
No existen palabras a grandes rasgos.
Si una palabra no es concreta se derrumba el pensamiento.
Mi pensamiento no es un gran rasgo, es una cuchilla que eviscera todo; es preciso hasta el dolor y la humillación.
La palabra existe para que defina la idea exacta, clara y sólidamente.
No hay grandes rasgos, solo grandes oscuridades, grandes ignorancias, grandes estupideces que pretenden esconderse tras la negligencia del supuesto de ambigüedad.
Si no tienes puta idea de lo que hablas, métete tus grandes rasgos por el culo.
Y dale con los grandes rasgos. Cada uno que haga con ellos lo que quiera. Ahora bien, permíteme, yo creo que en lugar de sugerir que se los metan por ese hueco al que mandas casi todo, bien sabes tú que en cada hueco cabe lo que cabe, los grandes rasgos quedarían bien colgados en la orejas, de pendientes. ¿ No te parece?. Yo con los míos haré… Bueno, no te lo digo.
Pues en las orejas está bien, ingeniosa y listilla escritora.
Y tus puntos suspensivos rozan la crueldad para con los pobres mortales que te leemos.
Besos y risas, Azurea.