce por la mador de mi piel tras follarla furiosamente; mientras me mordía el puño para ahogar un grito.

¿Pensador yo? No, yo apoyaba mi cabeza en el puño; me senté desnudo después de haberla follado, intentando no llorar su ausencia.

El pensador era yo cuando ella recogía su ropa con prisa para volver a su casa con el otro, al que no amaba.

Yo no era un pensador porque no entendía nada, sólo se que la amaba, ciego…

El pensador… Rodin no sabía que yo no pensaba, yo sólo maldecía. Y me comía el puño con tristeza.

El otro brazo ocultaba mi pene aún húmedo con restos de esperma. Goteaba en mis tobillos.

Rodin no sabía nada de mi angustia.

Y concluyó que yo pensaba.

Era el dolor desgarrador de quedarme solo, de no tenerla. No había asomo alguno de raciocinio en ello.

No eran pensamientos, eran emociones sangrantes de mi efímera posesión, de mi pene aún caliente latiendo por ella.

Por su coño.

Me mordía el puño cuando ella cerraba la puerta y desaparecía; el grito se convertía en un mordisco que laceraba mis nudillos.

Rodin necesitaba gafas.

Yo no pensaba, mi amor…

Mi vida…

Rodin modeló todas esas emociones creyendo que era la fuerza de un pensamiento. Y ahora estoy condenado durante toda la eternidad con todo ese deseo y anhelo de ella, encapsulado en una figura de bronce.

Rodin eternizó un dolor irracional sin saberlo.

Pobre hombre.

Pobre de mí.

Iconoclasta

Sexo en el Sistema Solar: Prólogo

Publicado: 16 abril, 2009 en Humor

 

Soy un probador de condones, esto quiere decir que trabajo en una empresa dedicada a la manufactura del látex con fines gozosos y libidinosos, amén de la proverbial profilaxis.

Resumiendo: me la casco todo el día, saco un par de condones elegidos al azar de cada lote fabricado y me masturbo con cada uno de ellos. Si no chorrea el semen o no se rompen, los vuelvo a meter en su envase. Certifico después la integridad del lote y ya pueden distribuirse por los supermercados, tiendas de sexo y farmacias.

Suelo probar unos 25 condones por día y esto no es un alarde si no mera información.

Este año he decidido pasar las vacaciones visitando los principales astros del Sistema Solar y realizar un amplio y detallado estudio del comportamiento sexual en esos planetas un tanto desconocidos.

Entre ellos la Luna y el Sol.

Y es que disfruto y adoro mi trabajo, por profesionalidad y por un afán carnal e incluso científico, pasearé por el Sistema Solar manteniendo relaciones sexuales con los individuos femeninos nativos de cada lugar visitado.

Ante mi afán científico y por este innovador estudio a nivel planetario, mi empresa me ha subvencionado los condones, el tabaco y las putas.

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01-8-2250 DC a las 9:30 AM despego del aeródromo de El Prat del Mutante (Barcelona) rumbo a la Luna.

31-8-2250 DC. Aterrizo en el aeródromo de El Prat del Mutante (Barcelona) directo desde Plutón. No pienso escribir ni enumerar por todas las miserias que he pasado, es muy pronto aún para reflexionar objetivamente.

Estoy cabreado, me duelen los huevos y me he quedado sin un céntimo de sistema.

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1-10-2250 DC

Hace poco más de un mes que regresé de mis vacaciones; ya no me duelen los cojones, no estoy cabreado y he cobrado la paga extra de beneficios.

Ahora sí que dispongo de la suficiente serenidad como para relatar mis experiencias sexuales en el Sistema Solar.

Valga decir ante todo que no fue para tanto.

El agosto pasado, cogí mi vieja y potente nave Eyaculación Match 2 (un modelo del 2245 DC) de marca General Glande´s Corp.

Salí literalmente disparado al espacio una vez comprobé que mi empresa había ingresado en mi cuenta la pasta de las subvenciones prometidas. Yo no adelanto ni un sistema de mi bolsillo.

Con la tarjeta de crédito bien cargada con 3500 sistemas, me sentí seguro, protegido y motivado. A continuación detallo los resultados de mi investigación, un proyecto ambicioso que anhelaba realizar desde hacía un par de semanas, momento en el que se me encendió la bombilla. No soy como esos investigadores del National Geographic que tardan años en preparar un viaje y planificar cada día y cada palmo recorrido. Ni voy pidiendo dinero a filántropos; mi empresa me subvencionó a cambio de llevar una pegatina gigantesca del condón rey, el que más se vende en la empresa: Imperator penis. Es de color dorado y graba los sonidos sexuales.

Una vez realizado este proyecto, mi vida no ha cambiado en absoluto y sigo sin entender nada. He aprendido que no hay distintas culturas y formas de vida y sigo creyendo que hay un buen manojo de idiotas pululando por el universo.

Nunca en la vida se os ocurra (si podéis elegir) salir en pleno mes de agosto por el Sistema Solar, hay una cantidad de subnormales e idiotas pilotando que da asco.

Y que decir de las largas colas en los Doneer Kebbap.

En fin, no me enrollo más porque no me vais a hacer caso pensando que estas cosas sólo me pasan a mí. Os podéis ir a la mierda, desagradecidos.

Comenzaré este estudio, por el orden en el que fui apareciendo en cada planeta. Empezando por la Luna, porque aunque sea un satélite, un astro de segunda, es digna de mencionar. Ninguna puta merece ser despreciada; las selenitas son tan guarras y dignas como las jovianas.

Visité después el Sol y posteriormente, viajé a través del Sistema Solar, de planeta en planeta y en orden de lejanía creciente del Sol.

Me hubiera gustado prolongar 3 meses más mi viaje y conocer más a fondo cada planeta pero; me acababa de comprar un videoholograma de 100.000 gigapixels con el que puedes incluso tocar la imagen, y me quedé sin un solo sistema.

La subvención de mi empresa tampoco era como para tirar láseres iónicos con forma de polla.

Además, cuando a mi jefe le expuse que me faltarían dos meses para realizar un estudio más exhaustivo, me dijo no sé que coño, de que si era duro el rostro de la vida y si se querían escaquear de currar los probadores de no sé qué. Había muchas interferencias en la conferencia y supuse que hablaba con otro al que yo no conocía.

Cobro una mierda a pesar de lo importante de mi trabajo.

 

 

Iconoclasta

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666 Caliente

Publicado: 14 abril, 2009 en Terror

Esto es el infierno y el único lugar fresco y húmedo de mi reino es este trono de piedra sucia de sudor y sangres secas, sangres muertas desleídas en humores sexuales.
Mis testículos agradecen la caricia del frío y mi pene corrupto se endurece, se eleva y toma el poder de mi pensamiento.
Soy el Dios Polla que llena y rasga carnes, que escupe un semen hirviendo, una leche obscena.
Si ese Dios superfluo y homosexual rodeado de sus asexuados querubines asomara su divino y trino ojo en mi reino, le escupiría con este glande amoratado y colapsado de sangre y le cegaría con mi zumo de maldad pura.
Soy bestia, soy dios y soy aquello que más se temen y más repugna. No es una maldición, es mi soberana voluntad. Mi volición firme y desenfrenada.
Pero cuando el ansia se apodera de mí, puedo notar como las hembras primates sienten que sus sexos laten al compás de las venas que alimentan e irrigan mi puto pene.
Estoy caliente, ardo.
Cuando no os mato, primates, deseo follaros. Follar y partir en dos con mi rabo al rojo a las monas, a las primates que más cerca tengo. A las que tienen la desgracia de estar en un lugar equivocado en un mal tiempo.
El ansia por follar acrecienta de tal modo mi ira, que Dios llena el mundo de ángeles protectores en esos momentos para evitar la extinción de sus queridos primates.
Con el pene expandiéndose en mi puño, siento que todo el poder se concentra en el bálano y podría ahogar este universo idiota que Dios creó, con una andanada de semen.
Grito, lanzo tal rugido que migas de piedra y polvo caen en finas cortinas desde el inalcanzable techo de esta oscura y húmeda cueva.
Mis crueles se esconden entre las profundas grietas y mi Dama Oscura se despereza en la Ara del Dolor. Se libera de las cadenas con las que envuelve su deseable cuerpo de oscura y suave piel.
Lamible…
Sus pechos pesados y duros hacen ostentación de unos pezones duros y contraídos y siento su deseo de que mi boca los chupe, los hiera con los dientes. Que la mortifique mientras su coño suda anhelos.
Se sienta en la piedra y separa sus piernas, de su sexo se desliza un fluido denso y pegajoso como el que ahora recubre mi glande hipersensibilizado.
A veces consigue que eyacule sin tocarme y le arrancaría su bella cabeza llevado por el éxtasis de mi placer.

-Tócate 666, mi señor. Que la Maldad hecha bestia, unte mi coño con tu lava blanca -lo pronuncia en un susurro, pero el eco de su voz retumba en cada piedra en infinitos lugares.
Su gemido libidinoso es un canto de sirenas.

Le gusta que me masturbe, le encanta cuando gruño y agito con fuerza mi puño; los testículos pesados y llenos parecen aplastarse con cada sacudida de mi puño. No soy cuidadoso con mis genitales cuando estoy caliente, salido como un perro en celo.
Un perro rabioso…
Si ahora se acercara a mí, la penetraría con tal furia, que sentiría aplastarse la matriz y mis cojones golpearían sus dilatados y resbaladizos labios del coño. Separaría con mis brazos sus piernas para dejar su sexo indefenso, hasta el punto de descoyuntarlas.
Le empujaría ese ano duro, plantaría mi glande y empujaría hasta que se mordiera la lengua de placer-dolor.
La baba de mi pijo ha lubricado el puño y siento que un placer creciente que tiñe de rojo el aire.
La Dama Oscura acaricia su perla dura, la golpea gimiendo impúdicamente ante mí, con tal lujuria que pienso que va estallar mi glande. Su presión es insoportable.
Ante ella estrangulo mi pene, lo castigo por lo que me hace, me ha poseído…

-¡Puta! -Susurro batiendo con fuerza el pene- ¡Puta!

Responde con un gemido, acariciando su sagrada raja abierta con la palma de la mano. Baja del altar y se acerca a mi trono con los muslos brillantes y húmedos de sí misma.
Se eleva sobre mis rodillas y pisando los apoyabrazos de negro granito, se clava a mí. Sus nalgas se abren y la fragancia de su coño llega a mí.
Su coño me cubre, me empapa con su jugo. Su carne resbala en la mía y siento su coño oprimir mi pene desbocado. Mis testículos hierven, el semen llena los conductos seminales y me expando en el aire con un embate de placer, llevado por los espasmos de su coño.
Siento fundirme con ella. Clavo mis dientes en su cuello y atenazo su coño colmado con una mano, con fuerza, noto su clítoris palpitar ávido de ser chupado.
Le arranco gemidos que no sabe si son de dolor o placer.
Y siento en mi boca el dulce y acre sabor de su sangre.
Mis crueles gimen como perros asustados entre las entrañas de roca.
La Dama Oscura ha quedado inmóvil y presiona con fuerza su mano en la mía. Quiere que le aplaste ese coño que la está matando de placer.
Mi semen fluye entre nuestros dedos, espeso, caliente.
Noto en mi glande como sus pulmones vuelven a aspirar aire y su vientre contraído.
Su sistema nervioso colapsado…
Mierda… Mi polla estalla en leche dentro de ella y lamo el sudor de su espalda.
Las sombras, mis crueles, emergen de las profundidades; traen consigo un pequeño primate que llora asustado aferrando un muñeco en su pequeño puño.
Estoy tranquilo, mi ira se ha disipado, ha sido expulsada por el pijo y ahora gotea de nuestros sexos enfriándose en la piel y en la roca.
La Dama Oscura masajea su sexo sentada a mis pies, untando los dedos de en el semen que se le escapa entre los muslos.
Lentas gotas de mi leche gotean en la piel de su torso desde mi rabo relajado.
Llevo la mano a mi nuca y saco el puñal enterrado entre mis omoplatos. Lo lanzo sin ningún tipo de alegría.
Se clava certero en el pequeño cuello del primate.
Muere sin soltar su juguete y con una mueca de dolor y espanto. Sus grandes ojos verdes no se han cerrado.
A los crueles se les escapa la risa, y a mí también. Todos reímos a carcajadas ante el cadáver del pequeño primate.

-Devolvedlo a su cuna -consigo articular.

-Que revienten de angustia y se pudran en vida sus padres.

¿O acaso pensáis que por haber follado os odio menos, primates?
Os contaré más cosas, más secretos, terrores, corridas… Descuartizamientos.
Me voy a lavar la polla, que esto se seca y me incomoda.
Siempre sangriento: 666


Iconoclasta

Una mano cansada

Publicado: 7 abril, 2009 en Amor cabrón

No sabe que la mano me pesa como un plomo, tira de mi hombro y hace mi caminar encorvado.
No tiene ni idea de lo fuerte que es. Porque ella, bella entre bellas es pura fortaleza. El poder desatado hecho mujer.
No soy un hombre refinado, no soy sutil. Ni un hombre débil. Mis músculos han desarrollado tantas toneladas de fuerza a lo largo de la vida, que me tiemblan los dedos alzando pétalos de flores. Nací tan fuerte que siento el peso de mi propio cuerpo como un lastre que me hunde cada vez más en la tierra.
La necesito para no clavarme en el suelo. La necesito para no convertirme en fósil. La deseo como un virus desea tomar el control del cuerpo. Con toda esa fuerza instintiva en su pasión; a nivel genético. En su voracidad por ser ella, estar en ella. Ser mecido por ella.
Por lo tanto sólo cabe pensar que cuando coge mi mano y libera mi carga, cuando me libera de mí mismo ocupando mi pensamiento; es más fuerte que yo.
Siento vergüenza.
Me da coraje ser más débil que ella.
No voy con ella, ella me lleva con su increíble capacidad para anular la gravedad y me siento volátil. Etéreo como un gas que se diluye en el aire, que se expande en la atmósfera.
Ingrávido.
La mano se balancea sola, pende triste, la observo con cierta angustia al desligarme de mi cuerpo. Uno aprende estas cosas si quiere sobrevivir. Uno aprende a liberarse de la carne durante los segundos necesarios para no caer de rodillas aplastado por el peso de todo.
Y viéndome desde el aire, siendo aire, la pobre mano parece cada vez más cercana del suelo. Está cansada, estoy reventado.
A veces la mano se agita, los dedos hacen un pequeño intento de cerrarse en el aire. La mano es tonta y sueña que abraza los finos dedos que la hacen ingrávida.
Da pena la mano, doy pena…
Tantos pasos firmes crujiendo el suelo, aplastando el planeta con resolución y ella con un solo paso, hace girar la tierra como una hermosa equilibrista gira la pelota bajo sus pies. Así de fácil.
Un día estaba cansado, y la mano golpeó un árbol del que no pudo apartarse, ni quiso. Los dedos fuertes y toscos, apenas se cerraron ante el dolor. Sólo se entornaron los ojos para enfocar la mano y la sangre que de un corte manaba lenta, serena.
Perezosa sangre que al fluir, da tregua al corazón.
No conviene cortar las hemorragias de soledad, pero va metida en la sangre. Como un virus.
Se ha de retener la sangre, con la ponzoña y la vida para no perderlo todo.
La voz:
-Está sangrando, se ha hecho un corte en la mano -me habló mirándome directamente a los ojos.
Supongo que lloraba, por alguna razón mis ojos vertían lágrimas. Los hombres fuertes también están sometidos a la fuerza del viento que arrastra cuerpos extraños y hace llorar los ojos.
Mentira. Lloraba porque estaba más solo que nadie en la puta vida.
La mano tembló ante aquella voz y se alzó ágil ante nuestros ojos.
Mi voz:
-He debido darme un golpe.
Dejó las bolsas de la compra en el suelo, su mano cogió la mía y todo aquel cansancio se disipó.
Los dedos se relajaron entre los suyos.
-Aquí mismo hay una farmacia, hay que limpiar esa herida.
Ella no miraba mi mano, miraba mis lágrimas. Maldita… Es lista…
Sus manos sostenían la mía mientras el farmacéutico limpiaba la herida. Y algo debió decir ella, porque lloré con un gemido. Y algo debió significar porque ella me acarició el rostro con una sonrisa calma.
Su boca esplende luz y vida.
Y dejé de ser el hombre más fuerte del planeta. Me arrebató el título.
La mano no quiere ir sola colgando de mí, parece abrirse la herida por la cicatriz que hace años se cerró; un estigma de amor. Sólo ella lo conjura, sólo ella sana y restaña la herida, con su voz. Con su mirada.
La mano se ha hecho más pesada, día a día cuelga doliendo del brazo como una condena. Día a día busca, buscamos el momento de asirnos a ella. De ser aire y piel sanada. De no llorar.
Ella trae un aire limpio que no aloja cuerpos extraños en los ojos. Con ella no hay lágrimas. No estoy solo.
Bendita sea la mano que pende triste y que la encontró. A ella, a la más fuerte del planeta.

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