
A través de la ventana del vagón los paisajes pasan veloces.
Tan rápidos que confunden mi visión y a veces juraría que me he visto ahí fuera y me he saludado con la mano, apoyado en mi bastón y la gorra goteando sudor por la visera.
Porque yo habito esos parajes, me gusta el cielo abierto y los grandes horizontes, como me gusta el oscuro bosque, los ríos y el mar.
Para ser libre no se ha de temer al sol, al frío o las distancias. Para ser libre hay que ser fuerte. Si eres fuerte no te pierdes y haces tuyo el planeta.
He pensado desde el tren, enviarme una foto del lugar en el que nos hemos cruzado el saludo.
He sonreído al recibirla con cierta nostalgia.