Una rata aplastada, un pajarillo muerto y un rebusca-basuras con rastas de pieles de plátano.
Encuentras un trozo de carne tirado en la calle y unos pescados pudriéndose al sol y le das una patada a un trozo de excremento seco si tienes suerte.
Es el paraíso, coño.
Todo es tan biodegradable…
El paraíso de lo degradable (bio)
Publicado: 22 septiembre, 2013 en Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
0