Su sonrisa de luz…
Los pezones erizados, las piernas entreabiertas, una mano en el vientre deslizándose suave, los labios entreabiertos, la lengua fresca y húmeda. Su vagina tan brillante…
La penumbra la envuelve en halo de deidad.
Que preciosa criatura intuyo y espío, que siento y presiento.
Mi pene latiendo, un segundo corazón.
Bendita sea la secreta y ávida lujuria.
Oculto deseo
Publicado: 26 diciembre, 2014 en Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
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