Posts etiquetados ‘religión’

La bondad no es una virtud, sino la reflexión y el acto que surge de la inteligencia y la búsqueda o intuición de la justicia.
Esa justicia que degradaron y humillaron en códigos de leyes los gobiernos de las naciones del planeta Tierra, hasta convertirla en un puré corrupto de hipocresía para protección de la riqueza y sus poseedores.
Esa inteligencia que ha pervertido la sociedad hasta reducirla a un único mensaje electroquímico insectil; millones de veces chirriado por los millones de humanos-orugas.
La bondad es un acto medido, una emoción razonada.
Y no persigue recompensa.
Ser bondadoso indiscriminadamente es el mayor acto de injusticia para los que se la merecen; traicionarlos está muy lejos de la bondad, de la justicia y de la ética.
Sin embargo la superchería o ideología o religión, prostituye la bondad como método para alcanzar una santidad, un paraíso, un premio. Y exige ante todo, bondad hacia los líderes, amos y ricos (el perdón, respeto y obediencia a pesar de sus delitos y negligencias). Luego, hacia todos los seres humanos; excepto a los infieles cuando un gobierno decreta guerra.
No todo ser humano merece un acto de bondad.
En algún momento las grandes supercherías o ideologías o religiones del mundo pervirtieron la bondad amasando mansedumbre y fanatismo. Esta “bondad” es conocida como moral, un libro sagrado del buen ciudadano según los dogmas escritos a lo largo de la historia de la especie humana.
La bondad predicada por las más importantes supersticiones o religiones o ideologías del mundo es un mero trámite que da ciertos privilegios ante los dioses inventados por los líderes salvadores y redentores.
Una cartilla de cupones.
La bondad solo se da en anónimos seres humanos que viven el día a día sin mirar a nadie y hacen lo que deben cuando deben. Lo hacen según la razón y la justicia, sin exigir dinero, votos o fama. Sin exigir la fe en ellos.
Sin exigir el paraíso.
Luego se encienden un cigarrillo paseando a donde quiera que vayan hasta diluirse en el paisaje.

Iconoclasta

Las plumas envejecen, se atascan.
Se llenan de porquería como a cualquier ser humano se le ensucian las venas, el corazón, los pulmones y los genitales.
Deben ser los restos acumulados de la vida, de tanto sufrirla, follarla y escribirla.
No me parece divertido, ni siquiera ameno. Es pura literatura del hastío.
Simplemente es.
Y si escribes con rojo, tienes la fatídica sensación de que tus pensamientos se coagulan en el papel.
Tampoco me parece ameno; pero sí macabro. Me place…
La coagulación del pensamiento bien podría ser una expresión de aquel muerto romanticismo de la soledad y enaltecimiento del amor como tragedia y elevación.
En el papel me parece ver ya las palabras modeladas con costras.
Es tan orgánico…
Podría decir que casi respira agónicamente el papel; pero no.
Soy yo fumando que agito las hojas, como si un dragón intentara quemarlas.
La sangre es más eterna y sólida que el semen, es otro hecho que tampoco es divertido.
Ni macabro.
Simplemente es.
Por eso los mesías solo hablan de la sangre.
Y las putas son vampiras incruentas.
Putas y mesías, dicen que es lo más viejo de la humanidad.
Es mentira, lo más viejo de la humanidad es mi pensamiento encostrado.
No soy dios porque afortunadamente sangro.
Y por ahora ya he perdido bastante sangre.
¡Bye!

Iconoclasta

La selección genética de la especie humana por parte del poder religioso ha sido las más larga de la historia y su proceso aún sigue. Porque la política es otra religión preñada de ideologías y mandamientos. Y dada la baja intelectualidad y formación técnica o cultural de los líderes que surgen (corrupción, endogamia), se constituyen en sectas paganas lideradas por simples profetas o chamanes con corbata que predican sus ofertas sociales y económicas, que jamás cumplen, a una masa humana hambrienta de regalos, milagros y culto a la vida fácil.

Nacionalismos, comunismos, fascismos, liberalismos… Hay una amplia oferta de teología política. Y no tardará demasiado tiempo en llegar la adoración de los jugadores de deportes de masas como un rito importante. De hecho, hay visos de ello en la actualidad.

Hay un cómico que ha accedido a la presidencia de Ucrania y actores como presidentes, actores, gobernadores, alcaldes, alcaldes y empresarios sin formación humanística no técnica.

Unos apuntes sobre la evolución humana:

“Primeros homínidos: entre 7,5 y 5 millones de años atrás.

Homo sapiens sapiens la única especie que aún sobrevive de todo el género Homo, surgió hace 130000 años.

Desarrolla un lenguaje complejo 60000 años atrás.

A partir del 30000 AEC (antes de la era común) pueden hallarse objetos rituales de piedra y hueso.”(*)

Desde que surgieron los primeros cultos y ritos (animismo) a montañas, ríos, árboles o animales. Guiada la manada humana o tribu por un hechicero, comenzó la discriminación, persecución, exilio y exterminación de los ateos y agnósticos, o adeptos de otras sectas minoritarias en los asentamientos o campamentos nómadas.

En los primeros cien mil años de vida el homo sapiens sapiens consigue expandirse por el planeta sin aparente religiosidad, aunque es probable que desarrollara pequeños ritos de superchería.

Y la cima de la evolución humana: desarrolla el lenguaje.

A partir de treinta mil años atrás se encuentra en suficiente cantidad para teorizar sobre la aparición de los primeros ritos religiosos, objetos de culto de hueso y piedra.

En todas las civilizaciones y aún hoy en las actuales, los disidentes de la religión o superstición tribal eran eliminados de la población, de los puestos de poder y administración de los asentamientos humanos.

La religión o superstición servía además como excusa para invadir y apropiarse de territorios vecinos.

Durante milenios solo los creyentes y sumisos sobrevivieron y sobreviven al totalitarismo religioso. Actualmente se producen periodos de grandes genocidios contra las minorías religiosas, en Asia y África principalmente. En el siglo pasado además, en la Europa del Este con la guerra croata-bosnia. O el exterminio alemán de los judíos en la Segunda Guerra Mundial que incluye lo racial, social y religioso (una minoría cuantiosa de los exterminados, no eran judíos).

Hablan los historiadores, antropólogos y periodistas de limpiezas étnicas; pero poco se diferencian muchas de estas razas genocidas en sus continentes de la gente que exterminan, como las africanas, asiáticas o europeas, salvo en el culto religioso.

La población mundial mayoritariamente fue inducida por una selección genética violenta a aceptar la imposición y existencia de cualquier tipo de divinidad.

Con esta limpieza religiosa social, los individuos con el carácter predispuesto a adoptar una fe o superstición se reproducían entre iguales y naturalmente educaban a sus crías en la fe impuesta y sus ritos. Crías humanas que replicarían el mensaje genético que los predisponía a la credulidad y por tanto, al temor y la obediencia.

Lo que explica la propensión de abrazar la idea de la divinidad en el actual imaginario de la especie humana. Y la sumisión y adoración a las autoridades político-religiosas perdiendo alarmantemente desde inicios del siglo XXI libertades e incluso sacrificando sus necesidades biológicas a los decretos o mandamientos de los líderes político-sectarios.

El pensamiento libre y sin contaminación religiosa, desde 30000 años atrás hasta principios del siglo XIX era condenado y perseguido de forma cruenta, lo que marcó un retraso colosal en el progreso de la civilización, ya que todo esfuerzo debía estar dirigido hacia la adoración de los símbolos religiosos creados, que se traducía en el enriquecimiento de sus brujos, chamanes, ulemas, rabinos, sacerdotes, santones, reyes, aristócratas, terratenientes, militares, presidentes y dictadores.

Cualquier idea no religiosa, se consideraba herejía, penada con muerte o en el caso de las castas de prestigio, clases altas o aristocracia, con el exilio.

Fue en el siglo XIX donde tímidamente dio comienzo la alfabetización de la población, aprender a leer y escribir como un requerimiento indispensable para encontrar trabajo.

La especie humana a lo largo de estos miles de años ha derivado en otra raza de carácter endogámica, defectuosa, castrada de los atributos de la especie primigenia. Una raza más cercana a los mamíferos rumiantes. Y en la actualidad a los insectos sociales, como los himenópteros (hormigas, avispas, abejas) y neópteros (termitas).

Pasada la Edad Media, se eligió para los grandes asentamientos o ciudades la técnica arquitectónica de las abejas u hormigas para la estabulación de las reses humanas. Los ricos, dueños de las grandes extensiones geográficas, disponían así de un gran espacio, sacrificando pequeñas regiones para apilar o estabular a sus obreros o clases votantes.

A medida que pasaba el tiempo y se desarrollaba un código económico religioso de tributos y leyes contra la población a favor de las castas hechiceras o religiosas (las ricas), la política paulatinamente su fundía con la religión en el gobierno de los países. Hoy día la política se impone a la religión (salvo el islam, hinduismo y budismo), que permanece como un poder negro y oculto que da consuelo y un espejismo de dignidad a la explotación humana pobre o trabajadora.

La iglesia sentenció mundialmente en el año del coronavirus 2021: “Vacunarse es un acto de amor”.

Los endogámicos linajes religioso-políticos también sometidos a su propio sistema ganadero de mejora de la raza; religiosos en cuanto a que cualquier ideología como el nazismo o el comunismo son meras doctrinas conductuales basadas en la fe en un ser superior: el jerarca nazi o el presidente del comité. En la actualidad se afanan con febril actividad y con todos los medios disponibles de emisión de propaganda doctrinal en erradicar el intelectualismo, libre pensamiento e individualismo.

Se debe tener en cuenta que el poder o casta rica (una especie endogámica y castrada también) no es especialmente inteligente, solo hereda un estatus social y político. Con lo cual su escaso intelecto o mediocre inteligencia queda en evidencia ante intelectuales, libre pensadores y académicos. Esto no lo pueden permitir, mostrar su ignorancia e incapacidad; de ahí que se colectivice (globalización) el ingenio y la creación, para que toda autoría sea el resultado de una masa amorfa sin rostro y sin nombre, que un jerarca político “democrático” (eminentemente lerdo) sea el ejecutor de pastorear o liderar hacia tal fin.

El individuo es la pesadilla del estado y de toda religión.

No puede ni debe resaltar más humano que el que se encuentre en los círculos de poder. A excepción de los necesarios bufones de distracción de los rebaños humanos, como cantantes, actores, personajillos gurús de redes sociales y bustos parlantes televisivos que son designados por el poder político-religioso.

Es por esta endogamia de las razas gobernantes o pudientes, la razón de que al llegar un político a liderar el gobierno de un país, precisa de una corte de educadores con un presupuesto millonario a cargo de los insectos de la colonia, para que ofrezca una ilusión de cultura, conocimiento y capacidad intelectual ante la masa votante.

En el caso religioso, los conocimientos llegaron de Dios, por supuesto; a través de una legión de sacerdotes y frailes recopilando y transcribiendo información de libros, códices y pergaminos que almacenaban en sus sótanos para exclusivo uso y disfrute: oscurantismo. Actualmente el cristianismo y su iglesia, dedica un gran presupuesto en legiones de arqueólogos, historiadores, antropólogos y lingüistas buscando una mínima prueba de la existencia de Jesucristo. Quien dice cristianos, dice musulmanes y judíos.

Las democracias son gobiernos de estructura insectil, apoyados por el voto de esa raza humana primorosamente seleccionada y evolucionada mediante técnicas ganaderas como cualquier raza de vaca, toro, perro o gato; para el fácil pastoreo y obediencia y la longevidad del poder de los ricos o político-religiosos.

Cuando hablo de estructura insectil, me refiero a la comunicación estado-población. La población en esta era tecnológica recibe los impulsos eléctricos y químicos (como los insectos coloniales en sus colmenas y termiteros) que el estado envía como decretos de restricciones de libertad y necesidades biológicas; la población las recibe a través de sus teléfonos móviles y televisión, reaccionando esta masa insectil globalizada con obediencia o temor.

Según sea la frecuencia y tensión de los impulsos electroquímicos que emita el estado, la masa insectil reaccionará con obediencia, conformismo o euforia; pero jamás con violencia o crítica, porque la castración física y mental es total en las castas inferiores.

No hay guerras entre naciones desde hace siglos. Las guerras son entre las distintas sectas ideológicas o endogámicas familias millonarias que desean obtener todo el poder, el que otras sectas ostentan. Es prácticamente una guerra entre mafias.

Que los fenómenos meteorológicos llamaran la atención del hombre prehistórico tanto como para achacarlos a actos divinos (algo que teorizan los antropólogos e historiadores como el origen del culto religioso); no me parece una buena hipótesis. El clima no era nada nuevo, nacían y crecían con él, era su vida. No era fácil que llamara la atención algo tan cotidiano como las flores que se abrían y cerraban o los frutos que surgían de los árboles, la lluvia, el viento, la nieve… No había nada extraordinario en estos fenómenos.

Tuvo que haber una experiencia que sirvió como comburente para prender la idea de religión o ritual; como el delirio por fiebre, por narcosis, por ingesta de vegetales tóxicos, por locura, etc… Convirtiendo éstas alucinaciones en experiencias místicas que narraban a los miembros del clan.

La locura, cerebros enfermos de algunos de aquellos humanos.

Un cazador (cazadora no, puesto que olían más por la menstruación en un mundo sin compresas ni desodorantes) hambriento en un mal día de caza come los frutos que el bosque ofrece, algunos son tóxicos o narcóticos y alucina cosas raras que narra a su clan como una epifanía.

Entiendo así la aparición de lo religioso o esotérico por causa de delirios narcóticos, o enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, cuyas imágenes se extendieron venenosa y paulatinamente durante miles de años hasta hoy.

Una vez creado un culto, al hechicero o sacerdote no le costaría demasiado inventar leyes y condenas así como mitos para impactar en los crédulos. Un ser que vive a costa de otros, al verse libre de tareas de supervivencia como la caza y recolección, disponía de mucho tiempo para perfeccionar sus mitos y profecías.

La religión, en los inicios de la humanidad, en sus primeros asentamientos se convirtió en ley y autoridad. Había tan escasa capacidad de comunicación (solo había comunicación oral, la escritura aparece sobre el 3100 a.C.,  o sea, 27000 años más adelante tras la aparición de los primeros cultos) que templos y parajes de culto se hicieron sumamente necesarios para el adoctrinamiento de la población.

El control estaba en el miedo y el castigo. A partir de estos dos conceptos, la religión se convirtió en el medio de gobierno que se ha mantenido durante más de treinta mil años.

En la actualidad y en la práctica el método de gobierno es el mismo: la fe, el oscurantismo y la credulidad insectil de la masa. Con otro decorado y otros ritos menos cruentos, pero infinitamente más psicológicos en una humanidad pervertida por los milenios, ya nacida para ser pastoreada o globalizada sin pudor ni escrúpulos por parte de los mismos endogámicos sacerdotes y hechiceros de la antigüedad.

*Breve historia de las religiones del mundo, Roberto Vivo.

Carta

Descripción generada automáticamente con confianza media

Iconoclasta

Que ya no fuera necesaria la fe, ni imaginarlo como ahora, con la imagen que cada uno cree que tiene.
Que existiera con rostro y cuerpo, grande o pequeño; pero táctil, opaco.
Lo que existe no tiene magia ni misterio.
¿Es que nadie lo entiende? Tener a ese Dios sería como ver siempre, durante toda la vida al mismo jerarca. Sus superpoderes e impunidad provocarían el odio hacia él.
El miedo y siempre el mismo rostro, como un castigo durante toda la vida llevaría al hastío.
La gracia de Dios está en su inexistencia inofensiva, protectora y bonachona de quienes le rezan por sus penas y banalidades.
Crédulos…
Es aterrador el infantilismo mezquino de la masa humana.
Si Dios existiera te haría daño, te arruinaría, te asesinaría por tus errores que son pecados en su ley.
Solo una vez mueras, se apiadaría de ti.
Sus cochinos volubles designios…
Devoraría a tus hijos para poner a prueba tu obediencia a sus órdenes, decretos, mandamientos.
La existencia de Dios sería la absoluta humillación y esclavitud de la especie humana.
Un rostro vulgar, una hipócrita y venenosa voz, una mirada malvada.
Ver todo eso todos los días, sin poder escapar de él…
Desearías asesinarlo antes de morir.
Su existencia sería el infierno, con millones de miserables adorándolo.
Algo tan sucio y grotesco como el cerdo que se folla a la puta en las películas enfermas.
Así de obsceno sería ese Dios y sus creyentes.
Un tirano inmortal que pasaría de padres a hijos, a nietos, a bisnietos…
¡Qué desesperanza de vida!
El Dios que te hundiría la cabeza en mierda porque tu vecino reza más.
¡Hijo de puta!
Imagina a Dios palpable, audible y visible destruyendo tu vida ocupándola en cada segundo con su mierdosa omnipresencia, hurgando en tu pensamiento. Destruyendo a los que amas por sus humores inescrutables, paranoicos y depravados. Favoreciendo a los indeseables, ignorantes, ruines y cobardes, colocándolos en el poder terrenal político.
Desearías no nacer en semejante mundo.
E imagina que naces, que ya estás en él.
La tristeza y la grisentería en tu piel como un aceite ácido que te deshace día a día lentamente, sin cura.

Iconoclasta

La luz oscura.
Las palabras en el vacío.
La oscuridad jadeante.
Los párpados destripados.
El pene desollado y la navaja sucia a tus pies.
Escamas de óxido en una esclerótica.
Llorar sangre y que no duela.
La sangre del ano que caga vidrio.
Una sonda de alambre en el meato.
Una oruga en los labios.
El filo que desguaza la uña de la carne.
Un sueño de infinita pena y no despertar.
Despertar de un sueño y quedar abandonado a la vigilia.
Un alarido que no sale a pesar de las mandíbulas desencajadas.
Un café amargo con mucho azúcar y los dientes ensangrentados.
La nariz rota hurgando el cerebro.
La vida rota.
La alegría hecha pedazos.
La tristeza como lepra.
El mismo día.
El último vómito del cáncer
Su coño desbocado golpeando circularmente mi boca.
El semen brotando como una meada, sin tocarme. Y ríen.
El hijo que nace con las tripas fuera y llora y no muere.
El amor era mentira.
La existencia de Dios.
El enfermo parto de una virgen.
Papá muerto follando a mamá muerta en el Cielo Cristiano.
Un jaco profundo en el oído y el caballo no calma el dolor.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

Los problemas religiosos de fe, obediencia, pecado, castigo, etc… Tanto de religiosos como de feligreses crédulos o ingenuos, existen y existirán porque van contra la libertad de la especie humana y su inteligencia creativa, lo que la diferencia notablemente de los insectos y mamíferos de ganadería.
Así fue antes del primer acto de fe de un primate hacia otro.
La religión busca pudrir la esencia misma del ser humano.
Denigrarla hasta la humillación disfrazada de buen ciudadano.
Por ello, pecados, incultura, fe, oscurantismo y esclavitud moral (adicción a los charlatanes), son las herramientas con las que el poder, ya sea religioso o su evolución: político; rige o pastorea a la población.
No todo el mundo es tan lerdo para dar su vida y voluntad al capricho de un dios, un mesías o un líder orador codicioso y ambicioso; pero siempre ha sido mayoría la chusma que precisa ser pastoreada para su mayor tranquilidad y descanso. Ahí reside la inmundicia, la suciedad e indignidad de toda democracia, en la masa ignorante o chusma otorgando el poder al estafador que es incapaz de ver.
Y por ello no hay individuos suficientes para regenerar y enriquecer la genética de una masa humana sucia y endogámica. Es endogámica porque se ha creado en todos los asentamientos político-religiosos (ciudades o pueblos) una selección de machos y hembras reproductoras afines y creyentes en los regímenes de pastoreo humano o gobierno de toda época, eliminando así al humano libre autosuficiente por una cuestión de envidia por parte de los mansos y la eliminación de disidencia por parte del estamento político-religioso.
La premisa del poder religioso/político es tan obvia que da risa su simplicidad ganadera: si pides (debido a tu ignorancia o pobreza intelectual o psicológica) que un pastor te guíe, te indique donde has de comer, beber y hasta donde puedes llegar; no es necesario pensar, los pastores lo hacen por ti. Y por otro lado para aplacar el sentimiento de humillación que pudiera desarrollarse, ahí está el político o el sacerdote subido al púlpito, para que lo critiques en alto ante el rebaño; sabiendo que dentro de ti reconoces tu incapacidad para conducirte y una patética obediencia vacuna, provinciana e ignorante. Luego gritarás para salvar una dignidad que no tienes: “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Eso se llama cobardía en su esencia más condensada. Y el político o el sacerdote, sonreirá frotándose las manos satisfecho del buen rebaño que pastorea y la piel, carne, sangre y oro que saca de ellos.
No es lo mismo obedecer con repulsión para sobrevivir en el estercolero social, que obedecer con fe. Es terrorífica y degradante la monstruosa plaga de obedientes fervorosos que conforma la mayoría votante en las venenosas democracias del planeta, convertidas al rancio fascismo o nazismo con el coronavirus o covid.
Hay unos pocos libres de pensamiento y actos, no precisan cuentos ni dioses que los protejan o guíen su destino. De esas cosas se encarga el ser humano si no es deficiente en su genética. Saben que la religión es dominación y la política su evolución; pero la democracia los mata, los asfixia, los aplasta y les hace la vida amarga como el cianuro. El peso de la mayoría es letal para el individuo.
La fe pudre el conocimiento racional y empírico. La obediencia ciega, pudre la dignidad.
Hay que recordar con la promesa religiosa “solo los mansos heredarán la tierra” o la política “un futuro mejor para los hijos”; que haga lo que haga la chusma, por muy cabestras que sean las reses votantes, nunca son suficientemente mansas; ni viven lo suficiente para hacer un futuro mejor, según sus charlatanes o gurús religiosos o políticos.
En la religiosidad y la política la pobreza es virtud porque das tu esfuerzo, tu dinero al estado, al poder. Y debilidad y pobreza son pasaporte al paraíso y un futuro mejor que nunca verás, ni tus hijos si los tuvieras.
La moda actual es que los multimillonarios, las grandes fortunas; actúen como guías espirituales y ejemplarizantes del rebaño humano. Es éticamente pornográfica toda secta constituida por un millonario decadente y aburrido, denigrante y vergonzosa la atención que les presta tanta res mugiente y votante.
Y en pleno dos mil veintidós tecnológico, es más obvia que nunca la imbecilidad de la población y la persecución y corrupción de la ética y la libertad por políticos y sacerdotes de cualquier secta religiosa o ideológica que, insultan sin descanso la inteligencia y ensucian la esencia humana.
Quien inventó el primer pecado, obtuvo la ansiada obediencia de las vacas y bueyes humanos.

Iconoclasta

Hay una frase que se repite hasta la náusea en el cine y las series televisivas de los actuales nazismos sanitarios, homosexuales, climáticos, cobardes y analfabetos (ni más ni menos que las falsas democracias que a inicios del 2020, propagaron el coronavirus o covid y lo gestionaron o administraron como dictaduras). Y la repugnante frase que están metiendo en todos los cerebros castrados de los espectadores es: “Con el debido respeto…”. Se trata de una fórmula de servilismo que ha inundado las pantallas de cine, teléfono, ordenador y salón en todo el mundo, en todos los idiomas. Un auténtico mandamiento para que la chusma demuestre sumo respeto y temor al dictador de mierda (o presidente electo) que lo gobierna, a sus ministros, funcionarios y a tu puto jefe mismo.
No hay película o serie donde no la digan al menos dos veces, se repite como el ajo. Se repite como los subnormales que no dejan de aparecer a tu alrededor todos los días en toda noticia, bulo o propaganda gubernamental.
Un dogma que impregna miles de películas y series con esa pátina de cobardía, reverencia, sumisión e indignidad. Cuya traducción real es: “Habla a los superiores a ti con reverencia. Y si no estás de acuerdo con ellos, pide perdón sino puedes callar la puta boca.”
No he escuchado aún a ningún subnormal en la vida real diciendo “Con el debido respeto…”; pero ante la gran difusión de este dogma del nazismo maricón sanitario climático; estoy seguro de que serán ya unos cuantos millones los que han usado esta fórmula de mamada de polla o coño para dirigirse a sus putos “superiores”.
Nadie es superior a mí y en mi vida para expresar que algo no me gusta, jamás he pedido la venia, permiso o perdón.
Digo y opino lo que debo, sin mamadas. Y que se joda al que no le gusta.
Está claro que para obrar así es necesario tener cierto nivel cultural y no estar castrado por una ideología, religión o por los decretos de cualquier líder político salvador de la humanidad, hijo de puta, mesiánico y timador.
Que le den por culo a sus respetos de mierda, hijoputas.

Iconoclasta

Algún semi hombre impotente frente a una hoguera prehistórica nocturna con un collar de abalorios modelados con excrementos secos, predicó a aquellos monos humanos de la tribu que, se folla con la misión de procrear. Gozar es pecado, promiscuidad.
A medida que la civilización adquiría asentamientos fijos, los pecados, faltas y leyes se predicaban en templos construidos con el esfuerzo y la sangre de los creyentes para el brujo o sacerdote. Y más adelante, una casta de sacerdotes se hizo política.
Pocos hicieron caso de este follar reproductivo y gozaban; pero por mansedumbre, por miedo a las leyes de los dioses inventados por brujos y sacerdotes, aceptaron con falso arrepentimiento el pecado. Y por ello el castigo por el placer.
La humanidad es una especie imbécil y ha sobrevivido y evolucionado físicamente durante miles de años porque es plaga, como los insectos. Por muchos humanos que mueran, quintuplican sus nacimientos insectilmente.
Esta prédica religiosa y política, sobre la obediencia y el pecado de gozar se graba en las mentes de los niños con ejemplos de virtud, como pueden ser las hormigas y las abejas que trabajan hasta morir y sin lamentarse (de ahí también el uso actual del bozal o mascarilla en jerga nazi o fascista), para engordar a la puta reina.
Es un concepto llamado ahora “trabajo en equipo”, que se inculca desde tiempos inmemoriales en las mentes de los niños, para convertirse en la madurez en un mantra laboral siempre en boca del insecto u obrero productor humano. El trabajo en equipo consiste en anular la creatividad humana para evitar que ningún insecto sobresalga y usurpar el equipo de idiotas la inteligencia del individuo.
Al final, el 99,99 % (la minoría restante son líderes políticos religiosos y millonarios) de los cerebros humanos útiles solo trabajan como receptores de timos, dogmas y mandamientos fascistas, todo entra y nada sale de ellos.
Y como los líderes del panal u hormiguero son humanos, también son imbéciles; pero gracias a la enfermiza ambición genética y una paranoica codicia, han desarrollado instintos para convertirse en putas reinas del sucio termitero, con su imbecilidad intacta. Es la denominada suerte de los tontos, a los que se les aparece dios o la virgen y se consideran mesías de la mierda.
En fin, este pequeño ensayo explica que la especie humana, a pesar de los miles de años que holla sobre La Tierra, no pueda evolucionar: su reproducción insectil irremediablemente eterniza el gen imbécil.

Iconoclasta

Las águilas son vanidosas, afirmo.
Porque vuelan muy alto sin ser necesario.
La vanidad es un pecado inventado por los religiosos. Una forma de decir y adoctrinar a los devotos y crédulos que solo dios es digno de sentirse orgulloso de sí mismo y todos los hombres y mujeres son indignos de respetarse o enorgullecerse.
Vanidad u orgullo no es pecado, es la envidia y codicia del religioso. La enfermiza obsesión de los sacerdotes porque los creyentes sean débiles y tristes.
Temerosos hasta la obediencia indigna e imbécil.
Dicen curas y sacerdotes que ellos son los reparadores y sanadores de pecados. Y si no hay pecado se quedan sin trabajo y por tanto; su codicia desconsolada.
Y quieren enfermar para curar con oraciones que matan. Quieren la miseria para dar limosnas que provocan más hambre y debilidad.
Me gustan las águilas porque vuelan sobre toda mísera religión e ideología, como yo que soy mi propio dios.
Y soy perfecto.
Los fabricantes de pecados, miserias, debilidades y enfermedades, lloran cuando observan mi sombra planeando en el suelo.
Mientras yo viva, habrá un hombre en la tierra. Un hombre portentoso.
Y follo con las diosas.
Y desde sus sexos de labios húmedos que me enloquecen de deseo y vanidad, gotea mi semen que riega las catedrales, iglesias, pagodas, sinagogas y mezquitas, dándoles un perfume humano y noble, bendiciendo los templos y sus ministros y sacerdotes con la cremosa verdad tangible e indiscutible, sin debilidades ni enfermedades. Con la vanidad que yo cultivo celosamente en mis cojones.
Mis diosas orinan con traviesas sonrisas sobre crucifijos, lunas, tótems, pirámides y candelabros.
Preciosamente…
Soy el hombre dios que existe, suda y folla. No como esos dioses modelados con excrementos amasados con envidia, pereza, codicia, cobardía, fe y obediencia.
Si Dios existiera, se hincaría de rodillas ante mí.
Y le tiraría unas monedas al suelo y un trozo de carne podrida.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.