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Algo básico antes de empezar:

No se puede uniformar al ser humano, porque eso llevará directamente al rechazo, ergo a la violencia del individuo. Deberían antes operar los cerebros y extirpar algunas zonas que nos hacen humanos.

No puede haber igualdad e inclusión alguna, eso es solo un timo. Los hay negros, blancos, amarillos, hay niñas y niños, los hay que gustan del sexo natural y los hay que se decantan por la sodomía y otras parafilias. Los hay gordos y flacos. Los hay con un cáncer y los hay sanos. Los hay musulmanes, judíos, cristianos y budistas. Los hay que te quieren agredir y los hay que viven sin mirar a nadie.

Es la puta vida.

Basta con el respeto que proporciona una educación distendida y afín al momento y lugar en el que se vive. Y el respeto no se legisla, porque afortunadamente, los arribistas usureros impunes del estado no pueden entrar ahí si hay un cerebro con buena salud o funcional.

No puede ser invasivo el respeto, porque entonces no enseñas respeto.

A los dioses se les teme no se les ama, es la base y tipología de toda religiosidad e ideología política.

El respeto y la comprensión de religiones, sexualidades y razas, no es conversión a ello, es conocimiento básico. No puedes perder la infancia aprendiendo cosas inservibles. La vida por sí misma es un continuo aprendizaje y el único que al final prevalece si no han bloqueado tu capacidad de razonar.

La función de la enseñanza es mostrar la diversidad, no invadir. Hay horas de conocimientos muy importantes que no deberían ser usurpadas por ideologías sexuales, religiosas y políticas que se muestran y aprenden por el solo hecho de vivir. El tiempo corre demasiado deprisa para que lo pierda la infancia con cosas banales que aprender y ser así, grandes ignorantes adultos sin recursos útiles.

Tal como van las cosas, decretarán que los niños deben profesar cinco años cada religión del planeta para ser ciudadanos de pro, comprensivos e inclusivos, según los nuevos estados fascistas ¿no?

No.

El Nuevo Nazismo Homosexual, climático y sanitario no busca comprensión ni respeto, solo conversión absoluta.

No solo es un error, es un horror, una aberración llevada a la destrucción de la esencia humana misma.

Y ahora vamos a lo que está ocurriendo:

El empobrecimiento mental y físico de los hijos por los estados nazis homosexuales surgidos con el coronavirus.

Con la economía y las clases sociales debería pasar igual que con el sexo de las cosas que ejercen de padre, madre, hombre, mujer, niño o niña.

Pero la realidad es que los genitales identifican a macho y hembra. Cada sexo tiene un sistema hormonal que lo induce a comportarse según su naturaleza. Es válido para ovejas, cerdos, elefantes, leones, gorilas y seres humanos.

La biología es impermeable a todo dogma sectario.

Dejando de lado la “inclusión e igualdad sexual”, hay otro aspecto no tan banal e importantísimo en la formación intelectual y conductual de la infancia. La silenciada y escondida por interés político doctrinal, por los jerarcas políticos y religiosos: la desigualdad social y económica.

Según los dogmas de los ministerios de igualdad e inclusión (que deberían estar incluidos en un ministerio de asuntos sociales si hubiera honradez en el estado), según los nuevos estados sectarios invasivos, homosexuales y de chantaje sanitario (un neonazismo surgido con el coronavirus desde marzo del 2020); la infancia debería uniformarse en las escuelas y en los espacios públicos, para que ningún niño destaque de otro.

Es un insulto y un trauma importantísimo para el niño pobre vestir ropa barata y ver que otro viste ropas o calzado de marca. Que las mochilas también sean todas iguales, para que no se acomplejen los pobres y los ricos no hagan ostentación avergonzándolos. Que un niño no lleve un bolígrafo más bonito o mejor que otro.

Y así, llegarán felices a la madurez intelectual sabiendo que viven en un mundo de igualdad, donde los adultos habitan unos en cincuenta metros cuadrados y otros en doscientos. Que unos tienen un auto de sesenta mil euros y otros uno de segunda mano de tres mil. Uno luce un reloj de cuatro mil euros y el otro lleva un digital de plástico de colorido cantón. Unos ganan centenares de miles de euros al mes. Y ellos apenas llegarán a mil.

¿Pretenden crear igualdad e inclusión social también? No, la verdad es que el estado busca engañar y pervertir a la infancia hasta que de adultos, en su primera relación sexual aún crean en los reyes magos. Y que la única igualdad que les han imbuido es elegir entre bragas y calzoncillos rosas o azules.

No se puede engañar a un crío, es una putada.

Es en la infancia donde los seres humanos deben hacerse fuertes y aprender la realidad del lugar y momento en el que viven. No puede hacerse de la infancia una colección de muñequitas de porcelana envueltas en papel de burbujas.

Esta doctrina nazi (por fascista) de la inclusión e igualdad pretende crear generaciones dependientes de la religiosidad de los gobiernos homosexuales, sanitarios y climáticos surgidos con el coronavirus.

No pueden argumentar la igualdad e inclusión social porque ellos mismos, los políticos o jerarcas, viven en otra esfera que nadie puede igualar en ociosidad, perversión sexual, narcosis, poder, dinero, lujos e impunidad legal.

Para argumentar semejante cosa, incluida la sexual que es la que primero fallará cuando lo social no case con el dogma nazi de igualdad e inclusión; la población debería ser cien por cien deficiente mental. Imbécil absoluta.

Entonces, sus dogmas de estafa y mentira entrarían en las cabezas vacías o taradas.

Ahora apremia que los padres corrijan la doctrina venenosa que el estado está imbuyendo en sus hijos, que los eduquen y los limpien del veneno que les vierten en las escuelas del neonazismo del coronavirus. Si padres y madres no consiguen corregir la aberración doctrinal con la que llegan los hijos a casa, se les convertirán en una cosa amorfa, débil de cuerpo y mente. Que incluso, superada la adolescencia, no sabrán como reproducirse; porque el estado los ha convencido de que son cosas sin identidad y que nace lo mismo de un coño que de un culo.

Pero lo que es más importante y escalofriante: los hijos pedirán cita a un asesor del estado para que les guíe sobre qué libro leer (si no han sido reemplazados por audio libros), qué película o serie ver y que orientación sexual es buena para medrar en determinada actividad laboral.

Jamás permití que lo más sagrado de mi vida, mi hijo, el estado convirtiera en un imbécil incapaz de valerse por sí mismo. O cobarde para pensar y actuar.

Ha crecido y se ha hecho un ser independiente en un mundo de desigualdades y diversidades, sin que le importe nada de ello si no interfiere en su vida.

Y follará y folla con quien le dé la gana olvidando todo lo que le quisieron imbuir gracias a mi absoluta falta de escrúpulos para explicarle como es realmente la vida y la hipocresía de la sociedad. Ninguna ley o norma social lo hará llorar, solo se pondrá furioso, hostil de que alguien pise su voluntad y sus deseos.

Porque en la naturaleza misma, hay quien vive y quien muere, quien come o bebe más o menos, quien es más fuerte y más débil.

Si le niegas ese conocimiento a tu hijo, lo matas, lo destruyes, lo denigras, lo humillas…

Ni madre, padre e hijo, hemos sido traumatizados por las desigualdades, por las penurias y por la corrupción que todo estado y en toda época luce sin pudor.

Los hijos no necesitan el papel de burbujas miserable del estado nazi doctrinal. Son fuertes, y si alguno es débil, deben ayudarlos los padres, no los corruptos decretos de un estado que con el coronavirus y la homosexualidad quiere castrar las mentes y tener así, el voto de los cobardes y débiles mentales.

Y para llegar a esa utopía enfermiza del estado, la misión que se ha propuesto en su agenda de mierda, es que todo ser humano llegado ya a la adolescencia, debe ser absolutamente débil, dependiente y cobarde.

Carta

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Iconoclasta

Es hermoso ver a los patos nadar río abajo y arriba. Divagando con vete a saber qué, mientras sus patas funcionan automáticamente, ajenas a su pensamiento. Es divertido observar cómo se dejan llevar indolentemente por la corriente y de repente, cambiar de opinión e ir en contra sin esfuerzo alguno, disfrutando de ser ellos.
Solo les falta fumar.
Reflexionar que son perfectos y hacen justo lo que deben, una línea de pensamiento que surge de una forma natural.
No están obligados a pagar por el pecado original o el de haber nacido y sacrificar fuerza y salud a un dios o un líder por el simple hecho de vivir.
El ser humano en sus sociedades antihigiénicas, antiéticas y criminales debe pagar caro el haber nacido. El ser humano en sus sociedades antihigiénicas, antiéticas y criminales debe pagar caro el haber nacido. No existe en el mundo, salvo los animales de ganadería, otra especie que nazca con pecado original y condenada al tributo o sanción por haber nacido. O deberíamos decir “nazido”, con absoluta propiedad y sin faltar a la realidad.
Ningún ser no humano del planeta puede imaginar ser culpable de vivir. Solo la humanidad tiene la suficiente deficiencia mental para no concebir la vida sin pecado, ni pagar caro con una cadena perpetua a trabajos forzados y humillación el respirar.
Un primer mono humano creó una sociedad donde el nacido es culpable y está condenado hasta la muerte.
No es el gran secreto de la vida precisamente.
No digo nada nuevo, solo me limito a describir mis observaciones de la naturaleza y los hechos evidentes.
En algún momento un humano incapaz e inútil para la caza o subsistir; pero con el don de la envidia y la codicia, decidió vivir a costa de su clan de unos pocos monos. Y la humanidad evolucionó desde ese hijo de puta y de los idiotas que no le aplastaron la cabeza con una roca. Evolucionó endogámicamente desde esos genes que la definirán hasta su extinción.
Y así hasta llegar a este momento, donde un ser humano, yo, debe escribir lo que es obvio para no olvidar ni por un segundo que es descendiente de un cabrón que no tenía la suficiente inteligencia y fuerza para cazar. Y por envidia y ambición lo estropeó todo convirtiendo a todo ser humano recién parido en criminal por vivir. Y claro, a los criminales hay que tratarlos con mano dura y darles unas cáscaras de premio si muestran obediencia.
No hay que olvidar que el humano es esclavo de sí mismo por su intelecto inexistente, ergo también de la envidia y la codicia de los no aptos para la libertad: los gobernantes o líderes que nacieron sin habilidades para sobrevivir y tuvieron que parasitar a los aptos, que llamaron pecadores originales para seguir en el poder con la invención de dioses en forma de triángulo, becerros, toros, corderos, serpientes…
La especie humana es una de esas mutaciones que no debería haber sobrevivido; pero por alguna aleatoriedad supo hacerse parásita en el planeta.
Todo humano es pecador al nacer según dogmas, según políticos o religiosos (no hay nada que los distinga en esta era ya tecnológica).
Según los poderosos (con “j” inicial por favor) para mejor definirlos.
Es una ofensa a la dignidad y la razón que solo afecta a unos pocos seres humanos con una inteligencia eficaz que trabajan sin otra opción para alimentar a los puercos por una mera cuestión de supervivencia, no por respeto o porque se crean culpables de algún pecado original de mierda religiosa. Porque la religión es y era política, no hay diferencia. De ideologías y dogmas se alimenta la actividad insectil de la especie humana en su cobardía, envidia y estupidez.
Por otra parte no hay donde elegir por mucho que conozcan la realidad. Deben hacerlo porque han sido paridos en un mal mundo, en una mala sociedad digna de ser exterminada y erradicar su podredumbre que afea el planeta. Les prohibieron aprender y ejercer su naturaleza, les castraron su posibilidad de vivir libres y por sí mismos apenas nacer.
Que nadie se crea que nací indigno e incapaz como aquel primer mono con ambición por frustración, o de aquellos pobres idiotas que lo obedecieron cuando pudieron matarlo.
Soy consciente de la mierda con la que intentaron cubrir mi pensamiento, mi inteligencia, desde el momento en el que nací.
Afirmo sin duda ni retórica que la vida de cualquier ser humano es más mísera, pobre e indigna que la de cualquier otro animal en el planeta. Y esto, es un hecho, por mucho que quieran aplicar filosofías que solo son pobres sofismas para el consuelo de tantos miles de millones de seres ya, subhumanos. Nacidos con el pecado original y su condena.
(Recuerdo vivamente aquel dibujo del libro de catecismo en el colegio, que indicaba en qué lugar de la cabeza del bebé se encontraba el pecado original.)
Es denigrante la cochina realidad…
Aquel gran error de imbecilidad e incapacidad de hace cientos de miles de años, cuando no mataron al más débil del clan. A aquel primer ambicioso inútil que grabó sobre la genética humana la única y exclusiva mirada que caracteriza desde entonces al ser humano, única en el planeta: la de la envidia. El verdadero y real estigma humano.
No murió lo que debía, es así de simple y trágico.
Una gran desgracia que se hizo una bola gigantesca hacia la degeneración y decadencia de una especie, de las más jóvenes del planeta y que afortunadamente, no tardará mucho en extinguirse dejando espacio a las especies perfectas, libres de los pecadores originales.
Lo importante es que desaparezca la especie humana, no salvar a las abejas.
Ojalá pudiera lavar mi sangre de aquella mierda heredada de los imbéciles.

El nacimiento del primer líder humano.
Grar decidió no salir a cazar con la partida al amanecer. Pensó que mejor era alimentarse de lo que traía el resto de la manada de monos humanos. Si alimentaban a la vieja mona, a él también.
Ya mostraba el brillo de la mirada envidiosa que caracterizaría para siempre a la especie humana. Aquella envidia le daba una inteligencia del engaño y la codicia, que no eran aptas para la supervivencia por sí mismo. Nunca se le dio bien cazar y a menudo era humillado por los cazadores útiles.
Se quedó en el asentamiento a pesar de los gruñidos de reproche del resto del clan.
La vieja hembra a la que Grar envidiaba, apenas podía caminar, su cadera atrofiada y deformada no daba más de sí. Se quedaba al cargo de la vigilancia, para avisar con gritos a la manada en caso de invasión de un clan rival.
Grar y la vieja Bruhr se gruñeron con hostilidad cuando la manada se internó en el bosque.
La vieja mona, con desprecio, lanzó al rostro de Grar un puñado de tierra y hojas. El macho inútil tomó del suelo una gruesa rama y la golpeó hasta matarla.
Hasta que la cabeza se fundió con la tierra.
Con la sangre de la mona se embadurnó el rostro y esperó a que llegara la partida de caza dormido al sol en un claro cercano.
Al atardecer, las cinco hembras y los ocho machos, llegaron al asentamiento con tres torcaces, dos conejos y un jabato.
Gritaron y gruñeron asombrados y furibundos al ver el cadáver de la anciana y el rostro ensangrentado de Grar. El macho alfa, Trun, un tipo pesado y osco, se lanzó con el puñal de sílex hacia el asesino.
Grar había atado a la rama una gruesa piedra. Antes de que el puñal se acercara demasiado, la maza golpeó a Trun que cayó muerto en el acto con un surtidor de sangre manando de la sien.
Acto seguido, Grar se acercó a uno de los monos más jóvenes, no más de diez años; ante la mirada atónita de la manada, le golpeó las tibias y el pequeño cayó al suelo aullando. Siguió golpeándolas hasta hacerlas pulpa. Le arrebató el conejo que aún llevaba en la mano y lo devoró desgarrándolo con dientes y dedos. El resto de la manada, de una forma inaudita, se acobardó. Ningún otro macho o hembra se atrevió a retarlo.
No mató al pequeño. Hizo guardia a su lado para que nadie se acercara a ayudarlo. El crío, con toda probabilidad debía sufrir una trombosis pulmonar por las heridas, cada vez que respiraba tosía débilmente y expulsaba sangre.
Cuando comenzaron a asar el jabato, Grar exigió blandiendo la maza, la mitad del asado.
El pequeño que aún no tenía nombre, fue ignorado en su agonía. Un enjambre de insectos nocturnos cubría sus muñones ensangrentados y las garrapatas se engordaban enganchadas en brazos y nalgas. Lentamente se debilitaron sus gemidos y se convirtieron en rápidos jadeos. En un momento dado intentó coger aire y vomitó una gran bocanada de sangre. Murió por fin poco antes del amanecer.
Y así fue en aquel amanecer, Grar era ya el primer líder político-religioso de un asentamiento humano.
Folló a las hembras y parieron monos muy parecidos a él. El resto de machos, obedeciendo a Grar, no solo debía cazar, sino conseguir nuevas hembras robándolas de otros asentamientos. Antes de llevarlas ante Grar, eran montadas por los raptores en el bosque.
La manada de monos humanos, creía que la agresividad de Grar les protegería de otras tribus rivales.
No era así, Grar no era valiente con quien no conocía. Negoció hembras y crías como esclavos y comida a clanes rivales y se aliaron. Se formaron los cimientos de los gobiernos.
A partir de aquel momento, los individuos serviles y no aptos para la caza y la supervivencia hicieron coro de adulación a los dominantes inútiles, y se convirtieron en hechiceros o en acusadores: jueces religiosos, adivinadores… Toda la parafernalia parasitaria de toda sociedad.
Los crías que nacían, mayoritariamente portaban el gen de la obediencia y el miedo de forma ya irreversible.
Descendemos de aquellos envidiosos y de aquellos cobardes. Y nada ha variado salvo la decoración.
Y que nadie se equivoque, los monos inteligentes y creadores han sido la excepción en estos centenares de miles de años, el resto de monos simplemente usurpó el conocimiento y los descubrimientos de aquellas pocas rarezas con inteligencia inventiva e investigadora que surgieron como anomalías o mutaciones.
En los últimos cinco mil años se perfeccionó y asentó la cobardía y la envidia en el ADN humano gracias a la higiene y el conocimiento de la curación o medicina, que dieron una vida más longeva a la humanidad y por tanto, se produjo una reproducción ratonil de los seres humanos convirtiéndose así en una amenazadora plaga.
Si no hubiera sido por esas pocas mutaciones humanas con inteligencia que prolongaron la vida humana, a día de hoy lo único humano que se encontraría en el planeta estaría grabado en una piedra, sería un fósil.
Más que sufrir el pecado original, la especie humana debería sentir vergüenza de lo que pudo ser y fracasó: un animal digno sin pecados, sin una vida humillada desde el nacimiento mismo.

Iconoclasta

Vivir es absurdo, todo es lo que no parece.
Y al final sí era lo que parecía.
Te das cuenta demasiado tarde de que la envidia, la ambición y la falta de inteligencia son tan grandes, que no tienes esperanza de sobrevivir al enemigo: la humanidad.
Es inabarcable, incuantificable la sordidez y mezquindad humanas.
Por esto no me fío de la sequedad de los pies, aunque los sienta calientes. Será por infección, por fiebre.
Es de una magnitud tal la vileza y cobardía que ni siquiera la imaginación podía prever semejante estercolero de humanos que se ha formado, cada escarabajo da vueltas a su bola de excrementos y son felices así.
La única lógica que existe es vida-muerte. Afortunadamente todos mueren, aunque tarados y ambiciosos, mucho más tarde que la gente que sirve para algo y se le puede tener aprecio. Al menos un sincero respeto.
La capa sólida que piso, la de La Tierra, flota sobre una compota formada por todos los cadáveres de la historia y excrementos amasada con agua y orina. Por eso hay terremotos, porque esa podredumbre se agita y rompe la tierra.
Hay tantos cadáveres enterrados que empieza a rezumar el infecto veneno al exterior.
Lo que está podrido en vida, es podrido al cuadrado como cadáver. Y así no hay quien mantenga los pies secos.
De hecho, me da asco que las botas estén mojadas y envuelvan irremediablemente los pies.
Existe el arte y la literatura para crear mundos y situaciones, sino mejores, más intensas para combatir esta mezquindad estranguladora que pudre los pies y el alma, si existe semejante vapor. Soñé que una vagina me arrancaba la polla con sus dientes, luego quise meter la lengua porque estaba muy caliente y me arrancó la lengua y los labios… No olvidaré aquella intensidad que no existe en ningún lugar del universo más que en mí mismo. Soñé que mi padre muerto estaba cansado de verme en los sueños y me despreciaba con gesto evidente. Lo creí, y me esforcé en no soñar con los muertos por mucho que los amara.
La podredumbre sobre la que flotamos no es intensa, es de una devastadora mediocridad y previsibilidad.
El planeta es una fosa séptica llena de cadáveres y rebosa. Al mundo le faltará tiempo para convertir todos esos miasmas en combustible fósil; porque la especie humana si no ha muerto, agoniza. Está perdiendo la capacidad de ser individuo creador y el coraje para juzgar y equivocarse. Y por ello perderá el uso de la razón.
Ya se puede afirmar que la masa humana es una cosa híbrida entre insecto y mamífero con la habilidad de votar al criminal o imbécil que más aparece en la televisión y en las pantallas de sus móviles.
Por cerdo que sea.
Es mentira, no tengo los pies secos, están tan mojados que siento el frío pudriéndome las arterias y el tuétano de los huesos, como una baba invasora. Y como eufemismo le llaman tumor, cáncer, condrosarcoma, osteosarcoma, mierda en bote…
Todo es lo que parece, no hay sorpresa.
Todo lo sabía, no ha habido suerte.
Ni magia.
Ni ilusión alguna.
Las botas están tan mojadas como mis pies.
Qué desolación de realidad…

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

Algún semi hombre impotente frente a una hoguera prehistórica nocturna con un collar de abalorios modelados con excrementos secos, predicó a aquellos monos humanos de la tribu que, se folla con la misión de procrear. Gozar es pecado, promiscuidad.
A medida que la civilización adquiría asentamientos fijos, los pecados, faltas y leyes se predicaban en templos construidos con el esfuerzo y la sangre de los creyentes para el brujo o sacerdote. Y más adelante, una casta de sacerdotes se hizo política.
Pocos hicieron caso de este follar reproductivo y gozaban; pero por mansedumbre, por miedo a las leyes de los dioses inventados por brujos y sacerdotes, aceptaron con falso arrepentimiento el pecado. Y por ello el castigo por el placer.
La humanidad es una especie imbécil y ha sobrevivido y evolucionado físicamente durante miles de años porque es plaga, como los insectos. Por muchos humanos que mueran, quintuplican sus nacimientos insectilmente.
Esta prédica religiosa y política, sobre la obediencia y el pecado de gozar se graba en las mentes de los niños con ejemplos de virtud, como pueden ser las hormigas y las abejas que trabajan hasta morir y sin lamentarse (de ahí también el uso actual del bozal o mascarilla en jerga nazi o fascista), para engordar a la puta reina.
Es un concepto llamado ahora “trabajo en equipo”, que se inculca desde tiempos inmemoriales en las mentes de los niños, para convertirse en la madurez en un mantra laboral siempre en boca del insecto u obrero productor humano. El trabajo en equipo consiste en anular la creatividad humana para evitar que ningún insecto sobresalga y usurpar el equipo de idiotas la inteligencia del individuo.
Al final, el 99,99 % (la minoría restante son líderes políticos religiosos y millonarios) de los cerebros humanos útiles solo trabajan como receptores de timos, dogmas y mandamientos fascistas, todo entra y nada sale de ellos.
Y como los líderes del panal u hormiguero son humanos, también son imbéciles; pero gracias a la enfermiza ambición genética y una paranoica codicia, han desarrollado instintos para convertirse en putas reinas del sucio termitero, con su imbecilidad intacta. Es la denominada suerte de los tontos, a los que se les aparece dios o la virgen y se consideran mesías de la mierda.
En fin, este pequeño ensayo explica que la especie humana, a pesar de los miles de años que holla sobre La Tierra, no pueda evolucionar: su reproducción insectil irremediablemente eterniza el gen imbécil.

Iconoclasta

Si el pensamiento de la masa humana fuera tan certero, noble e independiente como el del individuo no existiría más forma de gobierno que el de cada cual o núcleo familiar. Cada ser humano es un mundo, una nación.
Básicamente la especie humana es una aberración, algún cromosoma de más o de menos en una malograda especie: un espíritu de colmena y maneras vacunas a pesar de tener el lenguaje más elaborado que el de cualquier otra especie.
A la humanidad esa inteligencia no le sirve de gran cosa, tan solo a muy pocos individuos aislados que raramente nacen cada muchos años.
La humanidad como especie no ha creado ni inventado nada. Las creaciones surgieron de seres íntimos, solitarios con sus dotes creativas e intelectuales íntegras, sin pervertir por los dogmas de los jerarcas y religiosos. El individuo libre y autónomo, de pensamiento propio y único.
La chusma, la especie humana en bruto, se apropió de esas creaciones asumiendo que eran humanas.
No se puede decir que el creador, el artista o el inventor pertenezca a la especie humana. En el mejor de los casos cuando no una monstruosidad obscena, se le debe considerar como una anomalía.
Ahí radica el problema humano y su carácter de plaga en el planeta. No existe creación ni libre pensamiento en la masa humana, o chusma votante en no pocas sociedades o naciones.
Un ser humano marca un récord y la conciencia insectil se propaga electro-neuronalmente de individuo en individuo y esa chusma grita: “¡Hemos ganado!”, “Lo conseguimos”, “La humanidad ha llegado a la luna”. Pero esa masa insectil enfervorecida y jaleante no ha hecho nada, no ha movido el culo de su asiento, en las gradas o en su casa. No ha ganado nada, pobres diablos…
Tienen sus cerebros vacíos de ideas propias y han sido condicionados o programados bombardeándolos con consignas predicadas por sus pastores y maestros (políticos, religiosos, educadores adeptos a los regímenes y predicadores del poder fáctico). Es básica esta programación o adoctrinamiento para que toda esa chusma sin pensamiento no se deprima, no caiga en el hastío vital de ver que hay seres humanos capaces de realizar grandes hazañas o grandes descubrimientos, y ellos llevan la vida más triste y mezquina que ni siquiera pueden imaginar.
Es básico que la chusma crea en el espejismo de ser respetada por sus criadores (las ciudades son granjas de ganado humano) porque a cada hora, dada su reproducción acelerada, hay más insectos y el control de esos pocos poderosos que gobiernan miles de millones, ha tenido que cuadruplicarse llevando cada vez con más extremismo y a menores edades las doctrinas de obediencia y no ya de trabajo en equipo, sino en masa. Las crías humanas están sometidas a una presión brutal y sus cerebros vacíos llegan incluso a peligrar con colapsarse con la programación de que todo ser humano es un insecto sin conciencia y así debe ser siempre y a todas horas, todos los días, toda la vida hasta que mueran y su lugar lo ocupen otros. “Que nadie piense en lo que no se ordena, que nadie destaque libre e independientemente; porque sería abominación e inmoralidad. Y pecado mortal de vanidad, futuros insectos de un termitero global”.
“No cobras para pensar” le dicen al trabajador bestia y vacío con sofismas y dulces mentiras.
Y toda esa conciencia insectil no llegará a nada excepto a morir consolada por sus creencias religiosas o por el orgullo de haber sido unos ciudadanos ejemplares; esto es: obedientes, contribuyentes casi felices (dinero para sus criadores) y votantes que creen elegir con infantil ingenuidad a sus pastores o criadores. Sinceramente creen que el teatro de la votación o es real, o como en las películas, está basado en hechos reales.
Son absolutamente incapaces de ver la maldad, la absoluta ausencia de escrúpulos en los políticos, religiosos, militares y juristas que los controlan. No pueden imaginar que son seres con una desbordada y criminal ambición solo superada por su codicia. Y la regla básica del poder es que cuantos menos ambiciosos sean ellos, más riquezas se repartirán de las que surgen de la extorsión, esclavización, engaño y muerte de los que forman la masa humana, la chusma, la indecente y mezquina chusma gritona y quejumbrosa, borracha y de sonrisa idiota.
La masa humana, obedeció y seguirá obedeciendo consignas como dar la vida en una guerra por ellos, por sus amos, por sus explotadores, por esa estirpe de asesinos con sonrisas paternalistas que esconden colmillos venenosos como las serpientes en el paladar.
La chusma tiene un cerebro apenas funcional, incapaz de cualquier abstracción, de ver lo obvio, la enfermedad que pudre el cerebro de ambición y codicia de los líderes políticos, sociales y religiosos. Es vivir en un mundo de zombis si tienes un pensamiento propio y un mínimo de ética.
La obediencia, adoración y fe que se rinde a los grandes próceres de la humanidad, a los políticos y gurús economistas, millonarios y religiosos. Así como a superficiales atletas del entretenimiento que juegan con pelotitas en campos de hierba ganando el dinero que mil millones de humanos reses jamás podrían ganar mil veces que nacieran. Toda esa admiración y obediencia, es pura indignidad en su más alta expresión. Lo sórdido y lo mezquino que guardan dentro de sí, una ceguera absoluta. Un cerebro en blanco que los criadores de ganado humano, han sabido llenar.
Y lo han hecho bien los criadores de cerdos, han conseguido aniquilar al individuo, a cualquiera que pudiera nacer y descubrir algo nuevo en soledad, íntimamente, sin la ayuda de cientos de insectos a su alrededor.
Porque no puede nacer ninguno más así: libre y con pensamiento único. Son por ley y por doctrina, los criadores los únicos que pueden mostrarse como únicos creadores e inteligentes. Usurpando una inteligencia y un arte del que carecen; pero que envidian homicidamente. Genocidamente…
Solo unas decenas entre miles de millones a lo largo de la historia, descubrieron, inventaron, dieron bienestar y salud a la masa humana. Y lo hicieron en soledad, con un pensamiento íntimo y único no contaminado por el espíritu insectil y vacuno.
Aquellos creadores no eran humanos, eran rarezas, animales libres.
Llegados a este punto, lo beneficioso para el planeta y el resto de las especies; sería la completa extinción de la humanidad. Y mejor ahora que mañana.
Ya es insoportable, dan ganas de salir por la puerta de emergencia de una puta vez.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

¿Es que nadie lo ve?
Los líderes políticos del 2021 y sus gobiernos están formados por cosas no humanas.
Porque donde no hay un cerebro funcional y su dignidad, no hay humanidad.
¿Nadie ve los excrementos que como una papilla gris como el semen, caen de sus bocas cuando dictan leyes y decretos silabeando sus discursos obscenos contra la inteligencia y la integridad?
No tienen órganos genitales, se reproducen por mitosis, se despegan unos de otros y luego un gen los pinta y los modela con distintos rasgos, equivocándose muchas veces.
¿Nadie se da cuenta de que no respiran? Solo dilatan las aletas de la nariz y abren la boca para aspirar microscópicos excrementos que porta el aire para alimentarse.
Nadie se da cuenta de que no hablan, porque nadie tiene inteligencia para reconocer que esos sonidos que emiten, los realizan con unos pequeños élitros que tienen bajo los sobacos. Solo escuchan mensajes eléctricos o químicos que incitan sus pobres neuronas en una dirección u otra.
Los líderes políticos del siglo XXI son grandes insectos que no duermen; hibernan sin que sus cerebros imbéciles sueñen con nada. Son escarabajos peloteros surgidos de las pesadillas de Kafka, letales en su inhumanidad, deterioro intelectual y de la libertad.
Recogen laboriosamente la mierda de las colonias que gobiernan y se esconden en sus mansiones excrementicias.
Quieren un mundo oscuro y confuso, que niños y niñas no sepan que son hombres y mujeres; y les adoctrinan en que sus genitales son excrecencias tumorosas que vale la pena extirpar, amputar, incinerar o esterilizar.
Les dicen a los niños, que jamás deben pensar solos, lo han de hacer en grupo, como lo hacen los insectos agitando sus antenas estúpidamente, sin saber qué captan.
Los políticos del siglo XXI son la involución que ha propiciado la mezquindad y el deterioro humano de una endogamia ya antediluviana.
Ha llegado el momento de eclosionar de sus huevos para erigirse en los elegidos que harán de la humanidad una especie insectil sin conciencia.
Y lo han logrado, la suerte está echada.
Las ratas ocupan ahora progresivamente la superficie de las ciudades y se sitúan por encima de los insectos humanos en la cadena trófica.
El Juicio Final que tanto han pregonado las mentiras de las sagradas y falsas escrituras de todas las sectas religiosas ha llegado; pero ocurre que todos miran un televisor y sus cifras, los enfermos y sus cifras, los muertos y sus cifras y una vacuna perfectamente encuadrada y enfocada en su cerebros, la observan respirando sus propios deshechos respiratorios a través de un bozal o mascarilla; y por ello aturdidos y sin capacidad de raciocinio no se han percatado de la exacta sentencia y la condena que han decretado contra ellos los grandes escarabajos humanoides que los rigen: solo son bichos y alguna especie creará un veneno para acabar de una vez por todas con la plaga que es la humanidad insectil.
Y nadie será juzgado, nadie irá a ningún cielo o ningún infierno; simplemente morirán con los dedos crispados panza arriba por los efectos del veneno, mirando al sol, como un saludo fascista. Y quien los ha envenenado, incinerará todos esos gordos insectos que una vez pulularon por el planeta como si tuvieran el privilegio de la inteligencia.
Sin que a las especies que queden vivas, les importe.

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Vivimos tiempos indecentes para la inteligencia y campo abonado para la fe y su superstición.
Hasta tal punto que la enfermedad se confunde con castigo religioso y martirologio. Los nuevos nazismos de la Sanidad, han hecho de la libertad un pecado capital y han predicado a los lerdos, que también ser libre es enfermedad.
El genocidio, la ruina y el hambre es la ley fascista sanitaria: “Prima la salud como derecho” por encima de todo, de la vida misma.
Solo ha sido necesario en Europa el resurgimiento de los reinos de la Edad Media en el siglo XXI con una epidemia, para corroborar que la población humana no solo se había estancado hasta hoy en el oscurantismo religioso y de la aristocracia gobernante del poder político, económico, religioso o legislativo; si no que ha degenerado hacia una naturaleza ganadera estabulada.
El nazismo de Hitler, mediante retóricas de Sanidad y diversos paternalismos ilustrados continuamente, sin descanso, por los medios de comunicación y las redes sociales, se ha instalado en toda Europa. Y América ha asumido ya los reflejos que llegan del viejo y decadente continente poblado de reinos medievales, de un rancio fascismo ya imparable como una peste: la epidemia realmente.
Los nuevos judíos del fascismo enquistado en el coronavirus son los libres pensadores.
La cobardía, inmovilidad y mansedumbre del ganado humano, con su absoluta incapacidad para reaccionar contra el fascismo y el robo de las libertades básicas y biológicas es el actual estado de gracia de la humanidad. Una globalización de las reses humanas, cuyos miles de millones de cabezas, son regidos con mano que no tiembla, al igual que en los campos de exterminio, por cuatro o cinco soldados de la Gestapo y una prensa que adapta los cuentos de Hansel y Gretel al nuevo miedo e ignorancia de la actual población mansa.
Los que sabemos leer y escribir pensamientos libres estamos abandonados.
Es el peor momento en la historia de la humanidad para tener hijos, porque no se podrán desarrollar en libertad y dignamente en ningún lugar del planeta.
Dios se ha convertido en una vacuna defectuosa, una vacuna que no vacuna y exige que las reses humanas pasen por el veterinario una y otra y otra y otra y otra vez.
El nuevo y mezquino santiguamiento es un saludo ruin, el símbolo y aceptación social de la cobardía y la decadencia como forma de vida: cuando se cruzan los cabestros humanos, se colocan apresurada y cobardemente el bozal, como si les fueran a robar la mierda que avariciosamente ocultan en la boca. Es la mezquindad más repugnante que se ha visto nunca, tanto, que caricaturizarla resulta pornografía para los sentidos. No es la prudencia, es la obscenidad del ademán ruin, miserable, cagados de miedo. Todos…
Y a lo que pomposamente han llamado “estado de derecho”, es solo un mercado medieval de sobornos, privilegios y corrupción (chulos y putas). Una feria de caudillos, caciques y alcaides de prisión, que entre raya y raya de cocaína, cuentan la cantidad de ganado que mantienen encarcelado, como una competición. Un mercado de la corrupción con el suelo sucio de mierda y paja cuyos tratos se cierran en calles con gente que respira asustada sus propios miasmas, sudorosamente, cientos de veces aspirados y expulsados de los pulmones al día, con el hocico cubierto por el bozal y un miedo indigno, infantil y analfabeto. Ciegos al engaño, ciegos a su indignidad, ciegos a su mezquindad que los inmoviliza como conejos en una carretera ante un foco de luz.
El proxenetismo de los nuevos y normales jerarcas medievales es la nueva corriente política del siglo XXI: un fascismo paternalista, tolerante y globalizado, donde la Sanidad se ha erigido en una ponzoñosa santidad que todo lo controla. De donde surgen los nuevos escarabajos que un día Kafka soñó.

Iconoclasta

Eso de la “nueva normalidad” es un término retórico alevosamente infantil y ridículo del fascismo de los gobiernos del coronavirus.
Es el lenguaje del buenismo infra intelectual y del miedo. El vocabulario que hoy se usa para contentar a los adultos subdesarrollados intelectualmente y adoctrinar a la infancia y juventud en la obediencia al gobierno que les ha salvado su vida de mierda.
Si a la chusma cobarde tras haberla sumido en el miedo a morir y la prisión domiciliaria, le dices que le espera una nueva normalidad (basada en la regresión de la libertad individual y la imposición de controles en la vida diaria con métodos fascistas o comunistas); se sentirán esperanzados.
Cuando ignorantes y cobardes se enfrentan a algo “nuevo” como esa normalidad repugnante y pueril, creen que será bueno. Después de tanto encierro, sobrevivir y una nueva etapa de miseria económica, lo nuevo para ellos es motivo de alegría.
Apoyados los gobiernos por una prensa prostituida y una internet que es un auténtico coladero de dogmas-memes, videos y cuentos infantiles para imbéciles adultos y niños, han convertido las viejas y eficaces dictaduras del pasado en “nuevas normalidades”.
El concepto de “nueva normalidad” lleva grabándose en la población sin cerebro durante meses: perderéis vuestro trabajo, el poder adquisitivo, iréis con el rostro cubierto enmascarillado porque sois débiles y cobardes, os enfermaréis por ello; se acabaron las manifestaciones (a menos que seáis lgtbi o policías). Pero lo más importante: gracias a nosotros (el gobierno) estáis vivos.
Dentro de la nueva normalidad hay que destacar el gran número de hombres y mujeres de paja (héroes de una hipocresía y una indecencia descarada) que se han convertido en el rostro y la voz de la esperanza de los millones de inmóviles cobardes. Chusma que encerrada en sus casas no tenía otra cosa que hacer además de debilitarse y empobrecerse, que escuchar las idioteces de los jefes de gobierno y sus estúpidas marionetas (algunas elevadas sin pudor a rango de expertos y héroes) dando ruedas de prensa amañadas.
El que empresarios y trabajadores hayan compartido el mismo miedo y la misma fe en los corruptos y facinerosos gobiernos, no es normalidad, es accidental; todo volverá a su lugar laboralmente hablando: el empresario arriba y el esclavo abajo.
Sin embargo, en lo que a ideas políticas se refiere, los cobardes radicales de ambos bandos tienen una cosa en común: el bozal, cosa que psicológicamente los acerca.
Y bueno, también veremos a esos televisivos “irreverentes” con la cultura de un gusano (los graciosillos colaboradores de sus amos poderosos); seguir triunfando sin ningún mérito ni gracia más que, el que millones de pusilánimes descerebrados borrachos o no, los observan desde el televisor porque no tienen nada en que pensar, ni podrían hacerlo.
La nueva normalidad es otro de esos grandes insultos a la inteligencia y timo que pasará a la historia. Y qué vergüenza me daría ser un rostro en esa entrada de la enciclopedia de la Historia Universal, capítulo España.

Iconoclasta

Es necesario y una medida de defensa propia insultar a cada presidente, gobernador, ministro, alcalde, regidor, juez, funcionario, progre ONG ecologista de familia acomodada o cualquier otro honorable de mierda. Son todos una banda de puercos ladrones, torpes timadores que tienen suerte.
Y tienen suerte porque para timar y conducir a un rebaño de borregos votantes, basta con ser tan idiotas como las reses; pero tener más tiempo y dinero para joder cada día más.
Todo lo que me han robado de mi trabajo mediante impuestos directos e indirectos para proteger el medio ambiente, gravando en combustibles de automoción, electricidad, agua, tabaco, recogida de basura e hipotético tratamiento o con las putas bolsitas de los súper; no ha servido de nada.
Todo ese dinero que he pagado y me han robado todos esos hijos de puta electos y sus protegidos ha sido otra estafa más.
Han dejado a pesar de los millones robado-recaudados, que todo se llene de mierda. Sale en las noticias cada día, y en todas las redes social-borregas de miserias humanas.
Pero lo más gracioso, es que han conseguido que miles y miles de manifestantes borregos idiotas (votantes) se manifiesten con sentimiento compungido y cobardía, rechinen los dientes y se sientan responsables por la degeneración del planeta, eludiendo así el verdadero timo y engaño que han llevado a cabo sus amos, a los que han votado en masa.
Asume así la chusma su culpa ecologista de mierda con beatífica y ebria actitud; mirando fija y exclusivamente donde sus amos timadores señalan para llevar a cabo la más chapucera maniobra de distracción jamás programada.
El medio ambiente se está estropeando por el robo y la dejadez de esos cerdos que han sido elegidos por “el pueblo”, es decir por el ciego analfabetismo, la dejadez, la cobardía, la degeneración y la holgazanería de la sociedad.
Todos esos presidentes, ministros, gobernadores, alcaldes, regidores, jueces, profetas de ONGs y funcionarios de favor y puestos conseguidos con sodomía, son las tenias, las solitarias que roban los recursos por los que he pagado con mi pobreza, alojadas en los intestinos de la sociedad.
Y lo que es mejor y más divertido, con el consentimiento de sus descerebrados votantes que, serían incapaces de escribir con un lápiz su propio nombre.
Un hijo puta de presidente dice que hay que hacer algo por el Amazonas y la chusma borrega aplaude al mesías, sin saber que ya han aportado millones y que los próximos millones volverán a engordar las carteras de los hijos de puta electos.
La ingenuidad del votante requiere un tiro en la nuca para curar esta sociedad aberrante.
Si por mi fuera, se podría asfixiar el planeta en su propia mierda y llevarse con él a los millones de imbéciles (con sus tiernos hijos y futuros nietecitos) muertos de hambre y de cultura que creen “ser responsables también”. Y ser incapaces de reconocer que les han metido una polla por el culo y aun así, votan y pagan por ellos (por los electos timadores) con gusto.
Pagando incluso con su tiempo, e ingenuamente abogando por los que han de nacer, casi santificándolos como futuros mártires de mierda. Qué chochos e hipócritas…
Todo lo robado para nada; y ahora más robo aún gracias a las redes sociales de lavado de cerebros tarados e inoperantes.
Resumiendo:
DEMOCRACIA ES EL GOBIERNO DE LOS ESTAFADORES ELECTOS CON EL VOTO DE LOS INGENUOS SIN CAPACIDAD INTELECTUAL. UN CONJUNTO DE CRÉDULOS IMBÉCILES SIN ASOMO ALGUNO DE DIGNIDAD NI MEMORIA HISTÓRICA POR MUY ACTUAL QUE SEA.
La mal llamada “democracia” (en lugar de imbecilocracia) es el mayor insulto a la inteligencia que un ser humano decente puede soportar.

Iconoclasta

Soy un hombre decente, porque la decencia no consiste en respetar una moralidad de mierda. Ser decente es seguir o intentar conseguir el ideal de vida en el que uno cree: venganza, valor, inmoralidad, desinhibición, violencia, injusticia e irrespetuosidad. A veces leo para reconocer las mentiras que la humanidad ha ido acumulando a lo largo de su historia. Conocimientos útiles cuando juegas al Trivial o al Scrabble…
Tengo un nombre que a nadie le importa y que muchos se han arrepentido de conocer y otros, los menos, se sintieron extasiados al conocer a un ser como yo. Con eso basta.
Durante un tiempo conviví con un ser absolutamente imbécil, un retrasado mental que no sabía ni respirar por la nariz (tenía tetas, era hembra). Obtuvo un título universitario pagando con mamadas a los catedráticos (en México es fácil y habitual el pago en especie sexual, es tan cotidiano que las putas ni se dan cuenta de que lo son). Que fuera una absoluta puta, me la pelaba; mi abuela era puta y no por ello me sentí traumatizado. Es más, lo decía con orgullo; era muy exótico decir “mi abuela es puta”. Y además internacional. Granada, Barcelona, Londres, Canadá…
La puta no me engañaba, por algunas razones prefería estar con ella que en otro lugar a pesar de que era sucia. A veces hay que elegir lo menos malo. Sin embargo, lo golfa que era no me llevó a darle la patada. La razón es que usaba el teléfono celular hasta de tampón. Cuando capté que la conversación no sería posible, sin más preocupación dejé de hablarle e hice mierda cualquier asomo de relación cordial.
Solo la follaba, porque ya que tienes una puta en casa, la usas o bien te hace una mamada si está bien borracha y se ha empolvado la nariz.
Así que a los seis meses de haberla conocido, ya empecé a desear enviarla a la mierda con sus putos hijos, hermanos y hermanas, y sobre todo con sus amigos y clientes sexuales, tan retrasados mentales como ella.
Al cuarto mes de compartir la casa le dije mientras sonreía como una mongólica ante la pantalla del teléfono y los dedos agitados: “Si quiero estar solo, no quiero que nadie me moleste, me gusta estar solo de verdad. Vete a tomar por culo”.
Me miró con los ojos abiertos sin acabar de entender, mostrando aquel cerebro vacío y liso. Creí estar delante de una caricatura como Homer Simpson.
Al sexto mes se lo confirmé de una forma más clara, para que lo entendiera: le rompí el móvil y le di tal paliza que pasó cuatro meses de operaciones reconstructivas de nariz y maxilar inferior. El brazo roto no le dio más problemas que un yeso terapéutico.
Como tengo dinero, la investigación y el juicio se retrasó, se retrasó y se retrasó tanto que la putarra ya se estaba follando al subnormal de su jefe y al guardia de seguridad de la entrada a la oficina, a cambio de un par de porros. Se olvidó de la paliza que le di e incluso me ofreció hacerme una mamada (quería que le regalara un celular nuevo), le dije que se fuera a la mierda y me sonrió cariñosamente diciéndome “hasta luego”. Recordé que su coño olía a mierda y pensé “Hasta nunca, corto y cierro”.
Ocurre que la imbecilidad siempre sobrelleva una inmerecida vanidad.
¿Veis? Con un par de huevos y decisión se arregla cualquier problema. Si no fuera por la violencia, hubiera llevado muchísimo tiempo de tortura psicológica, cosa que para una retrasada mental no es nada bueno tampoco.
El subnormal me lo tiene que agradecer.
Si alguien amenaza mi íntima libertad, me importa poco que sea macho o hembra, golpeo hasta quedarme satisfecho y seguro de que ha entendido bien mi punto de vista.
De México me fui a Guatemala a comerciar con niños indígenas, los usan de cenicero y para otros menesteres hospitalarios, domésticos y sexuales.
La vida es una mierda, lo sé; pero el dinero mejor tenerlo que no tenerlo.
Y la verdad es que putas y niños, hay muchos en el mundo.
Es importante ser decente en estos tiempos de degeneración mental.
Alguien tiene que tener cojones.
Bye.
ic666 firma
Iconoclasta

Se ha puesto de moda de nuevo (es recurrente en la historia) sensibilizar a las reses con homenajes falsos a héroes fabricados a conveniencia pura del poder.
Políticos miserables y mierdosos celebrando y evocando (homenajeando) a los muertos (de ambos bandos) de la guerra civil española.
Hijos de puta que actúan con la descarada mentira e hipocresía de los que no se han ganado la vida: se la han regalado.
¿Desde cuándo los que lucharon tuvieron capacidad de elección? Hijos de la gran puta…
Los que lucharon y murieron, bien podrían haber sido republicanos en bandos franquistas y viceversa. No combatían por un gobierno, luchaban porque les obligaban a hacerlo según donde se encontraban.
En una guerra de mierda no hay elección alguna, hijo putas.
¿A santo de qué tanto homenaje de mierda?
Lo único que se puede aplicar es la verdad y el respeto por los que lucharon: fueron obligados.
Y está bien, porque antes que morir de hambre en el campo andaluz, asfixiado en una mina de carbón asturiana o como niño trabajando hasta el agotamiento en una empresa textil catalana, es mejor morir combatiendo.
Pero no combatieron por simpatía a nadie, combatían porque de lo contrario, los fusilaban.
Porque esos políticos, que no eran ni más ni menos que niños bien, hijos de familias ricas a salvo de morir de hambre o explotados; eran los que designaban quién y donde se luchaba.
La misma basura que hay hoy en el poder. Porque poder y mierda, se heredan y pasan de padres a sus bastardos.
No hay nada que celebrar ni homenajear.
Políticos puercos e hipócritas que piden muertes en su nombre. Y engañan fabricando héroes que no eran.
No ha cambiado nada y la historia solo sirve a los cerdos para poner de manifiesto su gran capacidad para mentir.
Y nadie lo ve, nadie tiene suficiente cerebro en su cráneo apestoso para darse cuenta de la mierda que come día a día.
Siguen celebrando a los muertos como si hubieran tenido capacidad de elección por combatir en un bando. Solo los marranos que firmaban sus destinos en una carta de reclutamiento tuvieron esa libertad de elegir.
Está bien, no se merece otra cosa la chusma de mierda y su ignorancia afanosamente cultivada con estulticia y holgazanería.
¿Desobediencia civil? No tienen cojones los ignorantes.
Para ser desobediente hay que ser libre y para ser libre, es preciso pensar y conocer la historia e identificar a los que roban cada día tu tiempo y dinero.
Y eso, es como correr tras el viento, solo existen obedientes.
Reses bien pastoreadas, unas veces con balas y otras con mensajes digitales.
Es un insulto a la inteligencia adjudicar los muertos de guerras y sus homenajes a distintos bandos. Los políticos de hoy son hijos de las serpientes rastreras de ayer.
Es un ciclo infinito.

 

 

ic666 firma
Iconoclasta