
Archivos para febrero, 2016
La contención del bosque
Publicado: 7 febrero, 2016 en fotografía, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:arte, foto, humanidad, Iconoclasta, naturaleza, Pablo López Albadalejo, sociedad, Ultrajant
Falta de sueño
Publicado: 7 febrero, 2016 en Absurdo, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant,

A veces pasa, que por quedarse dormido mirando las noticias nocturnas de la tele, cuando despiertas se ha cambiado el ciclo natural biorrítmico y te encuentras haciendo estupideces en la madrugada.
Y encima tengo hambre.
Ser Satanás no es garantía de bienestar.
Arte
Publicado: 6 febrero, 2016 en Absurdo, Conclusiones, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant,

Obra de arte conceptual que he realizado en apenas 1,2 segundos de pasión al ver que no quedaba ni una gota más en la lata.
Una cocacola inclinada de Pisa.
Precioso.
Es peor dibujar una lata de sopa Campbells. Estoy s salvo de parecer idiota, pues.
Yo y vuestra sangre
Publicado: 6 febrero, 2016 en Absurdo, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant,
Tiempo
Publicado: 5 febrero, 2016 en Absurdo, Conclusiones, Humor, Lecturas, Maldito romanticismo, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant,

No tiene gracia y sin embargo, me fascina ver el movimiento del segundero y contar los segundos que pasan acercándome a la muerte tranquilo, como si no fuera la mía.
Morir es un asunto relajado.
Cumple años Charlotte Rampling
Publicado: 5 febrero, 2016 en Citas, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant,
Momentos
Publicado: 4 febrero, 2016 en Conclusiones, Lecturas, Maldito romanticismo, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant,

Organizamos los momentos captados, los ordenamos según nuestros deseos intentando reparar lo que no pudimos evitar.
Y es como correr tras el viento.
Últimas voluntades
Publicado: 4 febrero, 2016 en Citas, Lecturas, Maldito romanticismo, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant,

«Que no se comunique a nadie mi muerte,
que nadie llore por mí,
y que no me entierren en tierra sagrada,
y que ningún sacristán toque las campanas,
y que nadie pueda ver mi cuerpo muerto,
y que ningún lloraduelos me siga en mi entierro,
y que no se depositen flores en mi tumba,
y que ni un solo hombre me recuerde.
Esta es mi voluntad.»
(Thomas Hardy)
¡Eh, mirad!
Publicado: 3 febrero, 2016 en ReflexionesEtiquetas:naturaleza, soledad, predación, muerte, vida, vulgaridad, miedo, mediocridad, frustración, prosa dramática, reflexiones, Iconoclasta, Ultrajant, Pablo López Albadalejo,

Subir, trepar, escalar, arañar la tierra…
Los hay que bajan, son los menos.
Tal vez, en el imaginario de la colmena o el rebaño, bajar es acercarse a la muerte, bajar a la propia fosa.
Y subir es alcanzar más luz, más vida.
Sinceramente, me importa una mierda. Subo porque donde estoy no he encontrado cavernas y hay un cementerio, pero las tumbas son pequeñas y están amontonadas, no son estimulantes.
Me conformo con encontrar sitios nuevos, algo que no haya visto.
Morir o vivir es algo que no considero hasta que llegue el momento.
Si no lo hiciera así, pensaría que durante la subida o la bajada, la rótula podría desmoronarse y salir a la luz del sol a través de la piel y la carne.
Es una idea un tanto incómoda.
Y el movimiento se demuestra andando, incluso muriendo.
Se demuestra guardando el debido silencio del depredador acechante.
Míralos, espantando sus frustraciones con amistades gritonas y convenientes, superfluas. Apoyados en sus autos baratos y mediocres con adornos que pretenden ocultar que pertenecen a una triste cadena de montaje como ellos mismos.
Es una buena altura para ver la miseria.
Obsérvalos bien, tan alegres, tan resueltos, tan valientes…
Una mierda. Se cagan al verse solos, se cagan de frustración, se cagan por los anillos que hacen los años en sus huesos, se cagan de beber un vaso de cerveza barata solos. Hasta follan por miedo a no estar en el grupo de los selectos toros y vacas que tienen asignados en sus conciencias de colmena. De obreros sin cerebro, de trabajadores crédulos en su espejismo de exclusividad.
Hasta para mear, los muy valientes van en rebaño.
Un viaje sin otro idiota a su lado, no es posible.
¡Eh, no estamos solos!
(de mierda)
¡Eh, mirad soy feliz!
(de mierda)
¡Eh, tengo tantos amigos como pelo en el pubis!
(de mierda)
¡Eh, aún soy joven y divino!
(de mierda)
Son el ejemplo del ridículo, de lo que siempre huí. Me aterroriza verlos y sentir la posibilidad de que hubiera podido ser como ellos.
Por eso estoy aquí, silencioso y sin ningún tipo de alegría frente a un trozo de la mandíbula de un conejo que su cazador ha abandonado al escuchar mis pasos, aún sangrante, con restos de carne.
No huele aún, pero las moscas-verdes-metálicas-robots lo cubren. No estoy seguro si es por comer o por guardar el secreto de la vida y la muerte.
Lo último que podría desear ahora es que alguien estuviera a mi lado, desgarrando con su voz idiota el momento más sagrado de la montaña.
No os preocupéis, repugnantes seres metálicos con alas (¿dónde están las baterías que os dan movimiento?), no traigo a nadie más tras de mí. No voy a gritar para que alguien vea la tragedia que cubrís, que coméis.
No quiero compartir esto, es mi secreto también. Me lo he ganado subiendo con dolor la pendiente inacabable y mortal para una rodilla que tiende a querer salir a través del tejido que la cubre.
Ya hay demasiada vida. Y la muerte, mejora mi circulación sanguínea.
Es algo que experimento, no es retórica facilona.
No quiero un amigo fariseo con el que hacer banalidad de esta muerte, esta caza, esta vida.
No se lo merece el cazador, la presa, ni yo.
Saber que no hay dioses, protectores y destinos me hace héroe en un planeta de rebaños y colonias.
Me bastaría mi amante, mi hermosa amante de profundas palabras, sujetándome la mano con gravedad, con su inteligente silencio y sus pechos respirando agitados por el esfuerzo, como fatigado yo.
Y decirle que la quiero follar unos metros más arriba y celebrar la comunión de la carne en el paraje de la muerte y la soledad. «Te la quiero meter tan profundamente que si Dios existiera, giraría la cara, si la tuviera».
Me parece oír a los adocenados acercarse, como una pesadilla. Tengo un terror atroz a que aparezcan.
¡Eh, mirad, he descubierto un cuerpo devorado!
(de mierda)
¡Qué bonita la vida salvaje!
(de mierda)
Paso por encima del trozo de hueso y las moscas que han vuelto a cubrirlo, vuelan incómodas entre mis pies. Alguna aún me sigue.
Me dan asco; pero nada nuevo. Hay seres que no son moscas y producen el mismo efecto en mí.
Solo pienso en la simplicidad de ser cazador o cazado, sin tener que soportar todo esa superficialidad de los seres alegres, de los amigos divinos, de la putrefacción de sus cerebros.
Sin alegrías (de mierda) que hagan de la vida un eterno chiste de humor vulgar.
Y así marco diferencias, distancias largas y cómodas entre cobardes y mi soledad que solo deja a salvo del desprecio a tan pocos humanos, que apenas podríamos llenar el salón de una casa.
Pienso que todos los días son buenos para que muera alguien o algo.
Incluso yo.
«Eh, mirad. Estoy absolutamente apartado de vosotros, castrados».
A la mierda, sigo subiendo…
Muriendo.

Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.
Rectas y curvas
Publicado: 3 febrero, 2016 en Chusma, Histéricas, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant,

Es una dura abstracción integrar las perfectas y artificiales líneas que trazan los humanos, con la irregularidad caótica de la naturaleza.
Lo extraño es no sentir ya la inquietud que provocan los muros que nos apartan de lo que una vez fuimos.
Están absolutamente condicionados a no ser libres. Sin muros hay miedo.
Es terrorífico darse cuenta de que las líneas de un muro son la parodia de la libertad y no vomitar por ello.
