Cupido necesita entrenarse o un nefrólogo para cuidar ese temblor de sus manos. Y sobre todo, quitarse esa venda estúpida de sus ojos.
Tiene voluntad y buena fe, es un buen chaval en general; pero dispara como un pelícano hambriento tragando una sardina.
Y clava sus flechitas en el culo en lugar del corazón. Y al final, todo les sale del carajo a sus enamorados.
San Valentín es un día para pasear con las nalgas pegadas a las paredes.
Cupido
Publicado: 14 febrero, 2015 en Amor cabrón, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
0