
En el planeta mueren miles de seres por minuto y, desafortunadamente nacen otros tantos.
Sufrir por tanto dolor y alegrarse por tanta vida es una tarea colosal. Solo para los tan cacareados dioses omnipresentes.
Bueno está bien, que los dioses hagan su tarea por todos esos cadáveres y bebés, que yo bostezaré aburrido viendo una mala película navideña.