
Caminamos solitarios entre el límite de la serenidad y el fragor. Él y yo somos ajenos, extraños a lo que nos rodea. No buscamos lo que no hay. Tan solo sorteamos lo que no queremos.

Caminamos solitarios entre el límite de la serenidad y el fragor. Él y yo somos ajenos, extraños a lo que nos rodea. No buscamos lo que no hay. Tan solo sorteamos lo que no queremos.

Soy un ser tan complejo y profundo…
Incluso tomando un café, mi visión profunda no descansa y observa críticamente los cul… los agujeros más profundos de las muj… de las galaxias y perforar… Y así desentrañar sus misterios.
Está bien, coño. La metafísica y la cuántica me importan una mierda.
Soy indecorosamente obsceno a conciencia.
A veces vale la pena ser lujuriosamente sincero.

Esto es una auténtica naturaleza muerta, literal.
Toda esa rigidez…
Todo ese sol implacable incinerando todo lo que fue y lo que pudo ser.
Yo seré una naturaleza muerta algún día, no hay drama.
Solo tomo nota, constato con cierta tristeza.
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Sin pretenderlo, el planeta me regala instantes de grandiosas soledades.
A veces, muy pocas, tengo suerte.

Es el único consuelo, difuminar, pixelar a la chusma para hacerme la ilusión de que no están ahí con su cacofonía y hedor. Soy tan ingenuo a veces…
Eliminarlos es como correr tras el viento.

En el futuro, si queda alguien vivo para entonces (alguien humano), se preguntará para que servirían esos monolitos perfectamente alineados, le buscarán explicaciones y orientaciones esotéricas a esos malditos respiraderos que ocupan el espacio de árboles.
Posiblemente buscarán la precisa alineación con alguna estrella y les darán el nombre de alguna galaxia hacia la que creen que están orientados.
Los respiraderos de hoy, son el Stonehenge del futuro.
Me reiré de ello donde quiera que esté.

Nadie en la luz, nadie en la sombra. Los humanos son cobardes para todo.
Se esconden de los contrastes como alimañas.
La chusma solo habita la ambigüedad.
Y yo, dos veces bien cuando no hay nadie.
La ilusión de su ambigua inexistencia me da paz.

Si yo tuviera que vivir tanto me pego un tiro.
He quemado mi vida en cincuenta años, ya lo he visto todo, lo sé todo.
Vivir más sería cultivar el hastío.
«Una y otra vez la lluvia caerá
como lágrimas de una estrella.
Una y otra vez la lluvia dirá
cuán frágiles somos.»