
Ocurre que lloriquear por todo y tener miedo a cualquier cosa es la forma de vida habitual en las ya viejas sociedades degeneradas.
Y trabajar duro causa un temor paralizante a la chusma que bala aburrida.
Lo extraño es la independencia y el pensamiento libre.
La libertad y la autonomía no son una simple cuestión de inteligencia, es una genética que está desapareciendo asfixiada entre la mediocridad, mezquindad y envidia.
Ser feliz en las granjas humanas o ciudades es auténticamente ser imbécil.
No hace falta que ningún iluminado explique lo obvio, bueno… A los idiotas sí.