Es mi mitología.
Un bálsamo de dulzura y sensualidad que desprende con vanidosa generosidad sus esencias con una sonrisa perfecta. Ofrece el tesoro de su ser sin preocuparse del corazón que lo goza-sufre.
Y siempre ocurre que cuando se va, cuando deja su esencial estela de sensualidad en el aire, es como si el mundo oscureciera de repente.
Cuando se va, queda el vértigo de una ausencia.
Adiós, Diosa Drakhonhé la próxima vez, por favor, no te lleves mi corazón, lo necesito para adorar el mito.
Archivos para agosto, 2015
Mitomaniasis
Publicado: 9 agosto, 2015 en Amor cabrón, Lecturas, Maldito romanticismo, ReflexionesEtiquetas:Citas, Ultrajant
Bajo la lluvia
Publicado: 8 agosto, 2015 en Conclusiones, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Ultrajant
Paseo con el paraguas entre todas estas montañas que se saturan de color y más vida, como si fuera posible que hubiera más. El repiqueteo de la lluvia en el paraguas me hace pensar en lo triste que sería haberme quedado en la casa. Y esa multitud de ranitas pequeñas como uñas que saltan por el camino, me inspiran una extraña ternura.
Son tardes que difícilmente olvidaré. Y está bien irse con buenos momentos, pensé que no ocurriría.
Y me gusta escuchar mi respiración bajo el paraguas.
Da qué pensar, soy un cínico pensando en lo malo que ahora se aproxima; pero sin miedo, solo es curiosidad.
Hulk la libertad absoluta
Publicado: 8 agosto, 2015 en Absurdo, Conclusiones, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Ultrajant
Mi héroe de ahora y siempre: el destructor Hulk.
No hay nada que escape a su ira irracional. Esa brutalidad sin escrúpulos ni concesiones morales, solo es comparable a lo que siento al escribir.
Doblamos vigas a puñetazos gritando hasta sangrar.
Es el superhéroe más libre del universo, como mi mente.
A Hulk no le importa romperse, solo quiere arreglar el mal con violencia clara, diáfana, sincera como el filo de una navaja que no miente a la piel.
Así que me imagino verde, me pongo furioso y sueño que soy absolutamente irracional y brutal. Que el mundo se arregla destruyendo lo malo, no pactando con los fariseos, no hay que dar privilegios a lo corrupto, es un error de cobardía habitual, tan habitual que es pauta de comportamiento. Es virtud en este decadente tiempo.
Hulk y yo lo sabemos: se prostituye la ética por el miedo y se pacta con la hipocresía y la envidia.
Destrucción es libertad.
Hay una tristeza en mí, que no me permite soñar demasiado tiempo con ser Hulk: mi verde no es radiación Gamma, es simplemente frustración.
Me sangran las encías, está bien, es bueno… No me importa, como a él cuando le hieren y solo consiguen enfurecerlo más.
Es tan brutal.
Y yo tan mierda.
La bella y la bestia (revisada y mejorada)
Publicado: 7 agosto, 2015 en TerrorEtiquetas:brujería, hechizo, Terror
Es luna llena, noche de ritos tan antiguos como las montañas y el mar. La luna luce para desgarrar la oscuridad de las almas y mostrar lo horrendo y las más primitivas pasiones sin pudor ni contemplaciones.
Tras una copiosa y alcohólica cena en una taberna de Sutton, han salido a caminar bajo la claridad de la luna.
La mujer besa al hombre frente a la iglesia abandonada de muros derruidos y éste se deja envolver por la sensualidad de una lengua que combate contra la suya y los opulentos pechos presionando contra el suyo. Apenas siente una pequeña punzada en la base del cráneo. Con la claridad de un rayo de luna, antes de dejar de ser, observa en la clavícula derecha de la mujer dos letras escarificadas en la piel: AK.
Y pronto le faltan las fuerzas para preguntar su significado.
Alice Kyteler ha cumplido con precisión la primera parte del ritual, el primer encuentro, el primer hechizo, la siguiente luna llena acabará el proceso y durante esos días, se apropiará del dinero y pertenencias de Sean Lamotte, soltero y dueño de unos cuatrocientos acres y más de quinientas ovejas, en el municipio de Kilbarrack, Dublín.
Sujeta al hechizado hacendado, con cadenas ya usadas otras veces, a los lóbregos muros del sótano oculto bajo el derruido altar de la iglesia. Día a día, con la comida, le suministra medidas dosis de la pócima de la animalidad, como un preciso tratamiento diabólico. Alice la bruja es hermosa, es hábil, es ambiciosa. Es perfecta en su hambre de dinero y placer.
Caerá el justo hilo de baba de mis labios a tu sexo y se abrirá como el Mar Rojo para los judíos. Seré Moisés con una obscena vara venosa orgánica y palpitante dirigiéndome a tu consagrado coño.
Es el lenguaje estremecedor y sexual de la pócima de la animalidad, cada palabra se extiende por la piel de Alice como una caricia hiriente.
La mujer de cabello negro y corto, deja deslizar de su puño un metro de cadena que corre veloz entre las argollas con un ruido estridente. Es la justa medida para que el hombre o lo que queda de él, le lance el aliento en los más íntimo de sus muslos sin herirla. La falda de su largo vestido está recogida en la cintura. Las antorchas hacen de las sombras seres que se agitan prisioneros en las piedras grisáceas que forman los centenarios muros de la mazmorra de la iglesia. La cadena sacude las argollas violentamente cuando el hombre bestia de ojos feroces se abalanza hacia ella.
Cierra los ojos para no ver, pero acaba mirando a la bestia que ha creado y separando las piernas.
Soy una bestia hambrienta, hociqueando en tu sexo, cuasi amenazante. Procura no moverte cuando la lengua caiga pesada entre tus sexuales labios. Es por tu bien y por no perder lo poco que queda de humano en mí, te arrancaría el coño con los dientes si te movieras.
Con la cadena enredada en su puño, se tiende en una tosca mesa de piedra y separa las piernas ofreciendo casi en sacrificio su vagina brillante y ya resbaladiza de humor sexual.
Los dientes tienen un hambre atroz y que amenacen tu monte de Venus, es un acto inevitable, lógico en mi deseo ronco y recio.
Soy un hombre descendiendo sin freno a lo más primitivo que anida en algún lugar de mi atávico deseo y lo huelo en tu coño trémulo y ahora empapado de mi baba y de ti misma.
No estoy hablando de un sueño, es la realidad, es la maldición de desearte que me transforma en una bestia de dudoso intelecto. Tal vez este sea el último pensamiento coherente e inteligible antes de entrar en ti.
Soy un susurro reptante lamiendo tus ingles, tan cerca de tu coño que oigo tus jadeos endureciendo el clítoris de forma irracional en tu mente, como si fueras bestia también. Soy un ronquido que se arrastra por tu piel más íntima, indefensa que sin control me ofreces.
Soy la mirada oscura como oscura y húmeda es ahora tu mente y tu cuerpo.
Suéltame las manos, deja que hiera tu piel, que la rasgue y beba tu sangre. Que se deslice suave y dulcemente por tu sexo.
El hombre bestia habla y habla, cada palabra es una caricia directa a su clítoris, excitado por las frecuencias graves de aquella voz profunda.
La mujer toma la muñeca izquierda de la bestia y libera su mano grande y ancha de dedos con uñas melladas y peligrosas, el grillete se arrastra por el suelo tintineando y parece sincronizarse con la voz oscura que nace de una garganta inhumana.
Y se arquea cuando la mano se dirige violenta a su pecho, desgarra el escote del vestido liberando un pecho pesado y pálido y las uñas amenazan con sus filos el pezón hasta que se hace insoportablemente duro.
El pene del hombre-bestia está en contacto con su piel, en las costillas, en la cara externa de su muslo. Siente los rastros de la tibia humedad del glande como sangrías de desbocado deseo.
Te gusta así, me lo dice toda mi bestialidad, te gusta que rasgue la suave la piel del abdomen, que arañe el monte de Venus dejando un rastro de dolor. Mira ahora, hermosa, observa lo que te voy a clavar.
Alice pone los ojos en blanco sin perder el control de las cadenas en sus puños cuando la bestia toma sus muslos y los alza hiriéndole con las uñas. Grita desesperada cuando la penetra y siente el vello crespo de la bestia en los labios vaginales. Se siente invadida, indefensa ante lo que se ha metido dentro de ella que bombea sin cuidado. Le duelen los pechos por la violencia de las acometidas. Llega al orgasmo antes que él y tensa las cadenas de nuevo para separarlo de su vagina y llevarlo contra la pared.
La bella Alice tiene una fuerza que el hombre-bestia no capta, no analiza. Su sexo aún lanza ecos de placer que expanden por dentro de sus entrañas. Jadea…
No me hagas esto, no me dejes así, suéltame, quiero inundarte con mi leche. Quiero soltar toda mi animalidad dentro de ti, hasta que rebose por entre la cópula como una pornográfica crema.
Alice se arrodilla ante él, ante su pene erecto. El glande está púrpura por la sangre que se agolpa y un líquido lechoso y denso empieza a asomar por el meato.
Se lo lleva a la boca.
La mano libre la lleva a algún lugar de su revuelto y desgarrado vestido y extrae un pequeño cuchillo cuyo filo está sumergido en un pequeño frasco con la pócima de la animalidad.
Libera el lacre forzando el mango, el hombre bestia gime y gruñe abandonado a la boca que lame su glande, su bálano entero con lamidas lentas.
Los cojones le duelen porque Alice los castiga con sus dedos, retorciéndolos sin cuidado.
Te voy a ahogar con todo lo que me va a salir , te voy arrancar hasta la vida con mi leche, te llenaré los pulmones y el corazón con toda esta carga que has provocado en mí.
Alice hace cuatro pequeños cortes indoloros a lo largo del bálano y la pócima, la dosis necesaria para culminar el hechizo, entra en el torrente sanguíneo veloz como una flecha. El hombre bestia no siente dolor, no ve lo que ocurre en el pene que la bella mantiene húmedo y caliente con su boca y sus dedos.
No puede ver la boca de Alicia dejando derramar la sangre que mana de su bálano herido, no ve como la sangre mezclada con la saliva se escurre por su barbilla, por su cuello, por entre sus pechos pesados, por su estómago y su vientre…
La bestia lanza un rugido y deja ir su carga de semen. Alicia deja que desborde en su boca y ahora el semen es rosado por la sangre con la que se mezcla.
Las uñas de los pies del hombre revientan y salen duros espolones cónicos, su pene se hace negro y encallecido, retrayéndose de su boca y manos.
La boca de la bestia sangra para cambiar su dentición humana por grandes colmillos que revientan las encías, la piel se hace negra como la noche y un rayo de luna llena que se filtra por una ventanuco alto del muro, marca una quemadura entre la negritud de su piel arrugada y rasposa como la de un elefante. Entre gritos de dolor, sus dedos caen y emerge un hueso puntiagudo que convierte cada mano en la punta de una lanza orgánica y sangrienta.
De sus glúteos ha salido una enorme y repugnante cola de rata venosa a la que pronto se aferran varias garrapatas.
El hombre es ahora algo indefinido, una bestia imposible que no obedece más que al tormento del dolor y de la locura.
Alice lo libera de las cadenas y el monstruo escapa hacia el exterior ya sin conciencia de que una vez fue hombre.
Los aldeanos patrullan los alrededores del pueblo las noches de luna llena, cuando está a punto de amanecer y los diablos yacen cansados de sus maldades a los pies de los árboles muertos de las bajas y desgastadas montañas irlandesas.
Son tradiciones que nadie se atreve a cuestionar, cuyo origen se pierde entre los tiempos anteriores a sus bisabuelos.
El que fue hombre yace durmiendo tras unas rocas al borde del camino que lleva a la costa.
En silencio se acercan y cada uno de los hombres, clava su horca en el cuerpo del diablo. La bestia no llega a despertar.
Alice flota a treinta metros por encima de sus cabezas.
Y se acaricia la entrepierna evocando su orgasmo mientras los hombres arrastran por la cola lo que fue el hacendado Sean para quemarlo en la plaza del pueblo antes del mediodía.
Relato inspirado líbremente en Alice Kyteler, la bruja más antigua que se conoce en Irlanda y en el mundo. Según dicen, era hermosa y sofisticada. Y algo muy raro en aquellos tiempos, una mujer independiente.
Tenía fama de manipular a los hombres para su provecho.
Nació en Irlanda, en 1280 y fue ejecutada como bruja en Dublín, en el 1324.
Sus años de actividad como bruja fueron del 1302 al 1324.
Un pequeño homenaje y simpatía hacia otra víctima de la ignorancia, la envidia y la idiotez humana.
El mal y la mediocridad
Publicado: 7 agosto, 2015 en Conclusiones, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Ultrajant

Quien escribe del mal, sucumbe al mal.
Sería razonable, pero sobre todo mágico y sugerente. Esperanzador.
No caerá esa breva en mi jardín.
No existe lo desconocido, todo es soberanamente plano y predecible.
Solo agonizo en mediocridad.
Por cierto, el asesinato tiene una justicia que los tribunales no saben ni pueden ofrecer.
Cumple años Charlize Theron
Publicado: 7 agosto, 2015 en Citas, Conclusiones, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Ultrajant
Padre e hijo
Publicado: 6 agosto, 2015 en Absurdo, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Ultrajant
-Los niños no mueren ¿verdad, papá?
-Claro que no, Iconoclastito. Ningún niño muere de forma natural, sois tan fuertes, pequeños míos… Es preciso asesinaros: ahogaros, golpearos con fuerza contra el suelo, apuñalaros, decapitaros, quemaros, envenenaros o dejaros morir de hambre.
– ¿Y por qué tenemos que ser tan fuertes y no tener una muerte más tranquila? ¿Tengo que tener especial cuidado con alguien? ¿Dónde están los asesinos?
-Mira, Iconoclastito, la verdad es que también podéis morir de enfermedades horribles. No tengo ganas de discutir ahora.
-Y supongo que lo de los reyes magos es una soberana mentira de mierda.
-Eres como tu padre de listo y tu vocabulario es ya perfecto.
Árboles agonizantes
Publicado: 6 agosto, 2015 en Conclusiones, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Ultrajant
Los árboles mueren y son desenmascaradas sus raíces por la propia tierra que los alimenta.
He visto árboles que han perdido el suelo entre sus raíces y se encuentran al borde mismo del aire esperando que las próximas lluvias les arrebate la poca tierra a la que aún se clavan.
Vivir es maravillarse ante lo bueno y lo malo.
Y suele ocurrir que lo malo tiene una belleza profundamente hiriente y espectacular.
El árbol siente una total indiferencia a morir, lo dicen sus raíces secas y tiesas que asoman de la tierra como nervios de un miembro amputado. Hay dignidad en la muerte del árbol.
Sus vidas son largas y así sus agonías.
No sería viable la razón con una naturaleza arbórea.
Es lógico que no piensen, que no tengan cerebro.
Y un descanso para mí, saber que no sufren, porque hay veces que no sientes respeto por tu propia vida, sin embargo, la vida de otros seres se hace importante. No sé porqué, pero ocurre.
Supongo que a veces puedo ser torpemente sensible, por decir poco, por decir lo mínimo.
Si perdiera el piso que me sustenta, me pondría triste y temeroso, incluso histérico… Tal vez en otra ocasión, ahora no.
La solución definitiva
Publicado: 5 agosto, 2015 en Chusma, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Ultrajant
Sí, se dice mucho para ser muy oscuro: la muerte es la solución a todos los problemas.
Pero seamos serios, es una estupidez cuando te aplican la solución.
A ver si maduramos un poco, levantamos el culo del sofá y vamos a la farmacia.
A ver si se os pasan los males metafísicos con unos buenos supositorios (en este punto, la muerte se hace interesante).
Tarde, pero un buen momento
Publicado: 5 agosto, 2015 en Conclusiones, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Ultrajant
No siempre te estropea una música una persona, o dos o un millón con su presencia y su ruido.
Hay veces que el río es quien se sobrepone a la música y entonces no me siento hostil. Todo está bien.
Y es entonces también, cuando concluyo que es tarde para muchas cosas, que no hay tiempo.
Pero estoy en el mejor lugar, en el mejor momento.
Cosa que nunca pude afirmar.
Al final aprendes, aciertas.
Sí que es tarde si la dicha es buena, porque el balance final pronto dejará un epitafio despectivo en mi tumba.





