
Hay un cansancio, hay un dolor
y hay un estado nervioso alterado;
pero nada de eso evita que te impongas
a todo ello.
Que estés intrincadamente presente
entre mis redes neuronales
y mis conexiones sinápticas.
Eres superior a la angustia y a la fatiga.
Y entonces llega la gran pregunta:
¿Cómo he conseguido sobrevivir sin ti en el pasado?
Y yo digo que mi alma,
mi pensamiento,
sabía de tu existencia.
Tenías que existir…
Hay tantas palabras escritas al viento, al vacío…
Y ahora fibrilan tu corazón
y se meten obscenas
por tus muslos dioses.
Si antes debía localizarte
en algún lugar del planeta,
ahora tengo que llenarte de mí.
Que colmarme de ti
a pesar de los momentos
aciagos.
No soy incansable,
no tengo valentía.
No soy irrompible.
Solo soy suicidamente tenaz.
A veces sueño
que se me desprenden
las piernas del cuerpo
y continúo arrastrándome
para beber de ti,
aunque sea solo una vez.
Y si fueras el diablo,
te regalo mi alma
agotada.
Mi vida exhausta
a cambio de tres palabras
que me liberen por fin
de la angustia,
de la necesidad de tomarte:
«Llegaste, mi amor».
Te amo por encima de todo dolor
y miedo.
Fatigadamente.
Corto y cierro,
he de llorar en un rincón oscuro,
donde nadie me vea.
¡Shhh…!
Los hombres no lloran si no están hechos mierda.
Tengo secretos…

Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.