La incertidumbre del momento de la muerte puede darse cuando estás sentado cómodamente en el sillón del salón. O cuando estás bajo un cielo precioso entre altas montañas, en valles…
En el segundo caso la incertidumbre no angustia, al final te sientes nube y viajas allá donde los vientos te llevan. Estás donde debes.
En el primer caso, no hay drama; pero es triste y no es euforizante.
Es solo un pensamiento casual, porque no es fácil elegir donde morir.
Tal vez, por alguna justicia poética, los que hemos tenido una vida de mierda, tengamos una buena muerte.
Mentira: te joden hasta el final.
No me fio.