Follar no es una comunión de amor, ni nada de esos romanticismos.
Se folla y los nervios se relajan y templan para otra nueva tanda de desprecios y hartazgos.
El sexo también es un paliativo de las ruinas del amor.
El terapéutico sexo
Publicado: 13 agosto, 2013 en Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
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