Archivos para noviembre, 2011

Romper el silencio

Publicado: 30 noviembre, 2011 en Reflexiones
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Sorbo un café con el cigarro entre los dedos y Tchaikovsky suena dando ritmo al delicioso silencio.

La pluma se desliza en el papel derramando ideas, orquestando emociones como un virtuoso director.

Hay espectaculares momentos de hermosa intimidad. Para llegar a esto, lo imprescindible es amar y ser amado; solo así es posible escribir con serenidad.

Tal vez este estado es lo que llaman plenitud; sin embargo no me siento pleno. No es algo que se dé en mí esporádicamente: estar en el lugar y momento adecuados es mi privilegio habitual, mi día a día.

Es mi estado natural.

Lo terrorífico era antes, lo tortuoso era no sentirse a gusto con Tchaikovsky. Ni con mi buena estilográfica.

Es el momento de trazar unas letras de armonía esperando que llegue mi amada a desbaratar el silencio.

Solo podría aguantar unas pocas horas más sin ella. No soy resistente, no soy paciente más que para un corto tiempo pactado. Cuando su ausencia se prolonga más allá de mi paciencia, la música se distorsiona y me irrita. Los violines son un chirrido de alta frecuencia que arrasa mis oídos y evapora el silencio para agitar mi ánimo con los sonidos de banales vidas ajenas a mí, a nosotros. Sonidos de deprimente cotidianidad.

Y todo está mal y voy a morir pronto.

No importa la lógica, la razón queda fuera de mi alcance cuando la necesito, cuando la añoro. Todo el amor pesa, todas las ansias destrozan mi paz.

El paso del tiempo es una lija para el alma cuando amas y esperas.

Desesperas…

Pero no es el momento, ahora no.

Ahora me pregunto como ingeniármelas para hacer algo bello. Aún que la paz está conmigo y siento en mis labios el calor de los suyos.

Estas cosas se resuelven solas cuando se ama, la belleza está en cada rincón, en cada momento. Solo hay que prestar atención para encontrar la obra maestra de cada día; hermosa, efímera y profunda como un mar.

El sonido de la pluma rasgando en la cuartilla se eleva por encima de la música (qué bellos son los Cantos Canarios que obligan a mis ojos vencerse ante los violines). El sutil golpeteo al trazar tildes, comas y puntos. El crujido del papel…

Bendito universo…

Hay quien siente un placer especial por el pan caliente a la mañana, por el agua fría en la cara al mediodía. Yo solo quiero mi papel, mi crujiente y melódico papel lleno de amor y emociones. Necesito pasar las cuartillas que se acumulan a mi diestra. Su sonido es la banda sonora de mis días como ella es mi reposo.

Solo por ella escribo de amor y sosiego. El amor aglutina la música, la tinta, el papel y el silencio.

Pronto vendrá, ya queda poco.

Tic-tac…

¡Joder, ya debería estar aquí!

Tic-tac…

La vida es una mierda. Lleva casi media hora fuera de casa.

Tic-tac…

Las personas mueren desesperadas de soledad. Esas cosas ocurren.

Tic-tac…

Ya me está dando por culo esta puta música.

Tic-tac…

No te preocupes cielo. Es broma, aún disfruto del concierto de música y letras que cada día te dedico.

Tic-tac…

Pero no tardes, ven pronto.

Hay un hombre que pende de ti.

Tic-tac…

Sé que vendrás, nunca me abandonaste hace años. El médico miente por envidia.

Tic-tac…

La succinilcolina que me inyecta el enfermero en el brazo es como tú: rompe mi silencio con dulzura. Todo está bien.

Tic-tac…

Tengo sueño, mi amor. Es hora de dormir. Has tardado más de lo habitual.

 

Tic-tac…

Afloja las correas cuando llegues, cielo. Me hieren la piel y sangro.

 

Iconoclasta

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Al filo de la palabra nº 12

Publicado: 30 noviembre, 2011 en Lecturas
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Sin cerebro

Publicado: 24 noviembre, 2011 en Amor cabrón
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Si meto la mano entre sus piernas, consigo sacar la esencia de la vida, que es la de su coño, lo más profundo. Su viscosidad es lo que limpia mis manos de la basura que me infecta. Frotar mi bálano con mis manos empapadas de ella es un masaje cardíaco que me parte el podrido el corazón.

De su coño mana mi paz y mi descanso.

Mis pulmones se abrasan anegados de su cálida agua.

De su vagina mana el jugo que despierta mi hambre y provoca mi salvaje erección. Su vida líquida se desliza entre los pliegues de unos labios gruesos y da brillo al clítoris que es mi órgano de placer. Mi glande está sujeto a su puto centro del inhumano orgasmo.

Salvaje…

Hundo mis dedos en su coño y mi sangre abandona el cerebro. Se va directa a mi polla.

Donde quiero que esté.

Donde la necesito.

No quiero ni necesito sangre en mi cabeza cuando ella está.

Una polla en lugar de cerebro ¿por qué no? Mi puto cerebro no sirve para nada si ella no está, solo es una molestia durante la vigilia, un cine durante el sueño. Una película pornográfica de tres dimensiones donde no puedo respirar porque mi boca y mi nariz están tan metidos en su coño que me crecen agallas.

A veces pienso que eyacula, que de su vagina sale un esperma suave que me ciega los ojos. Bombeo en contra, bombeo dentro de ella para quedarme seco, para dejarle todo mi amor untado en lo más íntimo.

Tampoco necesito corazón, lo que bombea la sangre por mi cuerpo son sus dedos presionando mi pijo. “Hazme daño” le digo. Que maltrate mi puto cerebro, mi infecto pensamiento. Porque no soy nada ni quiero serlo. Soy la lefa que se desliza de su boca, simplemente.

Y clava sus uñas en las venas de mi pensamiento, en mi pene.

Soy una eyaculación que se queda prendida en sus muslos, como un escupitajo a la decencia. Un vómito de amor que se derrama entre su puño cerrado, que salpica su pelo.

Mi cerebro es mi polla, y está en su coño. No puedo saberlo cuando el orgasmo es una lanzadera a la mismísima cara del Sagrado Corazón que se supone está en el cielo.

Mi pensamiento imbécil está en el techo, o bajo tierra; o en un enorme vertedero de basura, no soy romántico. Mi anclaje a la realidad son mis dientes clavados en sus pezones duros y oscuros como la sangre de una menstruación.

No, no quiero cerebro, no quiero pensamiento.

Mi pensamiento gotea de mi pijo amoratado, mi cerebro está licuado en semen y deseo. No hay nada, ni ideas, ni frustraciones, ni ilusiones. No hay inteligencia, ni lógica. La moralidad radica en lo más profundo de su vagina. La ética está metida en su coño, ahí la buscaré. Solo existe en mí la firme voluntad de hundir mi pijo en ella y empalarla. Que pague caro el convertirme en un ser vacío.

Y el vacío duele por la veloz contracción de mis cojones impulsando un esperma hirviendo impactando en su coño.

Su coño derramando semen cuando se levanta da descanso a mi polla.

A mi cerebro.

Es lo mismo.

No necesito cerebro cuando mi polla la tiene ella.

Iconoclasta

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El coño de una madre

Publicado: 22 noviembre, 2011 en Reflexiones
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Madre que un día me diste la vida, dame ahora tu amor con una mamada, sabes que soy pobre que no puedo pagar una puta. Madre, si me diste la vida, dame el placer.

No tengo trabajo, no puedo desahogarme con otra mujer.

Da igual que tuviera trabajo y fuera el hombre más rico del mundo, desearía correrme en tu arrugada faz. Me diste tanto cariño…

Te amo más que a mi puta vida.

Madre, deja que te la meta.

Padre es ciego, está muriendo con el cuerpo cortado a trozos, allá donde su dulce sangre pudre las extremidades.

Madre, tú que un día besaste mi pene infantil, bésalo ahora que está duro y erecto. Me masturbo continuamente con la foto en la que me besabas mi pilila de bebé. Dame consuelo, acaba lo que un día comenzaste. Yo te devolveré la leche que tú un día me diste.

¿Por qué no ahora? Padre va a morir, a padre solo le falta que se le gangrene el cuello para que le corten la cabeza. Tal vez ni tenga pene, mea con sonda.

Madre, te noto triste, creo que necesitas de mí como yo necesito de ti.

Padre no te la mete. No te la meterá y si no te das prisa, morirás con el coño taponado de telarañas y vejez.

Recuerdo los pelos de tu coño salir por entre las bragas y con ello mis primeros deseos, mis primeras erecciones.

Mi primera eyaculación era la imagen de tu vagina abierta lavándote en el bidé, el espejo reflejaba cada oscuro pliegue de tu vulva inmensa. Mi pene despertó a la vida contigo.

Te amo tanto madre…

Deja que me hunda en ti, que vuelva a tu útero penetrándote.

Sé que padre no te da ya placer, te he visto en la cocina pensativa y estrujándote el coño con la mano crispada de deseo. Sé que te devora el ánimo la fantasía de tu sexo reventado por un bálano incansable; lo noto en tu mirada aguada, en tus expresiones amargadas.

Hace unas semanas dejaste que por demasiado tiempo mi mano reposara en tus pechos. Hasta que azorada te levantaste caliente y temerosa de no poder evitar llevar mi mano entre tus piernas.

Reconozco la vejez en tus pechos, los siento blandos y sin forma; me recuerdan a los de la abuela. Ella me tocaba, ella clavó sus desdentadas encías en la polla y me aspiró toda la leche que había en mis huevos muchas veces; me doblaba en dos de placer besando su coño reseco.

Tu anciana madre era la boca y el coño que daba consuelo a mi adolescente deseo por ti.

A los doce años, en su oscura habitación llena de fotografías en blanco y negro de gente antigua, abuela me llevó al interior de su coño bajando con fuerza el prieto escroto de mi pene rasgándolo. Y sangrando se la metí. Ella dijo sentir añoranza de los tiempos en los que menstruaba al ver su arrugada vagina de vello ralo sucia de sangre. Me dibujó una caricia en la frente con sus dedos pringados de semen. La dentadura postiza estaba sumergida en un vaso de agua turbia y yo me reflejaba en él con la boca temblorosa.

El olor rancio de la vejez y la podredumbre me excitaba.

Yo le dije que te amaba, que te necesitaba. Sonreía afable jugueteando con su clítoris minúsculo y metió su impía lengua en mi boca dejando su apestoso aliento infectando mi imaginación y llevándome a otra enloquecedora erección. “La follarás, conozco a mi hija y sé que la tendrás. Nuestros coños son iguales, son voraces. No podemos vivir sin una polla que nos joda”.

Abuela era afable. Era la mejor abuela que un crío pudiera imaginar.

Madre, estoy caliente, y tú te retuerces de deseo. Deja que lama tu coño, que te quite la mugre acumulada de años sin follar. Que te arranque la frustración de ver como a tu hombre, cada cierto tiempo le cortan un pedazo. Deja de ser lazarillo de un ciego sin polla. Deja que te enseñe lo que es gemir con un rabo resbaladizo enterrado entre tus piernas.

Yo te daré el descanso, y el placerque no has tenido en años y que se te ha enquistado en el coño como una verruga vieja.

Lameré tu verruga como la abuela limpió con su lengua la sangre de mi pijo aún primerizo.

Fóllame ante padre que está ciego, abre las telarañas de tu beato coño cansado de dar tanto por los demás y deja que la putidad se meta en tu cuerpo y erice tus oscurecidos pezones.

Madre, hace dos años en el velatorio de la abuela, cuando ya no había nadie ante el cadáver y ante la madrugada; acaricié el coño de tu madre. Su coño frío lleno de muerte, seco como el bacalao. Y se le abrieron los ojos cuando metí los dedos en sus gélidas entrañas. Pensaba en ti, pensaba en tu coño aún cálido.

No esperemos a que padre muera, no es incompatible tu trabajo de lazarillo. Te puedo lamer el coño y amordazar tu boca para que el placer que subirá a tus labios, no alarme a lo que queda de padre.

Seré discreto metiéndotela.

Padre nunca supo follar, lo sé cuando recuerdo tus manos nerviosas limpiar con vehemencia mis imberbes genitales. Recuerdo tu llanto en la soledad con las manos entre las piernas.

Madre, padre muere triste por ser un inútil. Padre muere a cortado a trozos como castigo a su falta de hombría.

Yo te amo y te deseo, debería ser yo tu marido. Deseo ser la polla en tu vejez, el suspiro de placer que exhalen tus viejos pulmones en el fin de todo.

Permite que sienta tus artríticas articulaciones crujir en el sagrado momento en el que te corras.

Con todo amor:

Tu hijo que te adora.

————

El marido dormitaba.

El ciego no se percató de las brutales caricias que su anciana mujer se infligía en el sexo leyendo la carta de su hijo.

Tomó el teléfono, marcó el número de su hijo y le dijo: “Sí, mi amor”.

Su pecho sobresalía por encima del sujetador color carne hasta descansar en el vientre, su pezón no tenía capacidad para endurecerse; pero estaba empapado de su propia saliva y aún deformado como un pequeño pene por las fuertes succiones. Lo devolvió a su lugar y se subió las bragas cubriendo su sexo poblado de vello cano.

Por primera vez en toda una vida su rostro se mostró risueño, casi joven.

Alguien llamó a la puerta y llevó al hombre sin piernas empujando la silla de ruedas al cuarto de invitados. Cerró la puerta a la miseria.

Observó el retrato de su madre y pensó: “Vieja puta, que bien te lo guardaste”.

Cuando abrió la puerta, su hijo entró y la abrazó sosteniéndose sobre la única pierna que tenía y una muleta.

Su beso resultó dulce como la sangre que su padre le heredó.

Iconoclasta

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Dos palos cruzados

Publicado: 15 noviembre, 2011 en Reflexiones
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Dos palos cruzados…

Una marca de idiotas para idiotas.

El verdadero significado de la cruz es una simple señal de aviso entre ignorantes con deficiencia de entendimiento y lenguaje: “Aquí puedes cagar, la cruz lo indica”.

Debería haber más logopedas.

No es que quiera ofender, solo soy académico. Los hay que tienen titulación universitaria, yo lo sé todo de una forma natural, espontánea. Jocosa…

Porque… ¿Quién no ha deseado alguna vez suicidarse con la cruz metida en el ano?

Sería mi última y gran dramatización surrealista. Que giren la cara ante mi cadáver descompuesto y se rifen con palitos quien me saca la cruz del culo para cerrar el ataúd.

Tengo una virgen en mi escritorio que sostiene al niño dios por las pelotas. Y se ríe (la virgen, el niño no parece reír).

Si uno se fija bien, sus pezones están duros y se muerde la lengua. Se ríe de su virginidad como yo de la cruz.

Dos palos cruzados es una señal llamativa. Cualquier estúpido sabría que indica algo. Antiguamente nuestros hijos no tenían cagaderos, era cuestión de higiene elaborar un símbolo fácil que cualquier troglodita pudiera hacer y entender.

Aunque tampoco me inspira respeto alguno ese seboso Buda o el Confucio con sus consejos para campesinos que no acaban de saber si caerá granizo o no (es el precursor de Pseudo-filosofía for dummys,un éxito editorial de cojones).

Nada explica porque la persona más imbécil y menos apta ocupa un cargo o puesto de poder. Porque los peores artistas alcanzan la fama.

Tirad los dados y suerte. Porque si algún dios con diarrea creó el mundo, la mierda aún llueve.

Crucifica al hambriento porque le suda la polla si además le dan por culo. Cuando su cuerpo se pudra irá al cielo como premio a su desdicha y humildad. Siempre llueve sobre mojado (que diría Confucio y cualquier pastor de cabras. Incluso yo mismo).

Se me escapa la risa como a mi virgen del escritorio.

Cura: confieso que cuando veo una cruz, me pica el culo y me dan ganas de suicidar a alguien, a algún pecador sin importancia. Algo banal; pero que desahogue cierta incomodidad que me preocupa.

La blasfemia solo existe para el crédulo y el coño de la virgen está en venta en algún sucio local de Saigón, donde los jubilados follan niños al precio de tercera edad.

Los burdeles asiáticos son cruces que indican algo roñoso.

Los brujos son viejos porque aprendieron con la edad a ganarse las gallinas sin trabajar. La vejez no es sabiduría, es un cúmulo de trucos para ganar mucho trabajando poco.

La sabiduría de los ancianos está sobrevalorada, solo son ingeniosos a veces. Lo que comúnmente se conoce como listillo.

La religión es vieja y producto de la envidia: “Es pecattum ser mejor que yo, vanidosus” (diría el viejo).

La religión es vieja, ergo…

La envidia es el gen común de todos los humanos, algún mono hijoputa fue demasiado fuerte (Darwin tenía razón).

Es tan fácil la teología cuando no hay misterio alguno de un parto virginal… O de un esquizofrénico que se cree una santísima trinidad de cerebro podrido.

El hambre adquiere importancia cuando se multiplican panes y peces que nadie puede disfrutar. Y yo sigo pensando que la cruz está clavada a los pies de un rimero de mierda en el monte del Cagódromo.

Menesterosos que cagáis, limpiaos con nopal sin limpiar, os mortificará y os hará acreedores de más felicidad en el paraíso de los tontos.

Perdóneme viejo porque he follado más que usted y sin pagar. ¿Quiere que le enseñe antes de morir la verdad que su religión esconde? ¿Me quiere dar algún consejo que yo no sepa ya, aunque sea más joven que tú?

Dos palos cruzados… Mejor tiro los dados y luego me toco hasta que mi pene se haga del tamaño de la cruz del nazareno esperando que me jodan de nuevo.

Me gusta lo resbaladizo de mi glande, me disgustan las astillas de una cruz mal hecha. Prefiero el chile en el culo ajeno, sinceramente.

Soy el infecto sacerdote de los Dos Palos Cruzados.

Aunque no busco discípulos, mi religión es solo mía, no quiero que ningún iluminado la tergiverse. No quiero millones de estúpidos con el culo mirando al cielo y en el ano un crucifijo. Eso no es calvario, es adocenamiento.

Quiero que ella se confiese: como se toca, como sus piernas se separan y deja una reguero de humedad en la sábana y sus dedos descubren un clítoris duro al que le importa nada el hambre, la pobreza, la enfermedad y la santidad. Quiero que me lo confiese arrodillada ante mí, aunque no la entienda bien. De hecho, no quiero entender nada, solo eyacular en un lugar cálido y húmedo.

Ved viejos y religiosos la verdad absoluta y el premio que nadie valora: la erección por encima de todas las cosas, de todos los dolores, de todas las moralidades y éticas. Mi proteínico pene hace olvidar la desgracia y la maldad que hay en el mundo.

Al menos hace más llevadera la enfermedad. ¿A quién no le han regalado una revista pornográfica mientras se recupera en el hospital de una operación (a moi sí que se la han regalado y juro que durante tres minutos apenas he pensado en la infección que me mataba).

Dos palos cruzados…

Ahora hay más diseño gráfico, se pueden hacer cruces con todo tipo de cosas duras. Y cuando digo duras, me refiero a cosas sexuales.

También se pueden hacer con metales cortantes, con zanahorias y pepinos.

Las cruces son tan vulgares, hay tantas…

Tampoco soy demasiado exigente, no soy artista plástico. Mejor cruzaré dos palos, es sencillo y rápido. Mi religión no es complicada.

Que su boca se confiese ante mí y yo diré donde le plantaré un palo como señal de penitencia. De gozosa penitencia.

Perdóneme cura porque soy sucio… ¡Ja!

La Santa Congregación de los Dos Palos Cruzados, es benévola y propugna el placer en vida. El mío y el de ella, no se admiten más adeptos.

Buscaos vuestros palos y cruzadlos si aún tenéis imaginación.

Amén.

Iconoclasta

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Presentación de Fantasía Circense

Publicado: 13 noviembre, 2011 en Lecturas, Sin categoría
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Castigando la lascivia

Publicado: 11 noviembre, 2011 en Amor cabrón
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Contiene entre las uñas la lujuria.

Busca un placer que nadie otorga y sus pechos están henchidos de la más dolorosa sed.

Ojalá mi glande fuera herido por sus uñas de negra laca, que mi pene sea aplastado y herniado por esos pechos heridos.

Que mi lengua de paz a sus pezones erizados de púas de lascivia.

Que mi semen sea la lujuria incontenida.

Que sus pechos maltratados formen el canal de la más incontenible lujuria blanca.

Oscuros pezones, blanco semen… Un damero pornográfico.

Iconoclasta

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Tentación

Publicado: 9 noviembre, 2011 en Amor cabrón
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No hay nada elegido al azar. Cada gen, cada trozo de piel y cada cabello han sido diseñados por algo o alguien no-humano con una concepción desmesurada y alienígena de la provocación.

Alguien la programó para que la tela negra que cubre sus pechos, resbalara por su piel y mis humanos ojos asistieran a un eterno discurrir del deseo.

No tengo alma, la he vendido por ella.

Su piel es blanca y repele el negro encaje, provoca la destrucción de la tela por manos y bocas colapsadas y crispadas de una tentación ya delictiva.

No sé distinguir la imperceptible frontera entre la desesperación y la tentación.

Solo sé que soy un bálano herido de lujuria del que cuelga una gota densa sin llegar a desprenderse nunca.

Ella es mi tentación, y mi tortuosa gota que busca su blanca piel para extenderse.

Para evaporarse.

Iconoclasta

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Sin piedad

Publicado: 8 noviembre, 2011 en Amor cabrón
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No hay descanso, se acabó la chica buena.

El cabello está alborotado de deseo. Es hembra en celo, no reproductora. Predadora de deseos y voluntades.

Seré su alimento sin poder evitarlo. Sin quererlo…

Bellísima en su agresividad, como mantis religiosa de implacable mirada, es trama y trampa de cuerpo lujurioso. Es pura selección natural en lucha cruenta por un placer.

Vive en la cima de la cadena alimentaria, yo soy su alimento.

Soy víctima de la más terrible hipnosis del mundo animal, alimento entre su piel. Un pene amputado en lo profundo de su sexo ávido.

Ella sin piedad, yo sin opción.

Sin perdón.

Iconoclasta

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Revista Al filo de la palabra nº 11

Publicado: 4 noviembre, 2011 en Lecturas
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