No me la pienso comer por muy nutritiva y gustosa que resulte, como los gusanos y hormigas en algunas partes del mundo. Con una pechuga de pollo me quedo más a gusto que Dios si existiera.
Una asquerosa libélula muerta
Publicado: 24 abril, 2014 en Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
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