Ni por asomo estoy relajado, al fin y al cabo soy puro animal con breves momentos de habilidad intelectual para organizar palabras de forma coherente.
A pesar de la afabilidad y la serenidad aparente, estoy imaginando tus ojos entrecerrados cuando acaricio tus muslos tan indecentemente cerca de tu coño.
Y no es malo, eso es lo que me relaja, lo que me da paz: tus muslos temblorosos y el control que ejerzo en ellos.
Mi privilegio.