Posts etiquetados ‘moral’

La bondad no es una virtud, sino la reflexión y el acto que surge de la inteligencia y la búsqueda o intuición de la justicia.
Esa justicia que degradaron y humillaron en códigos de leyes los gobiernos de las naciones del planeta Tierra, hasta convertirla en un puré corrupto de hipocresía para protección de la riqueza y sus poseedores.
Esa inteligencia que ha pervertido la sociedad hasta reducirla a un único mensaje electroquímico insectil; millones de veces chirriado por los millones de humanos-orugas.
La bondad es un acto medido, una emoción razonada.
Y no persigue recompensa.
Ser bondadoso indiscriminadamente es el mayor acto de injusticia para los que se la merecen; traicionarlos está muy lejos de la bondad, de la justicia y de la ética.
Sin embargo la superchería o ideología o religión, prostituye la bondad como método para alcanzar una santidad, un paraíso, un premio. Y exige ante todo, bondad hacia los líderes, amos y ricos (el perdón, respeto y obediencia a pesar de sus delitos y negligencias). Luego, hacia todos los seres humanos; excepto a los infieles cuando un gobierno decreta guerra.
No todo ser humano merece un acto de bondad.
En algún momento las grandes supercherías o ideologías o religiones del mundo pervirtieron la bondad amasando mansedumbre y fanatismo. Esta “bondad” es conocida como moral, un libro sagrado del buen ciudadano según los dogmas escritos a lo largo de la historia de la especie humana.
La bondad predicada por las más importantes supersticiones o religiones o ideologías del mundo es un mero trámite que da ciertos privilegios ante los dioses inventados por los líderes salvadores y redentores.
Una cartilla de cupones.
La bondad solo se da en anónimos seres humanos que viven el día a día sin mirar a nadie y hacen lo que deben cuando deben. Lo hacen según la razón y la justicia, sin exigir dinero, votos o fama. Sin exigir la fe en ellos.
Sin exigir el paraíso.
Luego se encienden un cigarrillo paseando a donde quiera que vayan hasta diluirse en el paisaje.

Iconoclasta

¿Dónde reside la belleza?
¿En las cosas vivas o muertas? ¿En mi mirada? ¿Tal vez en la conjunción de ambas?
No importa, tan solo afirmo con arrogancia lo que es bello.
La belleza no es subjetiva. No es moda.
No considero lo que otros vieran o ven, estén vivos o muertos, de cualquier civilización o lugar.
La belleza es algo que me atañe a mí y yo decido; lo que otros puedan sentir y ver como hermosura, es su problema o su indecisión.
Esa maldita ambigüedad con la que pretenden complicarlo todo.
Soy tajante.
El mundo es lo que veo y así lo trato y juzgo, no me interesan otras opiniones. Soy firme e inamovible. Lo que es bello no admite discusión. No existe un ápice de ambigüedad en la belleza que capto, que deseo, que envidio, que tomo…
Quien quiera ver la belleza con los ojos o el pellejo de otro, que se joda con sus miedos e indecisiones.
Sé de lo bello y execrable. Jamás apostillaré razón ni excusa para comprender otros gustos. Que se jodan otra vez.
Yo no digo: “a mi parecer es bella”. Afirmo: “es bella”, zanjando así cualquier discusión. Desoyendo y despreciando lo que otros puedan juzgar. A ellos no les importa mi pensamiento, ni a mí el ajeno. Soy isla, una perfecta isla amurallada.
Y digo que de esa agua no beberé.
Que cada cual decida, si tiene la determinación necesaria en esta hipócrita época de ambigüedades y temores a no ser moralmente intachable.
El diente de león es hermoso como un rosa de sangre fresca; o una seca de pétalos coagulados.
Y bello es tu coño que brilla húmedo y palpita.
Tus pezones contraídos y tu gemido obsceno.
Tus labios pronunciando cualquier palabra en una coreografía de sensualidad…
Y hermoso el cadáver de aquel zorro en su tierna y triste inmovilidad; por favor, que pena.. parecía dormidito.
Y horrendo el de mi padre muerto. Mentían cuando decían lo guapo que estaba en su ataúd. “No parece que mi Paco esté muerto. Mi Paco duerme”, un rosario de pena que mi abuela lloraba en letanía, su madre.
Y una mierda.
Esa carne de su rostro, de sus manos; tan fría, tan cérea…
En aquella piel sin color había más muerte que en un camposanto. Allí no quedaba nada de lo que amé, se había ido todo asomo de belleza.
Y digo con hostilidad que la belleza de mi mundo excluye cualquier opinión o concepto.
Sin matices.
Sin oportunidad alguna a la tolerancia o corrección.
Cualquier otro patrón es inadmisible.
Y así con las cosas y así con las personas.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.