Siempre hay razones de peso para despreciar un momento, un lugar o una persona.
Aunque tampoco es necesario tener razones para ello, reconozcamos que simplemente basta con desearlo.
No es popular reconocerlo, pero si te has olvidado los cigarrillos en algún lugar que no recuerdas, o el café no tiene azúcar; es algo lógico despreciar por nada en especial, aleatoriamente.
La filantropía y los buenos deseos, son cosa de navidad, cuando esperas que te inviten a comer y que te regalen algo.
Los buenos deseos
Publicado: 30 mayo, 2014 en Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
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