Hay cosas que compras con ilusión, porque son aterciopeladas, deberían ser dulces y refrescantes. Me gasto la pasta en algo precioso, con el que acariciar mi rostro delicado o bien para hincarles el diente con voracidad.
Pero… ¿Qué ocurre cuando sientes que se te encogen los maxilares, que los incisivos crecen tanto que crees que van a llegar al suelo?
La acidez de estos melocotones o duraznos es casi tóxica.
Cuando he conseguido que todos los huesos y tejidos de mi boca volvieran a tener su forma y sabor habitual, he sentido una profunda tristeza.
Otra vez me ha engañado el destino.
Tan inocentes y bonitos.. Son más agresivos que la puta que los parió.
Se podrían hacer en el culo el injerto de limón con melocotón.
Hijoputas… Qué mal rato he pasado…
Limomelocotones
Publicado: 28 mayo, 2016 en Absurdo, Conclusiones, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant,
0