Estoy confuso, el sueño debería dar un descanso, pero me despierto agotado.
Dormir pegado a quien amas, no es una buena forma de relajar ese músculo cavernoso que se lleva toda la sangre, incluida la de mi cerebro y hace de la cama una tienda canadiense de montaña. Con su pararrayos y todo. Es agotador y peligroso ser tan macho. Y la hermosa durmiendo tan tranquila como si no hubiera tremenda erección a su lado.
No sé si cortarme las venas o dejarlas largas.
Qué ingrato y árido resulta a veces ser tan macho…
El sueño y su fatiga
Publicado: 31 marzo, 2014 en Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
0