Archivos para febrero, 2018

No sé si aprende; pero tanta atención llega a ser inquietante.
No me gustaría que fuera más rápido que yo resolviendo pasatiempos. No quiero más humillaciones.

Me gustaría gozar del superpoder de vaciarme y seguir, a pesar de ser mierda, pareciendo elegante. Como un sobre de azúcar que mantiene su forma a pesar de estar desgarrado.
Vaciarme de emociones, ergo de dolor.
La vida no es un bien preciado si estás lleno.

En Telegramas de Iconoclasta.

Hay un espacio vacío entre ella y él. Es tierra de nadie y no se puede cruzar si no acompaña la suerte.
No existen las horas felices.
No hay un café en la mañana frente a frente.
Y la suerte no existe, ambos dan constancia con sonrisas tristes y besos que intentan trascender el abismo; consiguiendo tan solo un escalofrío de gélidas imposibilidades recorriéndoles el espinazo. Por eso cruzan con pena los brazos sobre sus propios pechos, por tener algo de calor en el corazón.
Un consuelo inútil: solo da una aparente templanza a la frialdad de la tragedia más vieja de todos los tiempos.
No ocurrirá nada entre ellos.
Lo saben con la misma certeza que hay sangre bajo la piel.
El abismo es el generador de sueños abortados.
Intentan llenar el vacío con palabras; pero causa el mismo efecto que sacar un cubo de agua del mar.
Y es desesperante.
Lanzan una palabra y se desintegra dulce y melancólicamente en el abismo de la nada, sin ocupar espacio.
Sin aliviar la altura y la distancia.
Y es desesperante.
Nunca se llenará, es insalvable el abismo de amar contra el mundo.
Y ambos, cada cual en su extremo, lloran la muerte de lo que aún no ha nacido. Cada día… Pobres…
Cuando ambos caigan al abismo y desaparezcan, no cambiará nada: a nadie le importará, nadie sabrá del drama.
Están abandonados a sí mismos.
También saben que el dolor no conduce a nada, el amor no hace ignorante a nadie que no lo sea de nacimiento.
Hay una valentía y una entereza inhumanas en amarse frente a la ausencia.
Hay un abismo insalvable entre dos tierras de amores baldíos.
Podría haber un final feliz, pero no necesitan engaños.
Ellos saben.

 

ic666 firma
Iconoclasta

Es una época tan intelectualmente decadente que, a cualquier cosa se le llama arte.
Y como toda decadencia, usa la palabra «arte» para justificar algo que no tiene ningún valor estético o plástico, escudándose en la mayoritaria falta de criterio de los usuarios de las redes sociales.
No se debe confundir una protesta social con arte. Una fotografía pixelada y sin interés alguno, la puede hace cualquiera en su teléfono. De hecho, las televisiones practican ese «arte» en multitud de reportajes cuando pixelan rostros de niños, policías o cualquier otra persona que sea «delicado» mostrar en público.
La protesta social me parece genial, sea o no cierta. Que cada cual se queje y cuestione lo que le pica; es la esencia de la libertad.

La tan cacareada obra de «presos políticos» que ha sido «censurada», es mera crítica y protesta social; sin ningún tipo de arte.
Hay que tener claro lo que es arte, lo que puede conmover la sensibilidad mediante la plástica para bien o para mal. Y en esa obra ha de haber una cualidad especial que la constituya en algo digno de exponerse.
Llamar arte a esta obra, es puro oportunismo y una falta de respeto para otros artistas que sí merecen exponer y son ninguneados durante toda su vida.

¿No es estúpido el espacio tratándose de una nota?
Notas de las notas, de las notas, de las notas, de las notas…
Como tuits mierdosos y aburridos de políticos y famosillos, que se repiten y repiten y repiten y repiten…
Los cerebros se pudren y nadie presta atención.

Crimen y castigo, de Dostoievski.
Delirante y tronchante descripción personal, habla Razumijin.

 

No sé que pensar de este momento hermoso.
Quiero soñar que el árbol da gracias al sol con mensajes encriptados en volutas de vapor, en jirones de vida. Que lo invita a un trago de su propia savia por el calor necesario que le regala tras la noche helada.
Soy un extraño entre ellos dos, un pequeño ser que ve cosas más grandes de las que debiera. Porque estaría más tranquilo si no supiera de la inmensa vida de otras cosas y seres. No haría la mía tan ínfima.
Demasiado grandes en su poder y en su edad.
Grandes en sus vidas interestelares y profundamente clavadas en la tierra.
Soy tan efímero, tan desarraigado de todo…
He tenido un casual privilegio de estar tan cerca de ellos.
El planeta no habla conmigo, no soy parte de él. Solo asisto a encuentros de amigos de una forma accidental.
Mi pensamiento no trascenderá, no será vapor; al menos visible para nadie.
No habrá la huella de un tullido en la tierra que ha asistido, sin pretenderlo, a la charla de dos seres de una trascendencia inabarcable.
Mi piel se abrasa con el sol y se hiere con las cortezas de los árboles.
Mis piernas se rompen con chasquidos que no me dejan dormir cuando los evoco en el silencio y la oscuridad de la noche, cuando me enfrento a mi pensamiento.
Mis ojos padecen con los rayos del sol y el frío.
Hay una belleza letal en el planeta, hay una íntima complicidad que me hace forastero.
Y hay tanto tiempo que me falta vida.

 

ic666 firma
Iconoclasta
Video y foto de Iconoclasta.

Estás tan feliz abstraído en cosas profundas. Y cuando llegas a la conclusión de que lleva lencería roja translúcida, de repente, estornudas y a la vez se te sale un pedo supersónico que duele un millón y sientes que el ojete «sa despellejao».
En poco menos de una décima de segundo, te ves frente al espejo con los mocos colgando y balanceándose, con el culo ardiendo y a punto de gritar, con los ojos llorosos y una erección inservible que malditas las ganas.
«¿De verdad soy un resultado de la evolución?» Me pregunto sucio, dolorido, humillado y obsceno.
Y pienso en sus pezones erizados notorios a través de la blonda roja…
Me limpio los mocos, consuelo el culo con unas caricias que no tienen efecto alguno; y sigo dándole duro a la imaginación.
Soy inasequible al desaliento.

 

El suicidio no es solo una salida digna y un buen analgésico para el interesado. Es un bien para la humanidad.
La eutanasia también cumple su función, pero se realiza demasiado tarde para el interesado y la humanidad.
Y es que a la muerte, le ocurre como al tiempo: es oro.
Hay muertes que se esperan con avidez y nunca llegan.
Como el buen marisco y el dinero.
Así que mientras algún suicida hace lo que debe, me tomo un cruasán y un café a falta de langosta.
También pienso en cosas más bucólicas al merendar, aunque procuro evitar una notoria erección en el bar.
No sé para qué coño murió Cristo ¿Por mí tomándome un cruasán en un bar? Ser un iluminado tampoco es garantía de eficacia.
Que aproveche.