
La mula Zapatero, susurrador íntimo del rey y ayatolá hispanocatalán Sánchez I el Arribista, sumo sacerdote masónico de la secta psoe, inventor de la Amnistía Corrupta Española 2024 y cobarde histórico, se comporta igual que un narco hispanoamericano.
Es increíble, de película, el nivel de corrupción impune e inmune del gobierno de “mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”, el sanzchizmo del ayatolá Sánchez I el Arribista.
Por lo que se ha visto con las actuaciones de la Guardia Civil Anticorrupción, el ayatolá hispanocatalán Sánchez I el Arribista ha montado, en sociedad con la mula y embajador de narco dictadores Zapatero, un holding, una corporación de corrupción parasitando con sus sicarios toda institución del estado y negocio millonario.
Ni mucho menos es usual este elevado grado de corrupción alevosa e impune; es un acto absolutamente anómalo y vergonzoso en cualquier país que no sea una república bananera o narco dictadura. Pero ocurre que la corrupción en la España sanchizta se ha publicitado (pedagogía sanchizta) como un acto de narco corrupción orgullosa, para combatir el mito sanchizta de la ultraderecha.
El narco gobierno sanchizta está normalizando la podredumbre corrupta para que “todas y todos” bostecen aburridas cuando surjan más casos en los medios.
Y si es normal, ¿por qué no legalizar por decreto exprés la corrupción como actividad económica siempre y cuando la cometa el ayatolá Sánchez I el Arribista, la mula Zapatero o cualquier sicario ministerial sanchizta elegido al azar? Así, el ayatolá Sánchez se quitaría de encima ese terror a dimitir que lo tiene carcomido, porque aún no ha podido legalizar sus delitos y si dimite se ve en el trullo.
Es de suponer, un deber para no caer en una ridícula ingenuidad infantil, que todo jerarca sanchizta, incluido el ayatolá Sánchez I el Arribista, va tan colocado de farlopa que se creen auténticos superhéroes de la corrupción y por tanto inmunes e impunes a todo juicio y condena por corrupción, prevaricación, dejación de funciones, incapacidad, negligencia, estafa, robo, extorsión, proxenetismo y prostitución, tráfico de influencias, tráfico de votos y evasión de capitales. Y además, asumen con sus sobredosis de cocaína, que son los auténticos guardianes de la decencia y libertad.
Se pasan las veinticuatros horas del día sumidos en un delirium tremens del que ya no despiertan, hasta que un día les ataque el síndrome de abstinencia en el trullo.
A pesar de esto, es fascinante asistir a la descomposición de un estado como el español, todo un lujo para los aficionados a la historia e historiadores de carrera.
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