Archivos para May, 2018

Solo el agua y las piedras son nítidas, nada varía su esencia. El dinero no las corrompe. Ni la envidia ni la ambición desmedida.
Es un pensamiento estúpido, producto del hastío. Un sinsentido.
Agua y piedras. Cosas… ¿Cómo van a corromperse si no pueden?
Y sin embargo, observo el agua y todo se difumina. Los seres pierden brillo y se hacen borrones, se hacen nada.
Solo el agua.
Potente.
Como una muerte.

 

Hay quien se pone unas gafas de sol para tener más carisma y sintomático misterio.
(Bandera blanca, de Franco Battiato)

 

 

El rico da gracias a Dios por su inagotable riqueza.

El pobre se hinca ante Dios para agradecer el pan duro que puede roer y por su dignidad de mierda.

La religión es el nexo que une a los puercos con los idiotas en un mismo local sin que se maten. Eso sí, con bancos bien diferenciados, cuanto más cerca se está del paquete genital del Crucificado, más poder se ostenta.

 

La vida no es una competición, es una lotería donde los hijos de puta acaparan toda la suerte.
Porque es una constante universal que cuanto más puerco, mejor vives.
Yo no tengo suerte; para mí la vida solo es dura.
Dura porque te tengo constantemente en la mente y no te tengo en brazos lo que quisiera.
Cargar con tu amor es duro, es difícil caminar hacia donde no estás, es tan árido…
Y se hace duro mi rabo cuando pienso en tu coño, en tus jadeos… En tus pezones que se endurecen como piedras entre mis labios.
Es tan duro follarte como hermoso, porque te susurro al oído obscenamente mil veces “puta» y te corres. Te corres oprimiendo mi glande clavado en ti. Lo siento hasta en mis cojones que hierven.
Hay momentos en los que quisiera que te doliera mi polla como represalia a toda esta dureza que me obligas a vivir. Y luego me viene un vómito a la boca cuando pienso en la posibilidad de tu dolor.
No… No hay competición alguna, solo un azar amañado; y tú mi amor, traes la dureza necesaria para que mi vida tenga sentido y mi rabo palpite dolorosamente duro a cada instante que te pienso.
Tal vez, en un instante de serenidad, pueda concluir que la vida también es lascivia. Es toda la dulzura que puedo otorgar en este estado de amarte y desearte.

En Telegramas de  Iconoclasta.

No soy especialmente peligroso. Soy sexualmente agresivo con quien amo y deseo; pero si no la tengo dura soy físicamente inofensivo. El celo marca mis días.
Sin embargo, esa verja eléctrica los mantiene a salvo de mí. De mi pensamiento certero, afilado por la verdad, templado por la hipocresía que mamé al nacer y ahora parece agua de tan natural.
Tal vez, ese pastor eléctrico evita con su campo magnético que mi pensamiento les deprima y se suiciden por la presión del impío conocimiento que emito sin poder evitarlo.
Soy prácticamente dios, el verdadero. El que calla la muerte a pesar de sentirla reptar cada día por la piel. La mía y la de todos los seres vivos.
El que calla muy astuto el amor falso y prostituto que existe como una epidemia y es vacuna contra la cobardía a la soledad.
Soy un dios discreto que da dos monedas a la puta vida por una mala mamada.
Está bien, me conforta que estén a salvo de mi pensamiento quirúrgico y amputador.
No soy malo del todo, solo que si pudiera ocultar la verdad, sería perfecto.
Caballos, por vuestro bien, no traspaséis la línea hasta que me haya ido o muerto.

La naturaleza no tiene porque transmitir paz, sosiego, equilibrio o una espiritualidad mística.
La naturaleza es un caos.
A la naturaleza le importa una mierda tu necesidad de tranquilidad y búsqueda interior.
No puedes estar quieto y contemplativo demasiado tiempo. Si te detienes, mueres.
Yo soy como ese desconcierto de nubes; por viejo que me haga, sigo odiando y amando con fuerza paranoide, admirando y escupiendo. Sangrando por dentro y hacia fuera.
Y quiero follarla. Follarle la boca y el coño de tanto que la quiero.
Deseo matar a quien odio: le deseo lo peor a él y a sus hijos y todo lo suyo que pueda nacer.
Y reírme a carcajadas asfixiantes de quien sufre o goza y de quien viva o muera. No importa, todo depende del momento. De mi caos, del caos del planeta que marca mis días inevitablemente.
A veces lloro sangre y no necesariamente muero, me mantengo en la jodida vida aunque no quiera.
Soy esa vorágine de nubes que no busca sosiego. Solo quiero reventar mi vida y el mundo en mil pedazos.
La serenidad llegará con la decrepitud, con la muerte.
La naturaleza a veces parece quieta, posa para la foto. Pero hierve como yo de vida, de muerte, de amor, de odio, de violencia, de dolor, de enfermedad, de porquería…
La vida no es bella, no destaca por eso.
La vida es fulminante.
Y mi mecha llega al final sin que tenga una especial necesidad de sosiego.

 

ic666 firma
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.