Un hombre de unos 33, con el cabello hasta los hombros, barbudo y de mirada franca, calzando sandalias y vestido con una túnica sucia cosa mala; se me acercó en pleno mediodía en la desierta calle y díjome:
-Soy el hijo de Dios, si buscas la verdad y la paz, sígueme.
Y en su mano aparecieron tres clavos.
Y díjele yo:
-No me jodas.
La verdad y la paz
Publicado: 1 marzo, 2015 en Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant
comentarios
Flojo, flojo. Seguí participando.
Gracias, Laurelio.
Un saludo.