Todo acaba de la peor forma posible, porque no basta con sentir desprecio, no es suficientemente definitivo. Hay una estrategia: hay que humillar y transformar a quien un día se quiso en un monstruo apestoso, deforme y violento.
Tal vez sea la única forma de corregir un error que da asco con la sola visión, su voz y roce diarios.
Los cacareados hombres y mujeres de buena voluntad, son unos transformers malos.
Transformers
Publicado: 5 diciembre, 2013 en Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
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