No siempre, tal vez nunca…
El amor es la efímera crisálida
(se prometen amor eterno
en un ejercicio de ingenuidad,
es el juego)
de una necesidad perentoria.
Una oruga que se hace rata
y roe lo que una vez fue bueno.
Los roe a los dos hasta
que duele estar cerca.
El uno del otro…
El amor es un embarazo
de soledad y arrebato
de frustración.
Una placenta de tristeza…
Un escape a la desesperanza,
un consuelo mal comprado.
Es un alumbramiento
que a veces es aborto.
Muchas veces…
Más de lo que debería ocurrir
ante las vidas tan cortas.
Se idealizan ergo se equivocan
los amantes más sentidos y sufridos.
Se equivocan tanto
(su coño está húmedo y no por él)
que la vergüenza los asfixia
(su pene no se hace duro ante ella)
y recurren a nuevos errores
(Sueñan con lágrimas con lo que
se les escapó de las manos)
para cubrir los que ya son historia.
Se acuchillan con engaños
las espaldas se hieren
y arrugan cartas con vergüenza
mojadas de lágrimas en su manos.
Los errores son los zombis
del amor hambriento y voraz.
Ya cadáver…
Buscan romances de nuevo
(los nuevos amantes creen llenar huecos
donde hubo amor.
Un error sobre otro error y sumando…)
los desesperados y necesitados
amantes.
Amores que mutan en errores
de nuevo, a velocidad de cometas.
Los aquejados de soledad
los necesitados de ternura
carecen de memoria histórica
se preñan de nuevo de amores
que se corromperán, porque
necesitar no es amar.
Nuevos errores…
Nuevas vanas esperanzas.
Tal vez sea la forma de no volarse la tapa de los sesos y seguir viviendo unas miserable vidas. El engaño y el drama son alicientes para la vida.
Amar se sobrevalora en función de las carencias de cada cual.
Iconoclasta