Yo crecí con Julio Verne y Kafka el metamórfico, el Tío Gilito, Donald, El Club de los Jóvenes Castores, Bugs Bunny, El Correcaminos, el Gallo Claudio, Mortadelo y Filemón, Zipi Zape, Rompetechos, La Masa, Mitek, Flash Gordon y Zarpa de Acero. Esporádicamente con El Jabato y el Capitán Trueno. Todo de lo más normal y adecuado a mi época. Aún hoy día, no puedo creer que haya alcanzado tanta perfección, crueldad, sadismo y perversión intelectual con tantas trampas que me pusieron para que fuera un idiota más. Siempre doy gracias a mi cerebro poderoso cuando evoco mi infancia y adolescencia. Tal vez la muerte temprana de un padre ayude a ser un distante sociópata; pero yo ya era bastante cabrón de pequeño. Mi éxito intelectual siempre estuvo garantizado, no tuvieron ni la más mínima oportunidad conmigo aquellos hijoputas domadores de ovejas. Y aquel puto médico de mierda, perdió el tiempo; no podía matarme con aquel escaso cerebro que tenía.
Por alguna razón se sienten orgullosos, cada cual se da sus dosis de vanidad como puede. Será precioso, tierno y todo lo que quieras el angelito; pero siento escalofríos de terror si imagino que podría pasarme a moi: tener que soportar la estampa angélico-orgullosa en el vagón durante un largo trayecto de paradas y sin fumar. Esos pantaloncitos son un arañazo continuo en las retinas. ¿Y si le diera por volar zumbando orgullosamente por el vagón? A eso no lo espantas con un periódico o con la mano. El metro puede llegar a ser un lugar inquietante.
Ya hay 37º C y el aire cae como plomo caliente en mis hombros, no carboniza, no hiere la piel; pero se filtra hasta el tuétano de los huesos, calentando el cáncer que parece hervir en la tibia. Cuando eres un tarado, el calor adquiere tintes desérticos y te ves un tanto indefenso con toda esa mierda que arrastras. Mi cerebro ante la agresión del calor se defiende relajándose para no sobrecargarse, pensando suave. Evitando evocar cualquier cosa, no concluir. Es algo que ocurre en muchos mamíferos, nada especial. Mi pensamiento se dedica a indicarle a mi pierna podrida que avance, una rutina sencilla y mecánica como una oración a dios. Solo que mi rutina da resultados. Con este calor la pierna se duerme, no se atreve a avanzar. Sueña que se rompe de nuevo por el mismo lugar. La pobre está medio muerta, tiene treinta años más que mis brazos, por ejemplo. Morirá mucho antes que el resto de mí si dejo que duerma y se evapore la poca sangre que tiene. Soy paciente con ella; porque en cuanto el cuerpo se aclimate a este nuevo verano, ya no sentirá tanta agresión y nos moveremos con más naturalidad y soltura. Sin este penoso esfuerzo. La desventaja radica en que el cerebro gestionando algo tan mecánico y sencillo, en este estado de mínimo esfuerzo se encuentra indefenso ante influencias externas y ante sí mismo. Nada es perfecto. Con los primeros días del verano hay cierta tristeza en algún profundo lugar dentro de mí, creo que en el estómago. Intuyo un final no trágico, solo definitivo. Y el cerebro no realiza esfuerzos en buscar consuelos. Si tiene que doler que duela, si debe llorar que llore. Puto sol… Un burro me reconoce y se apresura entre la tupida vegetación hasta llegar a mi altura en un lugar despejado al borde del camino, nos separa una alambrada eléctrica. Cabecea contento y deja ir un rebuzno. Es un amigo que conozco desde hace pocos años, pertenece a una masía de por aquí. Nunca me había seguido, ni demostrado simpatía. Y mi indefenso cerebro arranca imparable un proceso mental, justo lo que no debía hacer con este calor. Los cerebros a veces no son eficaces y pretenden entender. Mierda… Siempre ha estado acompañado de un compañero y ahora está solo. Pobre… Y el cerebro sabe de forma inmediata tras haber procesado cientos de emociones y recuerdos que su soledad es una pequeña tragedia. No puede hacer daño decirle algo. Le digo cosas como guapo, grandote, simpático, orejotas. Un saludo amable de amigo a amigo… Porque tiene que sentirse muy solo para llegar al extremo de llamar la atención de un ser tan sórdido como yo. Tras escuchar mi voz con sus grandes orejas tiesas, se relaja y se dedica a piafar tranquilamente. Le digo adiós en silencio con la mano. Siento una tristeza tierna como la muerte de un polluelo que ha caído del nido por una mala suerte. Mi cerebro concluye en vista de datos y experiencias acumuladas, que el burro no volverá a caminar por los campos con su amigo. En el campo, la desaparición de los seres se debe con toda probabilidad a la muerte. Miro atrás, el burro me observa marchar masticando relajadamente… Qué bonito es mi amigo. “Bye guapo”, pienso. No quería pensar… Ese compañero suyo que ya no está, pesa ahora en el cerebro como la pierna podrida que arrastro. Hago lo que debo, permito que mi artrítico y rígido tobillo se tuerza; una llamarada de dolor sube por mi pierna, vibra en mis cojones y se mete en mi cerebro por los ojos. Y se acabó esa concatenación de tristezas. Se impone gestionar el dolor. Deseo meterme en su coño fresco, en su voz que me aplaca… Tomo un trago de agua de la cantimplora, está caliente. Es un hecho que la tristeza con dolor se cura. Y el calor se alivia con un pensamiento ligero, banal. Si fuera posible. Y cuando eso no sea suficiente, guardo unos muchos comprimidos de sedante eternizante. Soy precavido. 38 grados.
¿Cuánto tarda en morir un amor? Porque los amores mueren o lo que es lo mismo: cuando sentimos que hemos muerto un poco, ese poco es el amor que hace unos segundos sentíamos. Actualmente el amor está íntimamente ligado a la tecnología, intrincado molecularmente ya. Con lo cual muere en cuestión de segundos. Tarda unos pocos segundos más en nacer y formalizarse; pero su muerte es lumínica. Muere con la primera duda. Hay la suficiente información como para crear diez o doce dudas por día (esos banales muñecos infantiles que son los emoticonos son unos grandes creadores de dudas), según la presencia de los amantes en las redes sociales. Una gran parte de los amores mueren en un par de semanas. Hay demasiadas cosas, animales, y amistades que amar. Con lo cual, se frivoliza el amor y para los amantes queda un porcentaje tan ridículo de amor que no vale la pena sufrir o perder el tiempo en mantener. Si a eso le añadimos que los amantes de las redes sociales por ignorancia o por incapacidad, usan las mismas frases ajenas y tópicos que todos encuentran en los buscadores y comunican sus pasiones con cortar y pegar; no tardarán en sentirse frustrados y falsos. No son lo que pensaban, no responden en la realidad con las mismas palabras y emociones que en la pantalla electrónica. Para un mal follar no hacía falta tanto bombo, se dicen. Internet forma parte de la cotidianidad; así pues todo nace y muere en la red, salvo algunas valiosas y escasísimas excepciones. El desengaño, la duda y la frustración viajan en paquetes de gigabytes en pocos segundos. Un par de siglos atrás, ante la presión de un amor elaborado, carismático y notablemente real, con una comunicación larga y tediosa de cartas que no llegaban nunca, había suicidios. O eso dicen las leyendas. Ya nadie se suicida por amor, se ha hecho tan banal amar que carece de sentido morir por algo así. Hay miles de amores muriendo en este momento aplastados por poemas y pensamientos buscados y usados millones de veces. Y la mona, aunque se vista de seda, mona se queda. Si un amor es duradero, con toda probabilidad se habrá gestado fuera de internet por imposible que pueda parecer. En cambio, el sexo no es que sea duradero, simplemente es numeroso. Y vuelta otra vez a lo mismo: a la mediocridad, al adocenamiento. Y las parejas folladoras de rápido sexo, son tristes y malísimos amantes. Cualquiera que haya follado buscando el goce, el placer real; sabe que se requiere algo más que un par de polvos de roedor para obtener placer, un placer que valga la pena; el buen sexo requiere un aprendizaje con cada amor, con cada cuerpo. No es una cópula ebria y sucia entre orines o en los asientos malolientes de un coche. Para un polvo rápido, están las putas que lo hacen mucho más rápido y sin perder el tiempo. Vale, también es verdad que hay putillas no profesionales que hacen verdaderas marranadas dignas de pagarse. En cambio, putos para ellas no hay en tanta cantidad, los que podrían hacerlo, suelen estar vomitando o meándose encima en el momento más necesario. No hay mucho más que decir de la vulgaridad del amor que corre en estos tiempos. Y por otra parte, escribir demasiado de este tema, infecta el ánimo. Y no se trata de un virus, si no de puro hastío.
La chusma tiene un don natural para sentirse a gusto entre la mierda. Es algo que encuentro normal entre los primates, pero yo no siento mi culo entre toda esa porquería. Me da asco solo verlos. Yo no me podría sentir como ellos, en el salón de su casa. Hay que nacer muy adocenado para revolcarse con tanta naturalidad en la mierda. Tal vez, las verbenas son el necesario baño de porquería para que muchas reses urbanas no se me depriman, no olviden lo que son y obtengan un asomo de libertad acorde a su naturaleza con unas horas de fogatas y desperdicios.
Eso del indulto para algunos funcionarios y cargos políticos presos es una idea que solo se les ocurre a otros políticos por puro corporativismo. Es decir, cuando se descubran sus delitos y negligencias quieren tener asegurado también su indulto. Idéntico al corporativismo de los médicos que respaldan y apoyan a sus colegas negligentes y homicidas. Esta piara de políticos que se revuelca en el fresquito barro que ellos mismos producen, no han considerado jamás indultar al trabajador que le han embargado su casa y sus bienes por una mala y corrupta gestión o administración gubernamental. Y esos mismos negligentes y corruptos que provocaron la ruina de muchos trabajadores, siguen ocupando puestos de relevancia o cobrando una inmerecida pensión por un puto trabajo que hacen e hicieron mal. Y hay mucha gente inocente en las prisiones que no son políticos, subnormales. Y como una florecilla en una montaña de estiércol, aparece el anodino Zapatero diciendo su gilipollada para hacerse visible de entre su propia mediocridad. La democracia española ha inaugurado una nueva corriente política: la corrupción del buen rollo sanitario y sus bienaventurados. Joder, al menos en México algunos casos de corrupción se resuelven de forma efectiva, con balas. Aquí los corruptos se aplauden unos a otros y se llaman entre sí continuamente al diálogo de mierda. Sin dar un palo al agua. El calor no solo hace a los políticos más corruptos, los hace descaradamente imbéciles y previsibles. Gordos nerones comiendo uva y tocando la lira viéndose a sí mismos en los telediarios, soltando su mierda de declaraciones mentirosas hasta el vómito. Y por supuesto la chusma ciudadana carece de capacidad para recordar (seamos claros, para leer y entender algo), cosa que es campo abonado para la corrupción y la subnormalidad institucional.
«Por el calor os ponéis ropa fresquita y bebéis con frecuencia». Las instituciones han agotado su imaginación para hacer a las cobardes ovejas más estúpidas y dependientes. Lo siguiente será decirle a sus lelos votantes: «Y no os olvidéis de respirar, nenas». Deben tener unos baremos estadísticos sobre la idiotez de la población para mearse de risa.
Cordón sanitario es uno de los eufemismos más lelos de la actual política española. Es vergonzoso que los políticos que deberían demostrar calidad y claridad en el lenguaje, y sobre todo sobria determinación, se dediquen a buscar eufemismos por bloqueo, aislamiento o mejor aún: boicot u obstrucción. Los políticos, sobre todo los españoles, padecen un serio problema de lenguaje. Tienen sobre todo, una forma paternalista y “dulce” de expresarse para no estresar a sus votantes que, nace de una espantosa hipocresía. Como una madre y un padre estúpidos que buscan mil maneras de explicarle a su hijo cosas de la forma más suave para no crearle un trauma y malcriarlo y convertirlo así en una oveja dócil y de voz meliflua. Cordón sanitario es la máxima expresión de una sociedad pobre, cobarde e indecisa. Es lo más patético que he oído en muchos años, algo así como el lenguaje pseudo protector y paternalista de los más puercos dictadores. Incluso me salen sarpullidos en las palmas de la mano (como estigmas divinos) cada vez que un orador imbécil pronuncia “cordón sanitario” como si fuera un médico de mierda. Es que me jode hasta la sola voz de estos políticos basura. No es odio, es asco lo que les tengo.
Todo ser humano al nacer es recibido con honores de aristócrata y prodigio para morir anodino. Es por esa manía de sobrevalorar al neonato y celebrar que sus genes serán tan potentes como los de mamá y papá, e incluso mejores (si el niño despide chorros de inteligencia láser, papá y mamá algo tendrán que ver ¿no?). Y luego está la otra manía, que al final es la que cuenta: la de ir creciendo y con ello, haciéndose más mediocre hasta conseguir la invisibilidad absoluta. Hay excepciones; pero lo único que cuenta son las estadísticas. Como en las elecciones. No es de extrañar que se hayan inventado tantas cosas de Jesucristo (él incluido). Llegando incluso, a prostituir la historia con esas ridículas coletillas de “A.C. y D.C.”, y no me refiero a la banda de heavy metal australiana, genios. Lo que sí es cierto y un efectivo prodigio de táctica digna de admirar es aquello de “una mentira mil veces contadas, se hace verdad”.