Archivos para marzo, 2016

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Nieva fuerte, el invierno, el rudo invierno se rebela contra la dulce primavera. Es una batalla perdida; pero es una buena derrota.
Una digna derrota.
El invierno es como yo, un perdedor rabioso.
Solo que yo, un día desapareceré y el invierno se quedará solo con sus batallas perdidas.
Soy un perdedor rabioso e indignamente efímero.

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«No se debe dar un paso atrás ni para coger impulso.» Lao Tsé.

¿Lao Tsé era un poco imbécil o es que YO estoy de malhumor y con poca paciencia para leer idioteces?
Porque hay un precipicio al final del camino o las putas cataratas del Niágara y ahí está el bueno de Lao tocando los cojones, con el culazo ricamente sentado y soltando su preceptos místico/filosóficos para los lectores ocasionales que buscan citas chingonas para sus muros de feisbuc.
Y luego dicen que la violencia no es una opción.
Cagoenlosclavoscristo…

El confesionario

El confesionario es el burdel, el casino de los cristianos. El sacerdote un proxeneta o crupier que se queda con un porcentaje de las mamadas y miserias de los que compran su absolución para continuar perpetrando sus porquerías con el permiso de Dios.
El cepillo de la iglesia es una alcancía de miserias y moralinas, de miedos y credulidades de la desesperación y la ignorancia. Es asequible el perdón de los cristianos. Es un producto siempre en oferta.
El tráfico de absoluciones, es un gran negocio.
Y es que la absolución es la adicción sexual y ludópata de los humildes y de ricos fariseos de bulas enmarcadas en sus casas tapizadas de años rancios y silencios ominosos y vergonzosos.
Dios tiene un precio asequible a todos los bolsillos y las bendiciones y absoluciones son buenas inversiones que cubren mentiras, miedos y mezquindades.
Quiero un llavero de Jesucristo crucificado para sentirme protegido y perdonado.

Los niños que mueren durmiendo

Se me ha perdido, se me ha secado aquel miedo que en la infancia me llevaba al insomnio.
«¿Y si me muero durmiendo? ¿Y si no vuelvo a abrir los ojos?».
Me imaginaba la muerte entonces, como una consciencia inmóvil, oscura y muda.
Una catalepsia atípica.
Los niños se mueren también, no existía ninguna razón para que yo no muriera.
Echo de menos aquel miedo que hacía de la vida un alivio al despertar.
El niño cayó en el olvido. El hombre que usurpó el cuerpo calló el miedo. O lo mutó en suicidio, en elección.
Simplificó la muerte a un deseo, a una necesidad.
De la inocencia a la fatalidad. De la infancia a una senectud secular.
No recuerdo un paso intermedio. Hay velos, halos de luz difusa en la inquietante vida de Pablín.
Pobre Pablín, se cumplieron sus temores. Murió una noche durmiendo y ocupó su cuerpo un Pablo curtido y tal vez sordo.
Se me parte el corazón si pienso que Pablín grita aterrorizado y solito en su ataúd de inmóvil e insonora consciencia.
Los niños que mueren durmiendo no dejan cadáveres, nadie los entierra.
El niño que muere con los ojos cerrados grita por toda la eternidad auxilio.
Y nadie lo abraza.
Pablín, no llores, si lloras.
No temas, si temes.
Soy tú; pero sin magia. Sin miedo a hechos extraordinarios.
Tenías miedo a morir porque la vida te envolvía. Hasta que se separó un poquito de la piel y dejó de confortar para ser algo molesto en algunas ocasiones. Bastantes.
No sé en que momento la vida perdió importancia y tú moriste durmiendo.
Un profesor de matemáticas firmaba nuestros libros con una dedicatoria como despedida, se iba a otro colegio. «A Pablo, un extraño alumno».
Fue la primera vez que pensé que Pablín hacía tiempo que murió. Comprendí que era cierto. Era extraño a ese tiempo y lugar.
De vez en cuando le dedico un pensamiento. No cuesta nada y podría servir para tranquilizarlo un poco. Le miento diciendo que no morirá nunca, que los niños pequeños no mueren. Y sueño que toma mi mano y camina pequeñito a mi lado.
Sin que lo sepa, camina feliz de mi mano hacia la muerte.
Es un buen crío, no se merecía que yo ocupara su lugar.
Soy un cabrón…

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Iconoclasta

Morir en soledad

No entiendo el miedo que sienten los que están a punto de morir.
Cuando agonizas, cuando sabes que mueres, hay una liberación total. Una satisfacción de que quedarán cosas por hacer y ya nadie podrá molestarte con ello.
Es absoluta libertad.
Cualquier proyecto, cualquier cosa por acabar y en definitiva el futuro, dejan de importar.
Así lo sentí. No necesitaba valiums o diazepanes para la ansiedad. No recuerdo haber dormido tan en paz como cuando la muerte estaba tan cerca que la escuchaba arañar mis pulmones.
Incluso deseas que encuentren en el teléfono las fotos obscenas de mi rabo erecto y eyaculando. Dan ganas de reír… Es como largarse de un sitio con una carcajada. «Ahí os quedáis, hijos de puta».
Para ello hay que morir solo, lejos del miedo y la tristeza de los demás. Porque la agonía del moribundo no da miedo por su desaparición. Es que los que agonizamos somos el reflejo de lo que a los otros les puede ocurrir. Ellos temen el momento de agonizar como tú agonizas ahora.
Te conviertes en una imagen de pesadilla para ellos.
Porque al igual que estar enfermo, los que te acompañan claman mil veces, que los que de verdad padecen son ellos: «al fin y al cabo, el enfermo está cuidado». Pobres mártires, se merecen el nobel al denuedo. Sus cabezas lucen halos dorados de santidad.
No… Al morir quiero estar lejos de cualquier compañía, de cualquiera que no sea personal sanitario y cobre dinero, porque nada tienen que llorar, es su trabajo como el mío morir. Somos consecuentes.
Quiero morir solo y reír. Liberarme.
Sin el llanto de nadie cerca. Porque no lloran de pena, lloran de miedo por ellos. Y ese miedo ajeno me lo paso por el forro de los huevos, morir es mi gran momento: que los mezquinos se metan en el culo su dolor, miedo y lo que quede por hacer.
A cambio, pueden decir que soy un hijo puta.
Me la pela.
Morir no es malo, lo malo de morir es cuando estás en mala compañía.

Captura

En Los manuscritos del Iconoclasta.

El dolor de amar def

Si te follara en una iglesia las imágenes girarían sus rostros aterrorizadas y avergonzadas.
Quisiera no ser placer, ser tu dolor. Porque el dolor anida y pulsa como una estrella durante toda la eternidad.
Y el placer es un cometa veloz, una estrella fugaz. Rápida como el semen se enfría fuera de la carne.
Quisiera que mi bálano doliera dentro de ti, que te corrieras entre lamentos de placer y dolor, con esquizofrenia. Aferrándote a tu coño con dedos crispados sin saber qué hacer con toda esa paranoia que soy y que te meto.
Con esta demencia de amarte.
Quiero ser tu dolor en lo profundo y agitado de tu coño y en tu cerebro, donde reside el alma, si la tenemos.
Seré más y más tiempo en ti.
Llenarte y expandirme en tu vagina húmeda y cálida mientras tu cabeza niega lo que está ocurriendo y no puedas detenerlo, ni quieras.
El amor no es bondad, es posesión, acoso y deseo.
Yo soy la cara oscura, sucia y obscena del amor.
Que se amen los ángeles con bondad, que sometan sus culos a Dios cantando loas y toda esa mierda; que yo te la meteré y marcaré tu piel hasta que desees mi muerte y no me permitas que saque mi boca de entre tus muslos.
Que sepa el planeta cómo te la meto y los hijos que podrían haber nacido, brillen derramados en nuestra piel y en la superficie de las cosas enfriándose.
Ofrendar lo no nato a la culminación del deseo.
Negar la reproducción bombeando, embistiéndote; con el rímel corrido haciendo de tus ojos un placer y un dolor que nos aboque a la eternidad.
Que respires con los pezones doloridos, con los muslos arañados.
Y que duela, que yo te duela hasta la siguiente follada, para que no me olvides, para que mi presencia sea constante en tu pensamiento y en tu piel.
Ser un doloroso injerto en ti.
Como no olvido el sabor a óxido salvaje que tu sangre deja en mi boca.

 

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Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

Catherine Fulop

En Telegramas de Iconoclasta.

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Si Dios existiera sería buena cosa, porque se le podría culpar de asesino y hacer mal su trabajo.
Mi nacimiento lleno de frustración tendría consuelo por la posibilidad de poder clavar una navaja en sus Divinas Tripas.
Así que he aprendido a odiar a muchos muertos y muchos vivos anónimos y mediocres todos.
Demasiado ácido el zumo de naranja. Más azúcar, por favor.
Puto Dios…

 

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