Archivos para junio, 2015

Estáis perdidas

Publicado: 26 junio, 2015 en Citas, Humor, Lecturas, Reflexiones
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Estáis perdidas

Rezad por vuestra alma inmortal, bellas y amadas mujeres. En unas horas seréis mías.

No os podréis resistir a mí. Os haré madres y las que ya lo seáis, repetiréis de nuevo. Y además me mantendréis económicamente porque tendré suerte.

Mucha.

Yo me fio del amor y todo eso, pero donde este el africano profesor Maruf, que como yo es conocedor de los secretos, que se quiten las inoperantes ilusiones románticas y de justicia.

Ya sé vuestras tallas de ropa interior, Maruf me ha hecho el listado completo.

Os amo, os deseo y dentro de poco, seréis mías, mías, mías… ¡Jajajajajajaja!*

Haced lo que queráis; pero (os) podréis correr (qué bonita doble intención la de este verbo en este contexto cremoso y mágico) pero no esconderos.

Me lo ha garantizado al 100 % el Yoda Maruf.

Tendré un jedai entre las piernas, luminoso e inquieto.

Y al resto de idiotas que son mis enemigos/as y explotadores/as, os aviso: se os caerán los genitales al suelo mañana al despertar.

He pagado un dinero, pero ha valido la pena.

¡Jajajajajaja!*

(Es viernes, podría ser mucho peor…)
*Nota del traductor: es risa malvada como la del Doctor Maligno de Austin Powers, con la punta del meñique en un lado de la boca. Es necesario que lo hagáis para un mayor dramatismo y contextualización del texto en su contexto.

Cumple años Lucie Mis

Publicado: 26 junio, 2015 en Citas, Humor, Lecturas, Reflexiones
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Lucie Mis

En Telegramas de Iconoclasta.

Un cerebro un tanto disperso

Publicado: 25 junio, 2015 en Amor cabrón
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Un cerebro un tanto disperso

Una vez has vencido el cuerpo, lo has fatigado y ha quedado exhausto, ya se puede contar con unos minutos de paz interior.
Al pensamiento, esto es, al cerebro, no le importa cuán injusta es la vida, si estás enamorado, te odian, si reciclas la basura (cosa que no hacemos ni el cuerpo ni el cerebro) o si los huevos han caducado y hay que comprar otra docena más para que sigan decorando el cestito huevero de la cocina que tan precioso queda aunque quite mucho espacio para preparar los alimentos.
El cerebro se dedica en esos momentos a gestionar cosas como el ritmo cardíaco, la respiración, la glucosa y los mocos que hay que expulsar vía oral o bien exprimiendo la nariz.
Hay paz quieras que no.
Bueno, una erección delata que el cerebro se dispersa un poco, no acaba de estar por la labor.
Y se filtra la imagen de unas piernas que a mitad de los muslos empiezan a estar cubiertas por un vestido liviano. Alzadas sobre unos zapatos descubiertos de tacón muy alto, se muestran potentes, hermosas, torneadas, bronceadas hasta el hambre y con un tono muscular que hace magma las arenas del desierto.
Y piensas que Dios es una cafetera observando semejante divinidad.
El vestido corto hasta la erección, hace un stop en sus nalgas, de tal forma que la boca se siente seca y la lengua acude a los labios para remediarlo. Y desearías deshacer con la boca el nudo de ese cinturoncito de tela que reposa en ese culo remarcándolo.
El vestido sigue realizando su función hasta llegar a los pechos, ahí se detiene con soberbia, y además hace boato de un escote decorado con unos cabellos negros que son la paranoia del deseo.
La cadera ha sido delatada: su función es poner las manos en ella para afianzarse con fuerza, no encuentro otra utilidad (aunque tenga que ver con lo motriz) en esa belleza.
Las pantorrillas lucen hermosas sin ser musculosas, estilizadas…
Y el bronce de la piel sigue siendo la cosa más pecaminosa que pudiera imaginar aún estando horriblemente cansado. Más de lo que estoy.
Creo que el cerebro no está controlando como debiera el ritmo cardíaco, la respiración o la metabolización de la glucosa; parece que se ha empeñado en llevar toda la sangre a mi bálano y dejar los pulmones y corazón en segundo plano; como un stand-by de un equipo HI-FI que mantiene el CD de los Rolling de la canción Satisfaction en su interior sin sonar.
Y ahora mismo me encuentro en la disyuntiva de acariciar el maldito pene y darle consuelo o golpearlo con el puño para que me deje descansar tranquilo.
Llamo al orden al cerebro con un «no seas imbécil» para que cuide de mis funciones vitales con más decoro, cosa que da resultado.
Bueno, por unos cinco segundos.
Porque por fin, el vestido acaba en unos minúsculos tirantes que reposan en unos hombros deliciosamente menudos, deliciosamente adolescentes. Deliciosamente besables y lamibles.
Éstos, además, crean unas clavículas que acogen al cuello por el que la lengua se desespera por arrastrarse hasta llegar a esa boca de labios gruesos, decidida y puramente carnales.
Pienso en los besos de amor y mi pene entre esos labios. Sin piedad.
Estoy cansado, joder…
Y ahora imagino esa piernas tensas y fibradas separadas, realzadas por los tacones de aguja, mi manos en su cintura y mi paquete pegado a esas nalgas desesperantes. Sus manos en la pared. El vestido ha subido para mostrar su hot panty negro que transparenta los dos perfectos músculos que parecen vibrar por la tensión que les transmiten las piernas en un forzado equilibrio.
Si no estuviera tan cansado…
Si mi cerebro no estuviera jodiendo y se dedicara más a las cosas del metabolismo.
-Querido ¿quieres algo fresco?
Penetrar… Es lo que me indica mi cerebro, me resisto a ello, porque tras dos horas de subir y bajar montaña arriba, no estoy completamente de acuerdo en sufrir ahora un infarto por un exceso de bombeo.
Follar… Vuelve a indicar al cerebro, mi polla responde expandiéndose creando un anti estético bulto en mi pantalón deportivo.
Mierda… Me pongo en pie, me acerco a mi buenísima esposa y la abrazo desde su espalda, rodeando su cintura con mis brazos.
-Quiero algo caliente -le digo al oído, apartando el pelo de su oído con mi nariz.
Bajas reservas de glucosa, lo noto en un pequeño mareo, pero el cerebro dice que no haga caso, hay cosas mejores que hacer, ya metabolizará luego.
Así que mi mano izquierda sube hasta su pecho, desboca el vestido, lo desnuda y apresa el pezón que reacciona con dureza entre mis dedos. La mano derecha ha elevado el vestido hasta las ingles, se ha metido dentro del panty y ha buscado entre los labios el clítoris. Los dedos lo han rozado suavemente. Está duro como nácar.
Tengo calor… Luego bajaremos la temperatura, dice el cerebro.
-Puta -le susurro al oído.
Ella alza los brazos y me acaricia el rostro, estira el cuello hacia atrás y le dice a mi mejilla:
-Cabrón…
Me duelen los pies, pero no hay reflejo de sentarse alguno, está demasiado hermosa. Así que en lugar de relajarme, me tenso y tenso mi mano en su vagina, se la cubro y cierro los dedos en ella, creando cierta presión alzándola hasta ponerla de puntillas.
Responde que parece desfallecer e inúndame la mano de su fluido. Mis dedos están martirizando su pezón desnudo y ella me indica con su mano que lo haga más fuerte.
Y eso hago, lo pellizco hasta que a ella le tiemblan los labios.
La empujo hacia delante y sus manos van a parar contra los azulejos de la pared, bajo los armarios de la cocina.
Mis rodillas están un poco débiles y necesito algo de potasio para el entumecimiento muscular, en lugar de un plátano o alimento que me aporte algo parecido, tomo las tijeras del imán de soporte.
Alzo el vuelo del vestido y dejo el panty negro y deliciosamente transparente al aire.
Corta, dice el cerebro.
Tomo el panty por un costado de la cintura, deslizo el borde de la tijera por la piel de su cadera y corto la tela. Su piel se ha erizado por el frío y la excitación.
Hago lo mismo con el otro lado del panty y su coño y su culo quedan indefensos ante mí. Mientras tanto, mis pantalones y calzoncillos están en el suelo, en mis pies; no sé cuando ha ocurrido.
Ella ha separado más obscenamente las piernas, sabe como hacerse desear, la muy hermosa.
Se la meto de golpe y crispa los dedos en los azulejos, sus uñas están pintadas de un rosa oscuro, un fucsia. Jadea y yo busco ese punto un poco más contraído en su vagina, es una cuestión de ángulo, conozco su coño como su alma.
Lo encuentro y empujo con fuerza. Ella pierde el equilibrio y la sujeto por la cadera, para lo que sirve su cadera, es el fin único. Y empujo.
Y ella jadea de nuevo.
Es más, empuja sus nalgas contra mi pubis para que entre el pene más profundamente. Su pecho desnudo se agita brutalmente con cada embestida. Mis cojones están contraídos.
Me tiemblan los muslos de cansancio y también de excitación.
El cerebro dice que eso no es malo, que nadie se muere por una cosa así.
Dale duro…
Y embisto, a veces la elevo y da un saltito clavada a mí. Lleva una mano detrás, a su nalga derecha y la separa para hacer más espacio.
Su vagina se contrae y así masajea el glande. Ha empezado a correrse, noto su fluido como un baño cálido, a veces pienso que me gotea por los testículos.
Llevo una mano a su clítoris mientras la embisto y se lo aplasto sin cuidado.
Ella también lleva su mano encima de la mía para que no la saque de ahí ahora.
Empieza a gemir:
-No puedo más, mi amor…
Y se corre. Se corre contoneando circularmente las nalgas contra mi pubis, sus contracciones y ese punto preciso y notoriamente más denso de su vagina, su roce fuerte, hacen reventar mi glande y se me escapa el semen como si sufriera un ataque de epilepsia.
Mi cerebro no tiene noción de la elegancia en el momento de la eyaculación, debería trabajarla más, menos mal que ella está mirando al sur…
Dejo que el semen la llene. Ella intenta tomar aire suficiente tras el orgasmo, se la saco y antes de abandonar su coño, escupo unas últimas gotas de semen entre los labios de su vagina.
El cerebro me dice: bien hecho, no estabas tan cansado. Yo sé lo que me hago.
La tomo por un hombro y la hago girarse hacia a mí, le beso la boca con toda la sed física y lasciva que tengo. Llevo la mano a su raja y unto suavemente su clítoris aún endurecido con el semen que le he escupido, el beso se hace más profundo. El hot panty yace a nuestros pies como un animal muerto. Sus piernas esculturales están totalmente desnudas y el provocador monte de Venus parece latir. Su vagina está entreabierta y mi cerebro me dice que me agache para besarlo, pero ya no puedo más. Además, ella toma mi pene, retrae el prepucio y lo sacude suavemente dejando que unas gotas más de semen caigan en su mano, me masajea los cojones así.
-Te quiero, cielo.
-Te amo, mi vida -le respondo.
-¿Ahora si quieres algo fresco? -me dice con la sonrisa más preciosa y radiante del mundo.
Me subo los pantalones, porque su desnudez hermosa hace la mía demasiado vulgar, hay que cuidar los detalles.
Me da un vaso de refresco con hielo.
Me lo tomo de un solo trago, hay silencio, ella me mira divertida.
-Parece que te has cansado… Deberías tomarlo con más calma, descansar más a menudo, cada media hora, la montaña es agotadora.
Mi cerebro silba alguna melodía haciéndose el sordo a estos consejos.
-Vístete amor, ya tenemos que ir al teatro.
No me acordaba.
-No iras con es vestido ¿verdad?
-Claro que sí. ¿No te gusta?
-Me enloquece.
-¿Entonces por qué no quieres que me lo ponga?
Cuando de verdad necesito mi cerebro, es cuando el idiota está preocupándose por los niveles de glucosa. Mierda.
Tardo algo más de cuarenta y cinco segundos en responder. Porque no sé que decir y porque su pecho desnudo me la está poniendo dura de nuevo.
-Por que hace frío.
Y ella responde con una carcajada. Ambos estamos sudando.
-Me voy a cambiar -le digo un tanto humillado.
Viene a la habitación, toma un tanga blanco y se viste con él.
-Vamos, date prisa -dice enmarcada como una modelo en el vano de la puerta.
Mi cerebro no acierta a abotonar la camisa y mi mano en lugar de subir la cremallera de la bragueta, la baja.
Esto no acabará nunca…

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Iconoclasta

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Genial, entre una cabeza básica y meramente funcional y una extremidad inferior meramente no funcional, hay un torso de una orgullosa tosquedad que es lo único que no desentona con la montaña ni con los jabalíes que la habitamos.
Revelaciones Iconoclasta 1:12250.
(Putas on paradise)

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La vida te pone en el decorado que te toca.
Y una mierda.
Si no fuera porque ha sido voluntad mía aparecer ahí, si un destino dictara dónde voy y qué hago, no sabría si tirarme al metro o a la taquillera, si cortar las venas o dejarlas largas.
De chiste la filosofía barata.

Coca vs farlopa

Publicado: 24 junio, 2015 en Chusma, Citas, Humor, Lecturas, Reflexiones
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¿Quién va a ser el subnormal que va esnifar farlopa pudiendo comerse un trozo de dulce, suave y cremosa coca?
Son más tontos que las piedras los narices blancas.
Y luego un buen puro.
Y el sexo antes o después, no soy exigente. Aunque la coca no importa que espere un poco…

Sois mi envidia

Publicado: 24 junio, 2015 en Chusma, Conclusiones, Humor, Lecturas, Reflexiones
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Reflexiones redes def

¡Ah… cornudos y cornudas!
Ya me gustaría a mí tener una vida intensa como la vuestra y no ser tan asquerosamente libre.
Porque es muy triste vivir una existencia tan plana como la mía.
Me río; pero es pura amargura. Lo juro.
Porque a pesar de vuestras astas, creéis en la pureza de vuestro amor.
Me río por pura envidia, es solo un acto traicionero de mi histérica tristeza.
Tenéis una vida plena y sobre todo rica, porque el marfil se cotiza a buen precio.
Me sigo riendo de pura rabia, soy ponzoñosamente envidioso.
Que me parto…

Sin paraísos, sin sueños

Publicado: 23 junio, 2015 en Amor cabrón
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Sin paraísos sin sueños

No puedo prometerte amor eterno, cielo.

Moriré antes que tú, y luego no habrá nada.

Solo puedo prometerte una muerte de amor, como si eso pudiera existir.

No puedo ceder ya a los sueños, son cosas que duelen. Crearíamos una maldición entre nosotros mismos.

Y llegaría la frustración.

No existe la eternidad, ni otros tiempos ni lugares.

Nos parieron entre hormigón, entre distancias y sepulturas que ascienden verticales humillando a los muertos.

¿Te das cuenta de lo mucho que te amo? Eres toda mi magia, todo mi sueño.

Te amo en la sordidez de este mundo, te abrazo y me hago serpiente en tu cuerpo a pesar de todo y de todos.

No te amo en un paraíso.

Fuera de ti no existe nada. Incluso lo que escribo se deshace como una gelatina en el cristal de una ventana. Cualquier cosa que no sea tu piel es rechazada.

Solo me queda eso, mi amor, morir amándote.

Es algo que podré hacer. No habrá problema con ello, porque de hecho, no hay otra opción.

Lo siento de verdad, ojalá pudiera decirte que te buscaré, que nos encontraremos. Dedicarte más vida; pero el amor desgasta, acelera tiempos.

Te amaré con mi último latido, eso es todo.

Puta pena…

Si tuviera alma, si quedara una emoción que me hiciera humano, te juraría amor eterno.

No reconozco humanidad en mí, no tengo alma.

He vivido lo suficiente para saber que nadie tiene alma.

La gente tiene miedo de morir y yo siento curiosidad, algo pasó en mi concepción.

Así que juro amarte hasta que muera.

Porque no hay eternidad, no hay posibilidad de encuentros en tiempos o espacios.

Ir más allá de la muerte duele demasiado, es un engaño que nos hará mantener una esperanza que hará más angustiosa la muerte.

No puedo banalizar este amor que siento construyendo una leyenda.

Solo puedo jurar que moriré triste por dejarte. Sé que los seres mueren solos, perdidamente solos ante la angustia de no poder aspirar una bocanada más de aire.

Perdona la realidad, perdona la verdad suprema de todo. Es mejor que nos amemos ahora con todas las fuerzas de los sueños muertos, que nos fundamos el uno en el otro con una agonía anticipada sabiendo que se aproxima el gran puto drama, mi amor.

Esto pinta mal, y me duelen algunas partes del cuerpo, cada día cuesta más caminar y cada día te abrazo con más fuerza porque llega lo inevitable.

Sé valiente, mi amor, siéntete amada.

Guarda estas letras, no dejes que las emborrone una lluvia. Mantenlas como testimonio, como un hallazgo de amor que haga historia entre la humanidad. Que cuando gente de siglos adelante lo descubra, sepan que el amor que un día sentimos fue absolutamente puro.

Y no necesitamos paraísos, ni esperanzas legendarias.

Solo eso, mi amor. Sonríe, porque aún quedan unos días.

Vamos a cenar mi amor, estamos cansados.

Y luego al cine, ¿te parece?

La vida aún está aquí.

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Iconoclasta

Pinche Jesús

Yo también reciclo la basura, para que luego digan que no tengo conciencia ecológica.

Reflexiones redes def

Tapad el sol.
No dejéis que haga foco en mí.
No quiero ser evidente, quiero ser siempre mediocre, alguien a quien nadie mira.
A nadie interesan mis errores. O mis actos.
Hacedme gris, más gris.
Ocultad el sol, nubes, haced sombra impenetrable de la maleza. Ocultad al mundo el coito post mortem, que nadie vea como jodo con la muerte.
Como se la meto con mi alma negra empujando.
Que nadie vea el tajo en la ingle, que deja una femoral abierta como una fuente.
Que sus últimas gotas de sangre bombeadas por su corazón, sean íntimas, solo para mí.
Que nadie vea su coño inerte y sin sangre deformado por mi pene infectado de mi propia mente.
Nubes amigas, ocultad toda esta miseria que no me avergüenza de mí mismo. Dadme vuestra protección, lo habéis visto todo; yo asesino poco, no soy una gran tragedia bajo vosotras.
Ocultad sus pezones sin vida, erectos por el frío de la muerte.
Está hermosa…
Ocultad el sol, que no evapore la sangre y el semen de sus muslos.
Ocultad mi boca lamiendo su ingle mutilada, la sangre ya espesa que en pequeños borbotones finales ha bañado su coño.
Ocultad a la bestia con el manto de la mediocridad.
Dadme sagrada protección. Soy la verdad más pura, la naturaleza menos contaminada.
Dadme la necesaria protección, yo pongo la alevosía, la intención, la insania y el miedo.
Ocultad los escarabajos que se meten en su boca abierta por el dolor y el terror. Y las moscas que se posan en sus pupilas sin que los párpados las defienda.
Sus bragas blancas ensangrentadas en sus tobillos.
Mi pene cubierto de sangre, aún palpitante.
Mis nubes, hermosas nubes, dadme la serenidad y protección necesarias para asesinar más, para hacer de mi enfermedad legado de la humanidad.
Monumento de locos.
Soy hijo de la tierra, más que nadie. Yo le regalo mi obra, en ella descansa mi perfecta y descontrolada insania.
Mirad mi obra, os la brindo, preciosas nubes.
Buenas noches nubes, buenas noches estrellas.
Buenas noches sol de mierda, no salgas nunca, delator de lo obsceno y de la pornografía de los muertos.