Vamos a ver: si dos y dos son cuatro. ¿Por qué rechingaos a veces me salen cinco y otras tres? Las matemáticas no son lo que me enseñaron.
Eso y que si pongo una tienda de sombreros, nacen los niños sin cabeza.
Menos mal que los cigarrillos no fallan. Son matemáticos de verdad.
Qué suerte
Publicado: 1 diciembre, 2014 en Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
0