No puedes obviar mi organismo cuando te hablo enamorado.
Detrás, encima, debajo y delante de un «te amo», hay una palpitación en las venas de mi pene que lo expande hasta casi el dolor.
Por cada beso hay un glande cada vez más humedecido.
No te enamores solo de mi pensamiento, porque me mutilas, me dejas incompleto. Me humilla.
Ámame con la plena conciencia de que estoy terriblemente excitado.
Y que corazón y pene laten ambos enloquecidos por penetrar tu alma y tu coño.
Pudiera resultar vulgar esta manifestación; pero créeme, en absoluto lo es.
No es una vulgaridad
Publicado: 8 enero, 2015 en Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
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