Y allí estaba Dios, cubriendo la piel de la puta con su manto de bondad divina.
Me santigüé sin ganas, por pura educación, para no discutir. Estaba caliente.
Se la metí y le dejé sesenta euros en la mesita al lado de la cama.
– ¿Te ha gustado? -preguntó la voz de Dios.
-Es un coño vacío. Tienes buena voluntad, pero lo estropeas todo.
-La bondad no es compatible con el comercio de la carne.
-No me jodas. ¿Aún con esas? Mira que te gusta revolcarte en el drama sin hacer nada. Las putas no son hamburguesas.
Dios lanzó una carcajada.
Y yo también, es un cabronazo, como yo.
Unas risas
Publicado: 16 julio, 2015 en Absurdo, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, música, Ultrajant
comentarios
Unas risas de este cabronazo!!! Juassss, juassss!
¡Hombre, Óscar!! Un abrazo, amigo.