Tampoco era necesario semejante camino para apenas un espejismo. La fiebre, la maldita fiebre y la nave Soledad y sus rodeos inexplicables. Todo es confusión y enfermedad. Y una dulce desesperanza, el fracaso de los agotados: tumbarse en una arena que está en la nada.
Confusión y enfermedad
Publicado: 20 marzo, 2014 en Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
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