
Dejemos que el amor haga lo que deba, como lo hace una riada arrolladora.
Luego, más serenos, buscaremos nuestros pedazos si no se los han comido los tiburones.
No es pesimismo, sólo afición al riesgo.

Dejemos que el amor haga lo que deba, como lo hace una riada arrolladora.
Luego, más serenos, buscaremos nuestros pedazos si no se los han comido los tiburones.
No es pesimismo, sólo afición al riesgo.