Es muy peligroso para la especie humana el nivel de decadencia alcanzado por las sociedades consumistas o urbanas.
En las ciudades se ha desarrollado una especie humana producto de la endogamia, castrada de las básicas características humanas.
No es lo mismo ser un humano puro que el nacido o criado en una granja humana, estabulario o ciudad. La raza humana de ciudad es una especie de mucho menor valor que la libre.
Solo unos pocos intelectuales y unas pocas rarezas que nacen sorpresivamente a pesar del cuidado de los criadores de cerdos o políticos; no conseguirán ya devolver a la especie humana su pureza, o propiamente dicho, su condición humana.
De la misma forma que se han creado líneas genéticas de ganado vacuno manso, las mismas líneas sanguíneas mansas, obedientes, infantiloides e indolentes se han recreado entre el ganado humano de las ciudades.
Y lo peor es que internet, televisión y telefonía móvil, contaminan incluso los pequeños pueblos con su alcance, con la misma degeneración genética.

Iconoclasta

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