Archivos para junio, 2016

La Constelación Lacrimosa
Hay una constelación en mi universo, de día y de noche siempre presente en mi horizonte.
Pequeñas luces que brillan más que un sol y perfilan tus labios en cielos claros y oscuros.
Siempre húmedos, siempre frescos.
Qué labios…
Y tu coño…
Como las lágrimas de rocío que sostienen los pétalos de las flores al amanecer, así brilla también tu piel en los íntimos muslos.
La Constelación Lacrimosa es nuestro universo sagrado y carnal, invisible a los otros, a los ajenos.
No hay tristeza en amarte, es solo un afán desesperado por tenerte toda, por poseerte, esclavizarte, ser tuyo, ser tu esclavo.
En todo tiempo, en todo lugar.
Quiero estar sometido a tu carne y mis uñas impías que desgarren tu ropa para llegar a las pieles más íntimas.
Lloran mis ojos como tus labios brillan y llora el ciego ojo de mi glande blancas lágrimas.
Contracciones de mi vientre salpicado de un semen que arde por ti.
Y desgarro mi propio pubis desesperado por penetrarte con dureza, con brutalidad; arrancándote gemidos oscuros y profundos como las simas insondables de los océanos.
Tan adentro, con tanta fuerza, que la reproducción no tiene cabida.
La Constelación Lacrimosa es mi luna llena de hombre-bestia enamorado.
Mi pene entumecido es un dolor de amor, es la condena de la humedad sin consuelo.
Lacrimosa marca el rumbo de amarte. Un viaje donde la tragedia de amar es el más bello de los dolores. A él nos sometemos con sonrisas de augustos: ríen tristes con ojos húmedos de ternura y deseo.
Es tragedia porque todo lo que deseamos, lo que soñamos, no es posible en esta galaxia. Está prohibido por una ley natural que los amantes nazcan cerca el uno del otro.
Pobres amantes dolientes, pobres nosotros, regidos por la Constelación Lacrimosa.
No somos conscientes que nos doblamos sobre nuestro estómago con cólicos de una melancolía que aplasta el alma.
Y sonreímos con tragedia mirando al cielo, a Lacrimosa.
Rogando piedad.
Por favor…
Ser exclusivos, ser uno del otro tiene un coste de un ansia que eterniza los segundos.
Un reloj de arena marca el tiempo con lágrimas y harina de sangre de corazón.
En nuestro cosmos, el dolor y la desesperación nos da trascendencia. Lo acunamos en nuestros brazos para demostrar que vale la pena vivir aunque sea tan solo compartiendo un mismo presente.
Camino y no me doy cuenta que mis labios en voz alta le dicen a Lacrimosa: Te amo, cielo.
Y al sentir mis propias palabras, siento la condena, la dulce condena de amarte en este cosmos de lágrimas y pasión.
Que Lacrimosa nos guíe con su húmedo brillo.
Que nos guíe en este océano de ansias.
Llegaré pronto, navego hacia a ti, cielo.

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Iconoclasta

 

Igualdad y justicia

La igualdad entre los individuos que pueblan el planeta no puede existir.
Ni yo la quisiera.
No jodas…
La igualdad no sería justicia, si no todo lo contrario: injustica, prevaricación, soborno, etc…
Los hay que somos bellos, inteligentes, fuertes y valientes.
Y el resto de la población (un 98 % siendo generoso) que no son bellos, inteligentes, fuertes y valientes. No se merecen ciertos privilegios, que de haber justicia, YO gozaría.
Lo único que tengo en común con la mediocre población humana, es que soy pobre.
Me pagan una mierda.
Me falta mucho dinero.
Asaz…
Y aún así, de mi pobreza y gracias a mi poderosa inteligencia, hago de ella algo digno. Con clase y elegancia.
Así que nada de igualdades de mierda. Ya hay demasiada.
Que cada cual se joda con lo que es.
Eso es justicia.
Y la democracia es el medio político para tener contentos a los que no son como YO: bellos, inteligentes, fuertes y valientes.
Hay una vieja canción con una refrescante, vivificante y alegre letra que dice: «Que se mueran los feos».
No quisiera decir tanto, sería misantrópico por mi parte; pero no puedo evitar tararearla mientras cojeo con elegancia y blasfemando por un mundo que quiere ser tan igualitario con todos, sin tener en consideración la ignorancia y la idiocia imperantes.
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Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

 

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Los caminos están bordeados por unas blancas líneas de polen.
Un derroche de vida.
El bosque alardea de su fertilidad.
Como yo alardearía en tu piel dejándo blancos rastros de semen entre tus muslos, en tus pechos, en tu boca, en tu cabello…
El bosque es mucho más sutil que yo, lo sé. Pero también sé que tu piel quiere la obscena brutalidad de la pasión.
Quien quiera puto polvo de ángel, que vaya al bosque.
Trazamos las curvas de nuestros cuerpos con húmeda lujuria.
A lo mejor, el bosque hace lo mismo: se corre en la tierra.
Aunque con otros materiales.
Y sin la locura de nuestra pasión.

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En Realidades Truncadas.

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¿De verdad tiene tantos años? Las murallas deben durar, es lógico; pero es casi pornográfica la diferencia con la edad de los humanos.
Me gusta, es como un monumento a lo efímero de la vida.
Un tranquilo y eterno sarcasmo que se ríe de los que murieron y morirán.
Sé que se ríe de mí la muralla, pero me da igual.
Yo solo estoy aquí para fumar de paso.
No quisiera ser muralla y vivir tanto.
Sin sarcasmo.

Pescadores y mirones

Es cuanto menos curioso que los pescadores, parecen ser observados con cierto y aburrido interés por el pato, al que solo le falta fumar.
Y yo veo a los tres.
Me pregunto quien estará detrás mío mirando, porque me he rascado el culo con ganas y total desinhibición.

Briana Blair

En Telegramas de Iconoclasta.

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En Realidades Truncadas.

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Los que vivimos sin sensación de pérdida de tiempo. No tenemos nada que hacer más que consumirnos.
Sin miedos, sin horarios, con la compañía ya inconsciente de la muerte.
No tengo nada que hacer, como el viejo caballo.
Tan solo morir libremente, sin nada que obedecer o cumplir.
Cuanto más cerca de la muerte, más libre soy.

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No creo en monstruos porque no los hay.
Desafortunadamente no existen vampiros u hombres-lobo.
No hay supervillanos, ni extraterrestres.
Las vida es infinitamente mucho más vulgar. Nada me da miedo.
Solo existe la envidia y los seres humanos despreciables. Y eso no me da temor, solo asco.
Asaz asco…
Son eternos, y en el caso de morir algunos tras una larguísima e inmerecida vida, seis nuevos ocupan su lugar.
Una náusea inconsolable siento cuando camino y pienso demasiado.
Mierda… Y encima hace calor.