
¡No jodas! Con el teatro de protección y adoración que han formado con la niña fea Thunberg en Madrid, he creído ver en ello la venida de un nuevo niño dios.
A Murf, mi gato, le he comentado casi con temor: ¿Qué te juegas a que la meten al calor de un buey y una mula? Murf estaba tan aburrido que ni me ha mirado. Es un insensible, no le importan las tortuguitas marinas de los cojones.