
Ya basta, no quiero hablar.
No quiero oír y pronunciar las tristezas de los amantes, no quiero hablar de la tragedia de amarte. Quiero descansar a tu lado, a tu espalda, que tu cabello cubra mi rostro y boca.
Que me mi mano se deslice y acaricie tu monte de Venus, en silencio.
¡Shh…! Calla…
Hasta que tus muslos se separen rendidos y pueda reseguir suavemente las crestas de los labios de tu coño.
Hasta que recibas mis dedos y hagas con ellos un sacrílego bautizo.
Calla… No más palabras tristes.
Palabras…
Que se forme la invisible y resbaladiza tinta del amor en tu coño.
Y con ella en mis dedos saciados, escribiré en tu vientre la paranoia de amarte.
Y que un beso voraz, culmine este acto de silencio.