Archivos para abril, 2015

Maldita pierna podrida

Publicado: 9 abril, 2015 en Absurdo, Humor, Lecturas, Reflexiones
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Pierna podrida

(Oda al dolor y la fealdad)

Me dueles por cada paso que doy montaña arriba, montaña abajo.
Cochina pierna, a veces deseo que te desprendas y te quedes pudriéndote en el camino. Deberías haber sido amputada.
Eres mi vergüenza y me haces tullido.
Te odio con toda mi alma, por ello te fuerzo, por ello abuso de ti metros y metros montaña arriba; hasta que el tendón del talón parece reventar con un trallazo de dolor y me pagas con una cojera más pronunciada, con un caminar más tullido aún.
Volvemos a salir, ahora. Vamos a subir y bajar las escaleras, hasta que tú te rompas o yo me colapse. O hasta que el ibuprofeno en sangre sea superior a lo que le organismo admita. Si yo muero, tú también, asquerosa.
Hace años que somos dos, hija de puta, tú y el dolor, yo y mi voluntad.
A veces ganas tú, y otras veces simplemente, pierdo menos.
Como te odio, ser repugnante pegado a mí.
Como dueles, como avergüenzas.
(Esta arenga de odio y asco, es normal debido a una excursión de tres horas y media por la montaña, donde he visto huellas de jabalí y nada más. Mañana, más. Que no se crea nadie que la podrida y negra pierna podrá conmigo. Y no quiero hablar de la neurosis que me acompaña, como si fuera el loro en el hombro de un capitán pirata con pata de palo…).

El arbol humano Portada libro

«La soledad es su naturaleza, o una parte de ella. Porque su otra naturaleza se marchita de pena entre savia y fibras que no acaba de asimilar como suyas.
Las noches son el descanso de los árboles, la fotosíntesis es agotadora.
El vegetal se retira y da paso al hombre.
Al hombre más solo del mundo.» (Iconoclasta)

Para leer en:
http://issuu.com/alfilo15/docs/el___rbol_humano_libro
y
http://binibook.com/details.php?id=1656

La mujer y el cordero

Publicado: 8 abril, 2015 en Absurdo, Humor, Lecturas, Reflexiones
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No es una parábola de mierda, no es un cuento para niños. Yo no predico, no doy enseñanzas, me conformo con evadirme del mundo cuanto pueda.
Y fracaso como un idiota.
He visto como una mujer daba de comer con dulzura a un corderito que parecía sonreír.
Y he sentido una inexplicable tristeza, porque la anciana lo sacrificará con todo su pesar, como siempre lo ha hecho. Lo veía en su tierna forma de darle de comer y se me ha pegado a la piel toda esta ternura y tristeza como una peste contagiosa.
El corderito comía de su mano con esa feliz ingenuidad que deshecha cualquier idea de muerte o dolor. Con esa ingenuidad que hace del mundo pornografía a mis ojos.
He cojeado rápidamente para alejarme de toda esa pena y tragedia que ha hecho presa en mi ánimo.
Pobre mujer, pobre corderito, tan solos ante la verdad y la ingenuidad.
Respecto a mí, me parecía pertinente cruzar las vías del tren con las barreras bajadas.
Acabar.
Qué triste es la belleza a veces.
Qué mierda.

La luz al final del túnel

Publicado: 8 abril, 2015 en Absurdo, Humor, Lecturas, Reflexiones
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Esa maldita luz

Esa debe ser la famosa luz que ven los que dicen haber muerto, esa misma que me apuñala por la espalda y a la que no presto demasiada atención. La que me llama…
Me hace hostil al mundo, me hace escribir cosas que no debiera.
Sería fácil salvarme yo y al mundo con unas persianas.
Si tuviera ganas y humor para bajarlas, claro.

Jesús personal

Publicado: 8 abril, 2015 en Humor, Lecturas, Música, Reflexiones
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«Extiende los brazos y toca la fe».
Claro… Suena bien, tentador, pero mi fe es mejor y tangible. Tiene dos areolas coronadas por dos pezones duros a los que me aferro jadeando, ese es mi Jesús personal.

Estudio del peso y tamaño de la tristeza

Se pueden escribir y describir las tristezas, enumerar, clasificar por motivos y por sensaciones innombrables, situarlas en el tiempo y el espacio; pero las palabras no pueden describir con claridad y precisión ese momento en el que los dedos se crispan sobre el corazón para dar un consuelo que no será posible, para detener esa hemorragia de pesadumbre que es obscenidad para la vida y la alegría.
Es un instante que dura un segundo, un fracción de segundo en el que el dolor es tan grande que nos aboca a la locura y la confusión.
Si alguien observara esos dedos crisparse en el corazón, apartaría la mirada como si fuera contagioso; porque conocemos ese instante caótico donde la tristeza se hace física y dimensional, nos ha atacado en algún momento de la vida. Y no queremos eso, no queremos siquiera, aproximarnos a ese estado.
Los dedos crispados nos hacen leprosos a otros humanos.
El corazón quiere otros dedos, otras voces y otro calor.
Y los dedos, confusos, hacen lo que pueden.
Pobres dedos vacíos que pretenden sosegar todo eso, se romperán al retorcerse escarbando en el pecho para sacar ese tumor del corazón.
Como si los pensamientos dolientes se hicieran piedras, algo físico.
Y buscan los dedos en el aire donde un día hubo un cariño en un pagano ritual ancestral que habla con el aire.
Hacen falta medios más técnicos y avanzados para llegar a esa descripción, a ese momento de enajenación en que el pensamiento duele tanto que los dedos creen que algo se rompe en el corazón.
Se necesita una cámara ultra rápida que pueda fotografiar en la completa oscuridad con una alta velocidad de obturación, se precisa por ello también un diafragma de una luminosidad indecente, para poder abrirlo al máximo y tener la menor profundidad de campo posible para que los dedos sean los protagonistas de ese momento de insania. Se necesitaría una película de un grano ultrafino capaz de captar el vello de los dedos en esas condiciones.
No servirían los infrarrojos, porque convierten la piel en algo que no es. Y no somos seres que viven en la oscuridad, somos seres que morimos solos y en la oscuridad, a salvo de la vergüenza de la luz.
Los infrarrojos nos convertirían en murciélagos, nos robarían trascendencia y no quiero eso.
Se necesitan unos ojos claros libres de lágrimas que puedan enfocar todo ese pesar.
Tal vez sea mejor así, sin fotografías, sin grandes medios. Que jamás nadie pueda retratar el descontrol y la paranoia en el que nos deja sumidos la tristeza.
Que baste pedir un tiempo de soledad y que nadie nos vea.
Baste decir que a veces duele tanto la vida, que no tiene sentido respirar. Que nos otorguen el beneficio de la palabra y nos libren de la humillación de una cámara de cien mil millones de megapixels.
Que me entierren cerca de las piedras viejas que dan testimonio con su milenaria vida que no fui el único loco que crispó los dedos en su pecho confundiendo alma con materia.
Porque sé que no saldré vivo de este dolor, los dedos lo intuyen.
Se rompen las uñas y los huesos.
Hostia puta, qué daño…

ic666 firma
Iconoclasta

Luis de Góngora, con un par

Publicado: 5 abril, 2015 en Citas, Humor, Lecturas, Reflexiones
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Góngora

Góngora, a pesar de ser poeta y el máximo representante del Siglo de Oro de la literatura española, no era ni sutil ni diplomático.
Lo adoro. Qué cabrón…
Fragmento de la carta a un amigo:
«Honra me ha causado hacerme oscuro a los ignorantes, que esa es la distinción de los hombres doctos, hablar de manera que a ellos les parezca griego; pues no se han de dar las piedras preciosas a los animales de cerda».

Simpático y cordial

Publicado: 3 abril, 2015 en Absurdo, Humor, Lecturas, Reflexiones
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Buen chico 2

Pareceré un hombre simpático y cordial.
Y lo soy, soy un buen tipo en general. Simplemente estoy pensando en mejorar el planeta y hacer algo bueno por la humanidad.
Las tres cuartas partes de homínidos (hombres y mujeres y sus derivados), debería ser deportada a cualquier planeta con atmósfera rica en amoníaco y metano. Y con muy baja gravedad para que cuando salten alegres porque les ha tocado en una feria un smartphone de cartón, salgan disparados al negro y aterciopelado espacio como si fueran colillas de esas que lanzo al aire para que los murciélagos las cacen y se quemen.
De ahí mi sonrisa afable. Lo tengo todo previsto.
Se podrían enviar incluso en naves no tripuladas para abaratar los costes. Si a cada pasajero le das un peluche del pato Lucas o el Diablo de Tasmania aunque no se parezcan, se suben más felices al transbordador que si les regalaran una gorra de propaganda de abonos agrícolas. Además, se les puede financiar la deportación a 36 meses sin intereses, que es lo que podría durar un viaje a un planeta venenoso. Y con el reclamo añadido de que tendrán diez gigas gratis de feisbuc y guasap.
No soy misántropo, lo que pasa es que de humanos hay tan pocos, que es necesario sacar la morralla para dejarles aire que respirar y espacio para hacer su trabajo y reproducirse sin peligro de cruzarse con uno de esos individuos/as que estropean la genética por cuarenta generaciones.
Y así enviándolos allá, al espacio inconmensurable tachonado de estrellas, el asunto de los residuos lo tenemos resuelto, ya que hay agujeros negros por ahí que se lo tragan todo.
Y bueno, está el asunto de la comida para tan largo viaje; lo tengo resuelto, hay cajitas felices que con los regalos luminiscentes que llevan los entretendrá durante mucho tiempo.
Ahora ya solo queda engañarlos, que es lo más fácil y enviarlos a la mierda.
Mirad, me brota una lágrima de emoción al pensar en mi amor por la humanidad.
Precioso…

Cumple años Inma del Moral

Publicado: 3 abril, 2015 en Humor, Lecturas, Reflexiones
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Inma del Moral

En Telegramas de Iconoclasta.

Las frías noches

Y llegó la noche con su manto negro y frío, empujándome a lo profundo de una caverna.
Como si una oscuridad pudiera cobijarme de otra oscuridad.
Soy una bestia sin cerebro.
Mi instinto no se equivoca, me protejo del frío que llega de las estrellas; las noches son frías sea invierno o verano. Es por ellas, por las estrellas que brillan como plata. Metales fríos que hienden la piel cuando estás solo. Cuando no hay otro calor cerca.
El cielo nocturno no es para mí. Es el privilegio de otros.
El firmamento es la cúpula que da abrigo a los enamorados, los demás somos ajenos.
Con ella las estrellas devolvían calidez y amparo. Siempre había un astro brillando entre el aire de nuestros labios cuando se aproximaban para el beso.
Hundo los dedos en mi cabello, algo corre por él. Lanzo un gruñido incómodo, aunque las chinches no prestan atención.
La soledad viaja más rápida que la luz hacia las estrellas, y éstas devuelven toda esa tristeza y añoranza en forma de flechas y lanzas que obligan a buscar protección en la cueva de la vergüenza y el desasosiego.
Como si el cielo se avergonzara de mí, pedradas al perro abandonado…
Me llevo a la boca un animal pequeño y crujiente que repta por mis piernas.
Soy el origen de los hombres, cuando la calidez llegaba de la piel aún ensangrentada de animales muertos que colgaban de los brazos tras la caza. Donde no había tiempo para el amor, solo para sobrevivir esa noche.
Es todo tan sencillo otra vez…
El frío y el peligro, la soledad y la oscuridad.
Y el amor tan lejano, tan imposible, tan improbable. La paranoia de amar se convirtió en sangre y el deseo se hizo ocultación.
Soy una blasfemia para las noches estrelladas.
Hubo un tiempo para amar y hay un tiempo para esconderse.
Husmeo en el aire el aroma de alimañas y cubro mi cuerpo con la piel ensangrentada de dos perros que he matado, me arrastro hacia la grieta de una roca para ser oscuridad en la oscuridad.
Es la sangre al coagularse la que combate el frío del firmamento.
Y la profunda soledad de la caverna la que da el coraje y el valor que un día olvidé tener.
Dormito en un sueño inquieto.
Nunca debí haber sido racional.
Me masturbo con la mano encostrada de sangre seca y el placer se hace mortificación.
El frío se combate con indignidad y dolor, es la única forma, la única que conozco.

ic666 firma

Iconoclasta