Archivos para junio, 2013

Un nuevo día, mi potente erección matinal y otro marco de puerta abollado por mi costumbre de levantarme desnudo.
El carpintero agradece el abundante trabajo; pero hay algo de antipática envidia en su actitud y cierta incomodidad por un vello púbico enredado entre sus dedos.
Ni que le hubiera pedido una mamada junto con la reparación… Es un asco ser tan macho (no para mí).

-Viveros Infantiles para gente VIP. Le atiende Marta Pérez. ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
-Blanca Mendelson.
-Buenos días, Sra. Mendelson. ¿En qué puedo servirle?
-Quiero una niña con pechos a medio crecer, pubis poblado y menstruando.
– ¿Alguna raza en especial?
-Gitana.
– ¿Grupo sanguíneo?
-No importa, mi marido la quemará después del video.
-Serán 13000 euros y la entregaremos en un plazo máximo de tres horas en el despacho presidencial.
-Vístanla con vestidito blanco estampado con flores amarillas y verdes. Sin bragas, por favor.
-Tomo nota. Tenemos oferta de hermano y hermana de 8 y 12 años por 15000 euros.
-No, nada más.
-Buenos días, Sra. Mendelson, la atendió Marta Pérez.
-Vete a la mierda, idiota.

Vas caliente, te tocas ante un video porno de exploraciones ginecológicas y piensas en Jesús, María Magdalena, la sacra mamada y en un semen tan frío como inútil; pero tan placentero como no existe nada.
La utilidad siempre es aburrida.
La caja de pañuelos tiene una decoración cursi para estas actividades metafísico-pajilleras.

El amor es el estornudo de un catarro, en cuanto baja la fiebre se dan cuenta que había cosas mejores.
Aunque al final nunca es tarde, siempre hay ocasiones para enmendar el último error.
El amor es como la energía o la masa de una pizza: múltiple y solo se transforma.
A mí me gustan las de carne de res con extra de queso y pimiento.
Y los calzone de mortadela.
Y el pan de ajo.
Y… ¿A qué precio está la cajetilla de malboro? ¿Y la de Camel sin filtro?

Moriré como un pájaro enfermo o viejo que espera la muerte en lo alto del tejado de una casa. No compartiré nada de mi muerte.

No más compartir, la muerte es mía y solo mía.

Dejaré que el agua de la lluvia arrastre lo que me queda de vida en soledad, con mis plumas desordenadas y apagadas; caóticas de enfermedad, vejez y muerte.

Sin miedo y sin llantos. Ignorándolo todo y a todos como si el resto del mundo estuviera muerto; como si nadie hubiera existido jamás.

Soy único e irrepetible, conmigo muere una especie. Y nadie asistirá a mi muerte para humillarme o arrebatar mi protagonismo en mi propia historia. Que se joda la especie humana, porque no dejaré nada de mí que se pueda aprovechar, ni siquiera el ridículo.

Nadie tendrá la posibilidad de reír mi muerte, cuando se den cuenta, seré plumas enganchadas en el asfalto. Solo eso.

Sueño con ser ese pájaro enfermo bajo la fría lluvia, sin importarle el afilado viento. Por encima de todos muriendo.

Con el cuello plegado sobre el buche para apagarse sin mirar a nada o a nadie.

Iconoclasta

Apacibus post fellatio

Publicado: 21 junio, 2013 en Humor
Etiquetas:

http://iconoclasta-telegramas.blogspot.mx/2013/06/apacibus-post-fellatio.html

El asiento del coche está tan corrido para atrás, demasiado lejos los pedales de sus pies.
Bueno, voy caliente.
Sus bragas están al revés…
Es que después de unos días hay que follar.
Sus tetas saben a la baba de otro, están saladas.
Me la follo; pero sin ningún tipo de alegría.
La próxima no quiero meterla ahí dentro, me da asco el semen de otro.
No me enfada, es cuestión de higiene.

El tiempo no es ecuación, ni tampoco es infinito.

No es relativo, es insultantemente obvio y voraz.

Solo existe para destruir la vida y almacenar cuantas imágenes quepan en el cerebro.

Y sin embargo el tiempo es movimiento, es energía. Es paradoja, una broma de mal gusto.

El tiempo se acaba y sin embargo, benditos los que sufren a cada segundo porque su vida se triplica.

Benditos de mierda…

Es frágil el tiempo, un cristal que se rompe en pequeñas partículas (algo cuántico diría un físico, yo digo que es algo simplemente doloroso) a cada instante, al atravesarlo con cada paso, con cada respiración. Las horas se fragmentan en millones de minutos y en trillones de segundos. Todas esas fracciones cortan y erosionan el cuerpo y los ojos. Y así el tiempo también es letal e inicuo para la esperanza. Los pequeños cristales refractan la sangre y le dan un trágico cromatismo a la vida. El sudor a través de su transparencia parece orina, agua engañosamente dorada.

Y mientras se rompe nuestro tiempo, nada ocurre alrededor. Es tan cotidiano como escupir o mear. No es trágico el estallido de un segundo, la metralla del tiempo es indolora por repetición, porque uno se acostumbra a sus cortes desde el nacimiento.

Sin embargo, observas tus manos dañadas, cubiertas de cristales y meditas sobre la cantidad de alegría y dolor que el tiempo aporta. El injusto balance a favor de lo amargo.

Todos esos añicos de horas y segundos son recuerdos; lo que ocurrió un instante atrás. Algunos son más afilados que otros, más hirientes. Pero todos cortan y se clavan.

Es el atributo del vidrio o el tiempo. Sea malo o menos malo.

Hay cristales que vale la pena meterse en los genitales aunque duela y rozarse con ellos hasta sangrar de placer. El cristal guarda la gota de semen, el fluido blanquecino que moja los labios de su coño, suficiente para masturbarse en un brindis al pasado si es necesario.

Mi glande parece una obra Swarovski, su coño una mina de diamantes…

Las pieles destellan por todo ese vidrio clavado en ellas y los amantes suicidas se rozan a pesar del dolor que producen los intensos minutos que se restriegan cortantes por el cuerpo. A pesar de la sangre.

Tal vez por la sangre…

Recogemos lo que podemos, lo que nos queda. Porque una vez fragmentado el tiempo, no hay marcha atrás. No se puede volver.

Entre carne y uña tengo innumerables vidrios incrustados. Mis dedos son vitrales en miniatura de recuerdos arañados a tanto tiempo.

Es imprescindible recoger ese caos de añicos caducos para tener un testimonio de que un día existimos en cierto tiempo y cierto lugar. Las cosas tienden a olvidarse, y los recuerdos de miles de seres se mezclan, esos cristales a veces usurpan sangres que no son las suyas originales; hay tanta mediocridad, que algunos desean los cortantes recuerdos de otros; la envidia forma parte del cristal; es una de sus materias primas como lo es del humano pensamiento.

Es importante vivir con pocos seres alrededor para que no se mezclen nuestros recuerdos con los extraños. Es difícil encontrar algo auténtico y personal entre tanto individuo, cada día más.

A medida que pasa el tiempo…

Hay que evitar que nadie pise lo que un día fuimos y acabe nuestra vida pasada clavada en la suela de un zapato sucia de mierda.

Sería triste ver marchar el pasado pegado en una bota, dan ganas de llorar.

Los hay que no pueden llorar porque no les quedan lágrimas, se han secado por un exceso de minutos. Es bueno meterse un trozo de tiempo-vidrio bajo el párpado para estimular su secreción.

Hay a quien se los metería en el culo.

El tiempo se hace añicos para convertirse en el beso más deseado, en la cuchillada más dolorosa… El tiempo es un hijo y un amante. Tiempo es sonrisa y llanto y son unos brazos en cruz bajo la lluvia.

Vale la pena destrozarse las uñas para mantener la memoria. Una vez muertos, no habrá más cristal que romper, no quedará nada de nosotros salvo esos vidrios cuánticos sin dueño regando el planeta; no debemos abandonar u olvidar lo que aconteció. Nuestro tiempo se acorta a cada milisegundo.

Si uno se fija bien, las horas son una lluvia de muy sutiles cambios; pero desgarradoramente notables cuando sangran nuestros dedos acariciando los cristales del pasado haciéndonos conscientes de lo erosionada que está la piel y el alma.

El presente solo adquiere movimiento y vida, porque hay precedentes con los que cotejarlo.

Es bueno, es fascinante ver caer el tiempo hecho añicos como las lágrimas de una lámpara de cristal. Saber que cada segundo es un cúmulo de cristales que estallan en una dimensión fundida e integrada en nuestra realidad, sin dolor; pero con esa inconfundible e irracional melancolía que da la certeza de que no volverán los buenos tiempos y los que nos esperan, puede que no sean tan felices. Tal vez no valga la pena destrozarse los dedos y las uñas para seguir recogiendo los fragmentos del pasado.

Aún así, mientras hay tiempo, hay esperanza de que algo nos sorprenda y con un cristal clavado en la palma de la mano, esperamos recoger uno mejor, tal vez un diamante. No es tarde para la esperanza comedida.

Un diamante es una buena pieza para morir con una sonrisa.

Iconoclasta

Con menos hipocresía y menos eternidades idílicas, la realidad es que la fidelidad de las parejas de enamorados es un trastorno transitorio que dura hasta que se encuentra algo mejor, algo nuevo, algo diferente o algo más grande.
Otras consideraciones son puro romanticismo de literatura facilona.
El Probador de Condones.