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Iconoclasta

El alma desciende a los pies para alejarse cuanto pueda de la destructora ira, tiene miedo a ser desgarrada.
Es por ello que dicen de los violentos que son desalmados.
El forense no les examinó bien los pies.
En el alma tradicionalmente habitan las actitudes altas y nobles, las emociones amables. Sin embargo el alma es un velo sutil que se deshilacha fácilmente cuando los puños se cierran o la boca saliva abundantemente por una ira. Se desliza hacia abajo, hacia las patas; porque sabe que moriría si se interpusiera en el camino de la violencia o del odio extático, irracional.
La superchería o religiosidad de rebaño, cómo no, educa a mantener el alma bien alta para que aceptes todo mandamiento y castigo con resignación. Que el alma te proporcione una beatitud digna de morir con un homenaje y liturgia que se pueden meter en el culo.
El alma quiere hacer de ti un mártir.
No existe el bien y el mal.
Existe la ira, el miedo y la obediencia servil. Es el único bagaje humano para vivir y sobrevivir. Las tres actitudes que mantienen una lucha dogmática en la mente de los seres humanos civilizados, castrados ya de su naturaleza.
Jade Negro se ríe y dice “yo tengo el alma en el chocho”. Arriba le da dolor de cabeza y náuseas. Y como el alma es suave, los rabos le resbalan mejor.
–Quiero tu alma amarga, como los hígados que desgarro y devoro –cuando Jade habla parece que lo hace con los ojos, con sus grandes ojos.
–Soy un agujero negro, no tengo alma, soy de metal corrupto -le respondo con un sarcasmo poco convincente.
Pienso que la misantropía pudiera haber devorado mi alma si alguna vez existió.
Me escucha con el ademán de quien ha oído algo lejano e ininteligible, con expresión de “me ha parecido oír algo y no sé qué”, aleteando sus maquilladas pestañas rápidamente.
Tal vez sea ella mi alma porque me ha provocado una sonora carcajada. ¡Qué cabrona! En un segundo ha hecho mierda mi hastío vital, donde dormita la ira.
También le gustaría probar mi sangre; pero le da miedo beber demasiada y que no “te quede la suficiente para poner la polla bien dura”.
Sopeso contestarle que tampoco tengo polla, no una que se merezca.
–Te romperías los dientes –me arriesgo a no ser humilde.
Y ríe estruendosamente.
Continuamos charlando de almas, iras y alegrías; mientras sorbe ruidosamente un Bloody Mary que por sugestión le calma la sed. Y yo fumo como si la besara.
Jade es una hermosa criatura. Y todas las cosas bellas exhiben un cultivado descaro y desenfado que las hace ingenuas e irresistibles, una trampa para atraer a sus víctimas.
Porque es sabia y ancestral como un dios. Su ingenuidad es solo un arte cinegético.
Hace maravillosa la vida cuando aparece iluminando mi oscuridad.
Sin ella no podría sonreír.
No amarla calladamente con el pesar de la imposibilidad, es imposible.
Y lo lee en los jirones de mi alma que parecen colapsar el corazón. Lo sabe…

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

Yo digo que una bofetada se resuelve con otra hostia.
Además, sería imposible pagar solo con otra.
La decapitación…
No se trata de poner la otra mejilla, no es tan fácil.
Todo va más allá, a otra dimensión, en la que yo rijo.
Yo lo puedo hacer; pero vosotros no y si lo hacéis será una chapuza. Un trabajo mal hecho e inconcluso por mucho que matéis.
Pero lo más importante, es que desde el momento en que ese dios melifluo, iracundo y maricón me creó, nadie me ha dado una bofetada.
Yo sí puedo hacer lo que digo, lo he hecho antes de alardear de ello.
En un tiempo remoto, cuando le comía los dedos de los pies a un bebé ante su madre, dios me preguntó desde su palacio celestial mierdoso, que parece un burdel barroco:
¿Por qué lo matas todo, 666?
Le respondí que no soy un hipócrita divino y sádico como él. Que no pido obediencia ni fe a sus amadas creaciones, monos de mierda…
Dices ser amor, y sin embargo asesinas y torturas hipócritamente, cerdo todopoderoso.
Le dije que es mi trabajo y disfruto con él, sin más liturgias de mierda.
Incluso cuando el primate casi con alegría va a morir y por ello dejar de sufrir, le insuflo vida por el placer de observar el movimiento de sus intestinos que, parecen grandes y sucias lombrices retorciéndose al aire.
Evito que el mono muera de un infarto cuando observa como descuartizo a todos sus seres queridos en largas sesiones, chapoteando mis pies en una balsa de sangre y restos cárnicos.
Lo más fascinante llega cuando el dolor y el terror se les hace tan insoportables que su mente estalla y dejan de ser humanos para convertirse en un organismo desgajado o eviscerado, mugiente y convulso. Incapaz de pensar, solo buscando la muerte como un animal que va a morir abrasado y corre hacia el acantilado, al vacío.
Juro que puedo escuchar el sonido a cristales resquebrajándose cuando la mente se les rompe y dejan de ser humanos.
Algo que ningún mono del mundo podrá gozar jamás. Es mi privilegio exclusivo y la razón suficiente e insaciable para exterminaros lentamente cada día, cada noche, a cada instante… A todos, desde los recién nacidos a los que han creído tener la suerte de morir dulcemente en la vejez.
No puedo creer, dios imbécil, como puedes asombrarte después de tantos millones de años viendo como desguazo y extermino a tus creaciones.
Y cuando acabe con el último primate sobre la capa de la tierra, subiré a tu cochino cielo y comprenderás lo que es la fractura de la mente cuando te tenga en el filo de la muerte y el dolor inenarrable; y a tu hijo el nazareno, repartido a trozos entre los coros celestiales, después de haberlo despellejado como un muñeco de medicina.
Cuando tu corazón negro dé el último latido en la palma de mi mano, tu mente se habrá rajado y dejarás de existir antes de morir. Y el mundo que creaste sufrirá un colapso que lo convertirá en otra piedra muerta flotando en el universo. Tu grito de dolor enmudecerá por fin allá en el vacío.
Mientras ese momento llegue, herviré crías de primates humanos como golosinas para mis crueles. Mis queridos y obedientes cerdos diabólicos…
Les gusta más cuando les doy carne de ángel, se matan entre ellos por un bocado de sus alas recias y musculosas, afeminadas hasta la vergüenza. ¿Por qué no los dejas acercarse a mí más a menudo, dios marica?
Ese Dios melifluo y asesino hipócrita, hace ya rato que ha cerrado las puertas de su reino. No le gusta que sus primates inocentes, bienaventurados, ángeles y arcángeles escuchen mi verdad, mi volición imparable.
Cuando desplego en todo su esplendor mi naturaleza en el infierno, el silencio se convierte en una plancha de plomo que lo enmudece todo, ni siquiera se produce eco. Un plomo que cae sobre las almas que sufren sin cuerpo para la eternidad o cuando a mí me plazca acabar con ellas.
Puedo imaginar vívidamente un mundo sin vida humana y rujo al cielo y a la oscuridad de mi húmeda y oscura cueva.
A medida que me tranquilizo tras mi furiosa epifanía, soy consciente del sonido que produce mi Dama Oscura entre mis piernas, chupando mi rabo y sus dedos chapoteando en su raja anegada y brillante, sentada a los pies de mi trono de piedra. Mis huevos captan el frescor de la piedra del trono. Me gustaría que la Oscura prestara más atención a estos detalles, que los acariciara y dejara de darse placer a sí misma.
Extraigo de entre la carne de mis omoplatos mi puñal y goteando viscosidad sanguinolenta, deslizo la afilada e infecta punta por sus pezones acariciándolos, conteniendo a duras penas el deseo de cortarlos.
Ante el caliente filo, se le escapa un gemido de la boca llena de mí y su orina se derrama entre mis pies y sus nalgas poderosas que esconden un indecoroso y hambriento ano.
Un cruel emerge gruñendo de la oscuridad que nos rodea, se acerca al trono y lame con avidez los jugos derramados y el coño de la Dama Oscura cuando se lo ofrece separando las piernas.
– ¡Hazme daño! –rujo.
Desenfunda la fina daga, un estilete ceñido a su muslo y lo clava en el escroto atravesándolo de parte a parte, destrozando los testículos… El glande escupe unas gotas de sangre que caen sobre el hocico del cruel. Las manos de la Oscura están ensangrentadas, ardientes…
Y bramo.
El cruel huye apresuradamente gruñendo horrorizado hacia las oscuridades a esconderse.
Eyaculo una gelatina rojiza que cae sobre las tetas de la Oscura, que mantiene su mano cerrada en mis mutilados cojones, apretándolos, sosteniendo el dolor en su nota más alta.
Es una virtuosa del dolor, no sé si le queda algo de humana…
Y como si leyera mi pensamiento lleva esa gelatina a su coño para extenderla mientras se corre y grita y jadea y sus pechos se agitan pesados, duros…
Esta es la dimensión oculta que habito. La del dolor, la cuarta que tanto buscabais.
Bienvenidos a ella, pasad y sufrid.
Pasad y rompeos, primates.
Moriréis todos.
Siempre sangriento: 666.

Iconoclasta

La bondad no es una virtud, sino la reflexión y el acto que surge de la inteligencia y la búsqueda o intuición de la justicia.
Esa justicia que degradaron y humillaron en códigos de leyes los gobiernos de las naciones del planeta Tierra, hasta convertirla en un puré corrupto de hipocresía para protección de la riqueza y sus poseedores.
Esa inteligencia que ha pervertido la sociedad hasta reducirla a un único mensaje electroquímico insectil; millones de veces chirriado por los millones de humanos-orugas.
La bondad es un acto medido, una emoción razonada.
Y no persigue recompensa.
Ser bondadoso indiscriminadamente es el mayor acto de injusticia para los que se la merecen; traicionarlos está muy lejos de la bondad, de la justicia y de la ética.
Sin embargo la superchería o ideología o religión, prostituye la bondad como método para alcanzar una santidad, un paraíso, un premio. Y exige ante todo, bondad hacia los líderes, amos y ricos (el perdón, respeto y obediencia a pesar de sus delitos y negligencias). Luego, hacia todos los seres humanos; excepto a los infieles cuando un gobierno decreta guerra.
No todo ser humano merece un acto de bondad.
En algún momento las grandes supercherías o ideologías o religiones del mundo pervirtieron la bondad amasando mansedumbre y fanatismo. Esta “bondad” es conocida como moral, un libro sagrado del buen ciudadano según los dogmas escritos a lo largo de la historia de la especie humana.
La bondad predicada por las más importantes supersticiones o religiones o ideologías del mundo es un mero trámite que da ciertos privilegios ante los dioses inventados por los líderes salvadores y redentores.
Una cartilla de cupones.
La bondad solo se da en anónimos seres humanos que viven el día a día sin mirar a nadie y hacen lo que deben cuando deben. Lo hacen según la razón y la justicia, sin exigir dinero, votos o fama. Sin exigir la fe en ellos.
Sin exigir el paraíso.
Luego se encienden un cigarrillo paseando a donde quiera que vayan hasta diluirse en el paisaje.

Iconoclasta

Las plumas envejecen, se atascan.
Se llenan de porquería como a cualquier ser humano se le ensucian las venas, el corazón, los pulmones y los genitales.
Deben ser los restos acumulados de la vida, de tanto sufrirla, follarla y escribirla.
No me parece divertido, ni siquiera ameno. Es pura literatura del hastío.
Simplemente es.
Y si escribes con rojo, tienes la fatídica sensación de que tus pensamientos se coagulan en el papel.
Tampoco me parece ameno; pero sí macabro. Me place…
La coagulación del pensamiento bien podría ser una expresión de aquel muerto romanticismo de la soledad y enaltecimiento del amor como tragedia y elevación.
En el papel me parece ver ya las palabras modeladas con costras.
Es tan orgánico…
Podría decir que casi respira agónicamente el papel; pero no.
Soy yo fumando que agito las hojas, como si un dragón intentara quemarlas.
La sangre es más eterna y sólida que el semen, es otro hecho que tampoco es divertido.
Ni macabro.
Simplemente es.
Por eso los mesías solo hablan de la sangre.
Y las putas son vampiras incruentas.
Putas y mesías, dicen que es lo más viejo de la humanidad.
Es mentira, lo más viejo de la humanidad es mi pensamiento encostrado.
No soy dios porque afortunadamente sangro.
Y por ahora ya he perdido bastante sangre.
¡Bye!

Iconoclasta

La selección genética de la especie humana por parte del poder religioso ha sido las más larga de la historia y su proceso aún sigue. Porque la política es otra religión preñada de ideologías y mandamientos. Y dada la baja intelectualidad y formación técnica o cultural de los líderes que surgen (corrupción, endogamia), se constituyen en sectas paganas lideradas por simples profetas o chamanes con corbata que predican sus ofertas sociales y económicas, que jamás cumplen, a una masa humana hambrienta de regalos, milagros y culto a la vida fácil.

Nacionalismos, comunismos, fascismos, liberalismos… Hay una amplia oferta de teología política. Y no tardará demasiado tiempo en llegar la adoración de los jugadores de deportes de masas como un rito importante. De hecho, hay visos de ello en la actualidad.

Hay un cómico que ha accedido a la presidencia de Ucrania y actores como presidentes, actores, gobernadores, alcaldes, alcaldes y empresarios sin formación humanística no técnica.

Unos apuntes sobre la evolución humana:

“Primeros homínidos: entre 7,5 y 5 millones de años atrás.

Homo sapiens sapiens la única especie que aún sobrevive de todo el género Homo, surgió hace 130000 años.

Desarrolla un lenguaje complejo 60000 años atrás.

A partir del 30000 AEC (antes de la era común) pueden hallarse objetos rituales de piedra y hueso.”(*)

Desde que surgieron los primeros cultos y ritos (animismo) a montañas, ríos, árboles o animales. Guiada la manada humana o tribu por un hechicero, comenzó la discriminación, persecución, exilio y exterminación de los ateos y agnósticos, o adeptos de otras sectas minoritarias en los asentamientos o campamentos nómadas.

En los primeros cien mil años de vida el homo sapiens sapiens consigue expandirse por el planeta sin aparente religiosidad, aunque es probable que desarrollara pequeños ritos de superchería.

Y la cima de la evolución humana: desarrolla el lenguaje.

A partir de treinta mil años atrás se encuentra en suficiente cantidad para teorizar sobre la aparición de los primeros ritos religiosos, objetos de culto de hueso y piedra.

En todas las civilizaciones y aún hoy en las actuales, los disidentes de la religión o superstición tribal eran eliminados de la población, de los puestos de poder y administración de los asentamientos humanos.

La religión o superstición servía además como excusa para invadir y apropiarse de territorios vecinos.

Durante milenios solo los creyentes y sumisos sobrevivieron y sobreviven al totalitarismo religioso. Actualmente se producen periodos de grandes genocidios contra las minorías religiosas, en Asia y África principalmente. En el siglo pasado además, en la Europa del Este con la guerra croata-bosnia. O el exterminio alemán de los judíos en la Segunda Guerra Mundial que incluye lo racial, social y religioso (una minoría cuantiosa de los exterminados, no eran judíos).

Hablan los historiadores, antropólogos y periodistas de limpiezas étnicas; pero poco se diferencian muchas de estas razas genocidas en sus continentes de la gente que exterminan, como las africanas, asiáticas o europeas, salvo en el culto religioso.

La población mundial mayoritariamente fue inducida por una selección genética violenta a aceptar la imposición y existencia de cualquier tipo de divinidad.

Con esta limpieza religiosa social, los individuos con el carácter predispuesto a adoptar una fe o superstición se reproducían entre iguales y naturalmente educaban a sus crías en la fe impuesta y sus ritos. Crías humanas que replicarían el mensaje genético que los predisponía a la credulidad y por tanto, al temor y la obediencia.

Lo que explica la propensión de abrazar la idea de la divinidad en el actual imaginario de la especie humana. Y la sumisión y adoración a las autoridades político-religiosas perdiendo alarmantemente desde inicios del siglo XXI libertades e incluso sacrificando sus necesidades biológicas a los decretos o mandamientos de los líderes político-sectarios.

El pensamiento libre y sin contaminación religiosa, desde 30000 años atrás hasta principios del siglo XIX era condenado y perseguido de forma cruenta, lo que marcó un retraso colosal en el progreso de la civilización, ya que todo esfuerzo debía estar dirigido hacia la adoración de los símbolos religiosos creados, que se traducía en el enriquecimiento de sus brujos, chamanes, ulemas, rabinos, sacerdotes, santones, reyes, aristócratas, terratenientes, militares, presidentes y dictadores.

Cualquier idea no religiosa, se consideraba herejía, penada con muerte o en el caso de las castas de prestigio, clases altas o aristocracia, con el exilio.

Fue en el siglo XIX donde tímidamente dio comienzo la alfabetización de la población, aprender a leer y escribir como un requerimiento indispensable para encontrar trabajo.

La especie humana a lo largo de estos miles de años ha derivado en otra raza de carácter endogámica, defectuosa, castrada de los atributos de la especie primigenia. Una raza más cercana a los mamíferos rumiantes. Y en la actualidad a los insectos sociales, como los himenópteros (hormigas, avispas, abejas) y neópteros (termitas).

Pasada la Edad Media, se eligió para los grandes asentamientos o ciudades la técnica arquitectónica de las abejas u hormigas para la estabulación de las reses humanas. Los ricos, dueños de las grandes extensiones geográficas, disponían así de un gran espacio, sacrificando pequeñas regiones para apilar o estabular a sus obreros o clases votantes.

A medida que pasaba el tiempo y se desarrollaba un código económico religioso de tributos y leyes contra la población a favor de las castas hechiceras o religiosas (las ricas), la política paulatinamente su fundía con la religión en el gobierno de los países. Hoy día la política se impone a la religión (salvo el islam, hinduismo y budismo), que permanece como un poder negro y oculto que da consuelo y un espejismo de dignidad a la explotación humana pobre o trabajadora.

La iglesia sentenció mundialmente en el año del coronavirus 2021: “Vacunarse es un acto de amor”.

Los endogámicos linajes religioso-políticos también sometidos a su propio sistema ganadero de mejora de la raza; religiosos en cuanto a que cualquier ideología como el nazismo o el comunismo son meras doctrinas conductuales basadas en la fe en un ser superior: el jerarca nazi o el presidente del comité. En la actualidad se afanan con febril actividad y con todos los medios disponibles de emisión de propaganda doctrinal en erradicar el intelectualismo, libre pensamiento e individualismo.

Se debe tener en cuenta que el poder o casta rica (una especie endogámica y castrada también) no es especialmente inteligente, solo hereda un estatus social y político. Con lo cual su escaso intelecto o mediocre inteligencia queda en evidencia ante intelectuales, libre pensadores y académicos. Esto no lo pueden permitir, mostrar su ignorancia e incapacidad; de ahí que se colectivice (globalización) el ingenio y la creación, para que toda autoría sea el resultado de una masa amorfa sin rostro y sin nombre, que un jerarca político “democrático” (eminentemente lerdo) sea el ejecutor de pastorear o liderar hacia tal fin.

El individuo es la pesadilla del estado y de toda religión.

No puede ni debe resaltar más humano que el que se encuentre en los círculos de poder. A excepción de los necesarios bufones de distracción de los rebaños humanos, como cantantes, actores, personajillos gurús de redes sociales y bustos parlantes televisivos que son designados por el poder político-religioso.

Es por esta endogamia de las razas gobernantes o pudientes, la razón de que al llegar un político a liderar el gobierno de un país, precisa de una corte de educadores con un presupuesto millonario a cargo de los insectos de la colonia, para que ofrezca una ilusión de cultura, conocimiento y capacidad intelectual ante la masa votante.

En el caso religioso, los conocimientos llegaron de Dios, por supuesto; a través de una legión de sacerdotes y frailes recopilando y transcribiendo información de libros, códices y pergaminos que almacenaban en sus sótanos para exclusivo uso y disfrute: oscurantismo. Actualmente el cristianismo y su iglesia, dedica un gran presupuesto en legiones de arqueólogos, historiadores, antropólogos y lingüistas buscando una mínima prueba de la existencia de Jesucristo. Quien dice cristianos, dice musulmanes y judíos.

Las democracias son gobiernos de estructura insectil, apoyados por el voto de esa raza humana primorosamente seleccionada y evolucionada mediante técnicas ganaderas como cualquier raza de vaca, toro, perro o gato; para el fácil pastoreo y obediencia y la longevidad del poder de los ricos o político-religiosos.

Cuando hablo de estructura insectil, me refiero a la comunicación estado-población. La población en esta era tecnológica recibe los impulsos eléctricos y químicos (como los insectos coloniales en sus colmenas y termiteros) que el estado envía como decretos de restricciones de libertad y necesidades biológicas; la población las recibe a través de sus teléfonos móviles y televisión, reaccionando esta masa insectil globalizada con obediencia o temor.

Según sea la frecuencia y tensión de los impulsos electroquímicos que emita el estado, la masa insectil reaccionará con obediencia, conformismo o euforia; pero jamás con violencia o crítica, porque la castración física y mental es total en las castas inferiores.

No hay guerras entre naciones desde hace siglos. Las guerras son entre las distintas sectas ideológicas o endogámicas familias millonarias que desean obtener todo el poder, el que otras sectas ostentan. Es prácticamente una guerra entre mafias.

Que los fenómenos meteorológicos llamaran la atención del hombre prehistórico tanto como para achacarlos a actos divinos (algo que teorizan los antropólogos e historiadores como el origen del culto religioso); no me parece una buena hipótesis. El clima no era nada nuevo, nacían y crecían con él, era su vida. No era fácil que llamara la atención algo tan cotidiano como las flores que se abrían y cerraban o los frutos que surgían de los árboles, la lluvia, el viento, la nieve… No había nada extraordinario en estos fenómenos.

Tuvo que haber una experiencia que sirvió como comburente para prender la idea de religión o ritual; como el delirio por fiebre, por narcosis, por ingesta de vegetales tóxicos, por locura, etc… Convirtiendo éstas alucinaciones en experiencias místicas que narraban a los miembros del clan.

La locura, cerebros enfermos de algunos de aquellos humanos.

Un cazador (cazadora no, puesto que olían más por la menstruación en un mundo sin compresas ni desodorantes) hambriento en un mal día de caza come los frutos que el bosque ofrece, algunos son tóxicos o narcóticos y alucina cosas raras que narra a su clan como una epifanía.

Entiendo así la aparición de lo religioso o esotérico por causa de delirios narcóticos, o enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, cuyas imágenes se extendieron venenosa y paulatinamente durante miles de años hasta hoy.

Una vez creado un culto, al hechicero o sacerdote no le costaría demasiado inventar leyes y condenas así como mitos para impactar en los crédulos. Un ser que vive a costa de otros, al verse libre de tareas de supervivencia como la caza y recolección, disponía de mucho tiempo para perfeccionar sus mitos y profecías.

La religión, en los inicios de la humanidad, en sus primeros asentamientos se convirtió en ley y autoridad. Había tan escasa capacidad de comunicación (solo había comunicación oral, la escritura aparece sobre el 3100 a.C.,  o sea, 27000 años más adelante tras la aparición de los primeros cultos) que templos y parajes de culto se hicieron sumamente necesarios para el adoctrinamiento de la población.

El control estaba en el miedo y el castigo. A partir de estos dos conceptos, la religión se convirtió en el medio de gobierno que se ha mantenido durante más de treinta mil años.

En la actualidad y en la práctica el método de gobierno es el mismo: la fe, el oscurantismo y la credulidad insectil de la masa. Con otro decorado y otros ritos menos cruentos, pero infinitamente más psicológicos en una humanidad pervertida por los milenios, ya nacida para ser pastoreada o globalizada sin pudor ni escrúpulos por parte de los mismos endogámicos sacerdotes y hechiceros de la antigüedad.

*Breve historia de las religiones del mundo, Roberto Vivo.

Carta

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Iconoclasta

Que ya no fuera necesaria la fe, ni imaginarlo como ahora, con la imagen que cada uno cree que tiene.
Que existiera con rostro y cuerpo, grande o pequeño; pero táctil, opaco.
Lo que existe no tiene magia ni misterio.
¿Es que nadie lo entiende? Tener a ese Dios sería como ver siempre, durante toda la vida al mismo jerarca. Sus superpoderes e impunidad provocarían el odio hacia él.
El miedo y siempre el mismo rostro, como un castigo durante toda la vida llevaría al hastío.
La gracia de Dios está en su inexistencia inofensiva, protectora y bonachona de quienes le rezan por sus penas y banalidades.
Crédulos…
Es aterrador el infantilismo mezquino de la masa humana.
Si Dios existiera te haría daño, te arruinaría, te asesinaría por tus errores que son pecados en su ley.
Solo una vez mueras, se apiadaría de ti.
Sus cochinos volubles designios…
Devoraría a tus hijos para poner a prueba tu obediencia a sus órdenes, decretos, mandamientos.
La existencia de Dios sería la absoluta humillación y esclavitud de la especie humana.
Un rostro vulgar, una hipócrita y venenosa voz, una mirada malvada.
Ver todo eso todos los días, sin poder escapar de él…
Desearías asesinarlo antes de morir.
Su existencia sería el infierno, con millones de miserables adorándolo.
Algo tan sucio y grotesco como el cerdo que se folla a la puta en las películas enfermas.
Así de obsceno sería ese Dios y sus creyentes.
Un tirano inmortal que pasaría de padres a hijos, a nietos, a bisnietos…
¡Qué desesperanza de vida!
El Dios que te hundiría la cabeza en mierda porque tu vecino reza más.
¡Hijo de puta!
Imagina a Dios palpable, audible y visible destruyendo tu vida ocupándola en cada segundo con su mierdosa omnipresencia, hurgando en tu pensamiento. Destruyendo a los que amas por sus humores inescrutables, paranoicos y depravados. Favoreciendo a los indeseables, ignorantes, ruines y cobardes, colocándolos en el poder terrenal político.
Desearías no nacer en semejante mundo.
E imagina que naces, que ya estás en él.
La tristeza y la grisentería en tu piel como un aceite ácido que te deshace día a día lentamente, sin cura.

Iconoclasta

La luz oscura.
Las palabras en el vacío.
La oscuridad jadeante.
Los párpados destripados.
El pene desollado y la navaja sucia a tus pies.
Escamas de óxido en una esclerótica.
Llorar sangre y que no duela.
La sangre del ano que caga vidrio.
Una sonda de alambre en el meato.
Una oruga en los labios.
El filo que desguaza la uña de la carne.
Un sueño de infinita pena y no despertar.
Despertar de un sueño y quedar abandonado a la vigilia.
Un alarido que no sale a pesar de las mandíbulas desencajadas.
Un café amargo con mucho azúcar y los dientes ensangrentados.
La nariz rota hurgando el cerebro.
La vida rota.
La alegría hecha pedazos.
La tristeza como lepra.
El mismo día.
El último vómito del cáncer
Su coño desbocado golpeando circularmente mi boca.
El semen brotando como una meada, sin tocarme. Y ríen.
El hijo que nace con las tripas fuera y llora y no muere.
El amor era mentira.
La existencia de Dios.
El enfermo parto de una virgen.
Papá muerto follando a mamá muerta en el Cielo Cristiano.
Un jaco profundo en el oído y el caballo no calma el dolor.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

Los problemas religiosos de fe, obediencia, pecado, castigo, etc… Tanto de religiosos como de feligreses crédulos o ingenuos, existen y existirán porque van contra la libertad de la especie humana y su inteligencia creativa, lo que la diferencia notablemente de los insectos y mamíferos de ganadería.
Así fue antes del primer acto de fe de un primate hacia otro.
La religión busca pudrir la esencia misma del ser humano.
Denigrarla hasta la humillación disfrazada de buen ciudadano.
Por ello, pecados, incultura, fe, oscurantismo y esclavitud moral (adicción a los charlatanes), son las herramientas con las que el poder, ya sea religioso o su evolución: político; rige o pastorea a la población.
No todo el mundo es tan lerdo para dar su vida y voluntad al capricho de un dios, un mesías o un líder orador codicioso y ambicioso; pero siempre ha sido mayoría la chusma que precisa ser pastoreada para su mayor tranquilidad y descanso. Ahí reside la inmundicia, la suciedad e indignidad de toda democracia, en la masa ignorante o chusma otorgando el poder al estafador que es incapaz de ver.
Y por ello no hay individuos suficientes para regenerar y enriquecer la genética de una masa humana sucia y endogámica. Es endogámica porque se ha creado en todos los asentamientos político-religiosos (ciudades o pueblos) una selección de machos y hembras reproductoras afines y creyentes en los regímenes de pastoreo humano o gobierno de toda época, eliminando así al humano libre autosuficiente por una cuestión de envidia por parte de los mansos y la eliminación de disidencia por parte del estamento político-religioso.
La premisa del poder religioso/político es tan obvia que da risa su simplicidad ganadera: si pides (debido a tu ignorancia o pobreza intelectual o psicológica) que un pastor te guíe, te indique donde has de comer, beber y hasta donde puedes llegar; no es necesario pensar, los pastores lo hacen por ti. Y por otro lado para aplacar el sentimiento de humillación que pudiera desarrollarse, ahí está el político o el sacerdote subido al púlpito, para que lo critiques en alto ante el rebaño; sabiendo que dentro de ti reconoces tu incapacidad para conducirte y una patética obediencia vacuna, provinciana e ignorante. Luego gritarás para salvar una dignidad que no tienes: “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Eso se llama cobardía en su esencia más condensada. Y el político o el sacerdote, sonreirá frotándose las manos satisfecho del buen rebaño que pastorea y la piel, carne, sangre y oro que saca de ellos.
No es lo mismo obedecer con repulsión para sobrevivir en el estercolero social, que obedecer con fe. Es terrorífica y degradante la monstruosa plaga de obedientes fervorosos que conforma la mayoría votante en las venenosas democracias del planeta, convertidas al rancio fascismo o nazismo con el coronavirus o covid.
Hay unos pocos libres de pensamiento y actos, no precisan cuentos ni dioses que los protejan o guíen su destino. De esas cosas se encarga el ser humano si no es deficiente en su genética. Saben que la religión es dominación y la política su evolución; pero la democracia los mata, los asfixia, los aplasta y les hace la vida amarga como el cianuro. El peso de la mayoría es letal para el individuo.
La fe pudre el conocimiento racional y empírico. La obediencia ciega, pudre la dignidad.
Hay que recordar con la promesa religiosa “solo los mansos heredarán la tierra” o la política “un futuro mejor para los hijos”; que haga lo que haga la chusma, por muy cabestras que sean las reses votantes, nunca son suficientemente mansas; ni viven lo suficiente para hacer un futuro mejor, según sus charlatanes o gurús religiosos o políticos.
En la religiosidad y la política la pobreza es virtud porque das tu esfuerzo, tu dinero al estado, al poder. Y debilidad y pobreza son pasaporte al paraíso y un futuro mejor que nunca verás, ni tus hijos si los tuvieras.
La moda actual es que los multimillonarios, las grandes fortunas; actúen como guías espirituales y ejemplarizantes del rebaño humano. Es éticamente pornográfica toda secta constituida por un millonario decadente y aburrido, denigrante y vergonzosa la atención que les presta tanta res mugiente y votante.
Y en pleno dos mil veintidós tecnológico, es más obvia que nunca la imbecilidad de la población y la persecución y corrupción de la ética y la libertad por políticos y sacerdotes de cualquier secta religiosa o ideológica que, insultan sin descanso la inteligencia y ensucian la esencia humana.
Quien inventó el primer pecado, obtuvo la ansiada obediencia de las vacas y bueyes humanos.

Iconoclasta