Un tamalero cruel a las siete y media de la mañana pregona con un altavoz a toda hostia lo muy buenos que son sus tamales y champurrado.
Yo pensaba que le tirarían una botella o bolsa de basura para que apagara el altavoz; pero en lugar de eso, han comenzado a salir mujeres en bata y sin peinar y le han comprado suficientes tamales para llenar un depósito de mil metros cúbicos de metano en menos de una hora.
Tienen tanta razón los rústicos provincianos… Para triunfar hay que ser cabrón.
Tamaleros en la madrugada
Publicado: 23 noviembre, 2013 en Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
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